Había muchas ganas de ver esta película, que
recoge el desarrollo de la operación que tenía como objetivo asesinar a
Reinhard Heydrich, Protector de Bohemia, Moravia y director de la
Oficina Central de Seguridad del Reich e "ingeniero" de la llamada
Solución Final. Una operación orquestada por el gobierno de
Checoslovaquia en el exilio londinense (y por orden directa de su
presidente, Edvard Beneš) y que logró indirectamente su propósito:
Heydrich, herido de gravedad en el atentado, murió en Praga unos días
después a causa de una septicemia. Unos días después del atentado, y
delatados por uno de los rebeldes checos, el comando que perpetró el
atentado, así como algunos miembros más de la resistencia checa, se
refugiaron en la iglesia de los santos Cirilo y Metodio y durante siete
horas hicieron frente al ataque de cientos de soldados alemanes. Pero el
final no podía tardar en llegar y los siete guerrilleros checos se
suicidaron antes que caer en manos de los alemanes. Para entonces, sin
embargo, una feroz represión por parte de los ocupantes alemanes había
provocado el asesinato de cientos de habitantes del pueblo de Lidice. De
hecho, alrededor de cinco mil checos, incluidas mujeres y niños, fueron
ejecutados como represalia por parte de los ocupantes. La Operación
Antropoide tuvo éxito, indirectamente, y logró el objetivo de acabar con
uno de los principales jerarcas nazis, pero el precio que se pagó fue
enorme. ¿Quizá demasiado? Sean Ellis a la postre no se pregunta si valía
la pena pagar ese precio, pues su intención no se centra tanto en las
consecuencias del atentado (que, de todos modos, se hacen patentes en el
relato de alguna manera) como en narrar una historia de héroes. Y quizá
el problema es que el filme acaba perdiendo la perspectiva para
alcanzar un tono épico que no acaba de conseguir.
Operación Antropoide
me deja con sensaciones encontradas. La película tiene un problema de
guion y sobre todo de ritmo. Las dos horas de metraje se distribuyen en
un prólogo, que muestra la llegada del eslovaco Jan Kubiš (Jamir Dornan)
y del checo Jozef Gabčík (Cillian Murphy) a un bosque a varios
kilómetros de Praga, los preparativos de la misión, el atentado, las
inmediatas consecuencias y la resistencia final en la iglesia. La
primera hora muestra esa llegada de los dos comandos enviados por el
gobierno checoslovaco en Londres, tienen órdenes de atentar contra
Heydrich, que desde que llegó al país como gobernador ha endurecido la
represión contra la población local, y en cómo contactan con los grupos
de resistencia en Praga para organizar un atentado que estos últimos
consideran (hasta cierto punto) contraproducente. Gabčík y Kubiš, a su
vez, intiman con dos mujeres cercanas al grupo rebelde, desarrollándose
una subtrama que no por ser menos real resulta mejor encajada en una
narración que se hace morosa en la primera hora de metraje. Morosa, sí,
quizá mal planificada en el guion, pero no irrelevante. Pues entre la
llegada de los dos comandos y el atentado pasaron seis meses, y la
película no acaba de encontrar la manera de "dinamizar" ese período de
tiempo en 45 minutos. Todo lo contrario sucede con los últimos 45
minutos del filme, tras el atentado (narrado de manera que muestra la
torpeza y los imprevistos con los que lidiaron sus perpetradores): el
encierro de los resistentes en la iglesia y el combate que mantuvieron
con los alemanes se muestra con el dinamismo propio de una cinta bélico.
Hay "nervio" en esa parte final de la película, buen pulso narrativo y
un movimiento de cámaras apropiado para lo que se relata.
En cuanto a los personajes, el guion los deja más difuminados de lo que
uno esperaría a priori. Sí, sabemos que están dispuestos a todo para
asesinar a Heydrich y que su compromiso con la patria es total. Pero más
allá de la misión, quedan indefinidos y las andanzas "amorosas" de por
medio no acaban de aclarar esa indefinición. Quizá no ayuden los
actores, especialmente Dornan, que no acaban de "llenar" a los
personajes de recursos más complejos. Toby Jones, por ejemplo, que
parece mostrarse como secundario de lujo, apenas es aprovechado como el
ideólogo (más o menos) de la célula local de la resistencia checa. La
lentitud impuesta en la primera hora de la película (¿es voluntaria?)
tampoco es aprovechada para perfilar mejor a los actores; de hecho, se
pierde tiempo, demasiado tiempo, en secuencias irrelevantes (el café
nocturno). Incluso los preparativos del atentado quedan simplificados al
mínimo. En cambio, la segunda hora, con el atentado, la huida del
comando checo y la inmediata represión con su círculo de personas
allegadas (esa familia que los acoge), tiene el ritmo adecuado para lo
que se pretende narrar. Es, pues, esa irregularidad la que sorprende en
un producto que se presenta como una cinta trepidante y de acción. Uno
se queda con la sensación de que si pasáramos del prólogo inicial al
atentado y sus consecuencias la película sería mucho más redonda.
Al final, y como sucede también con Rogue One, una parte acaba salvando el todo; o quizá acabemos disculpando la irregularidad global por una eficacia y un trepidante ritmo que logra que nos olvidemos momentáneamente de los defectos de la película. Queda también la duda de si el director (además de guionista y director de fotografía) ha perdido la perspectiva del bosque al centrarse exclusivamente en unos árboles concretos. Porque su historia de heroísmo parece olvidar que no sólo siete hombres murieron en aquella iglesia, y que la brutal represión de los ocupantes alemanes quizá hubiera necesitado de algo más que unas líneas antes de los créditos finales.
Al final, y como sucede también con Rogue One, una parte acaba salvando el todo; o quizá acabemos disculpando la irregularidad global por una eficacia y un trepidante ritmo que logra que nos olvidemos momentáneamente de los defectos de la película. Queda también la duda de si el director (además de guionista y director de fotografía) ha perdido la perspectiva del bosque al centrarse exclusivamente en unos árboles concretos. Porque su historia de heroísmo parece olvidar que no sólo siete hombres murieron en aquella iglesia, y que la brutal represión de los ocupantes alemanes quizá hubiera necesitado de algo más que unas líneas antes de los créditos finales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario