Digámoslo de entrada y aunque pueda sonar banal: «lo nazi, vende». No hay quizá otro tema tan atractivo para lectores de todo tipo –además de la Roma imperial y la Segunda Guerra Mundial, que de por sí ya suele incluir el este tema de la historia alemana– como el del Tercer Reich nazi. Atrae, seduce y atrapa por mucho que se haya publicado y se siga publicando. Cierto es que también hay una visión en ocasiones sesgada que asocia, no sin una cierta base, a los nazis con lo oculto, lo esotérico, con el Mal por antonomasia.* El cine y más recientemente las series de televisión han exportado también una imagen sobre el período nazi, el Holocausto –un género en sí mismo–, la conformación de una comunidad nacional regida por factores populistas, “socialistas” y racistas, las campañas militares que convirtieron a la Wehrmacht –Blitzkrieg mediante– en uno de los ejércitos más poderosos de la historia de la humanidad (a pesar de sus muchas flaquezas). Lo nazi es tremendamente poderoso e incluso ha originado una cierta pasión por su estética y su legado en la segunda mitad del siglo XX: véase, por ejemplo, el muy sugerente ensayo de Fernando Fernández Lerma, Algo más que belleza: influencia de la estética nazi en la cultura contemporánea (Biblioteca Nueva, 2015). Lo nazi, como decíamos,… vende.
* Son muchas las razones que explican por qué Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal fue mal recibida por la audiencia en 2008 (y no es una mala película; de hecho, explota la misma fórmula de las tres películas anteriores), pero entre una de las que se adujo (y constaté en círculos de amistades) es que los soviéticos no eran “tan” malvados como los nazis de En busca del Arca Perdida (1981) e Indiana Jones y la última Cruzada (1990). Malvados y susceptibles de ser caricaturizados como villanos de antología. En este sentido, no les falta razón…
Siendo un tema tan a menudo trillado, cada año se publican en varias lenguas libros de todo tipo, de lo más general a lo particular, de lo académico a lo divulgativo. Cada generación, además, tiene sus libros, de ficción o ensayo, sobre el nazismo: así, para la sociedad estadounidense de finales de los años setenta, una serie como Holocausto (NBC, 1978) sirvió para «abrir» los ojos ante un tema que solía quedar en los márgenes de la sociedad, y que los supervivientes exiliados y sus descendientes pudieran hablar de lo sufrido tres décadas atrás, como destacó Peter Novick en su libro Judíos, ¿vergüenza o victimismo? El Holocausto en la vida americana (Marcial Pons, 2007; edición original de 1999). Ya una década y media antes Hannah Arendt escandalizó a una parte de la comunidad judía con su libro-informe, Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal (1963), cuando acusó a los consejos judíos en los campos de concentración de «colaborar» con el genocidio, al permitir que prisioneros judíos fueran gaseados. La película Hannah Arendt de Margarethe von Trotta (2012) incide en esta cuestión y en cómo la filósofa alemana perdió amistades (Karl Jaspers, por ejemplo) y sufrió un cierto boicot en la Universidad de Yale donde daba clases en esos momentos.
Thomas Childers. |
Películas como La decisión de Sophie (Alan J. Pakula, 1982) y especialmente La lista de Schindler (Steven Spielberg, 1993) impactaron y, en el caso de la segunda, incluso banalizaron el genocidio nazi como tema –se creó un «Holocausto de Hollywood»(véase el breve y sustancioso libro de Álvaro Lozano, El Holocausto y la cultura de masas (Melusina, 2009)– , aspecto llevado al extremo con la conversión de Auschwitz en un particular «parque temático» de la Shoá ante el alud de visitas que recibió a raíz del estreno de la película de Spielberg. Series de televisión recientes como Hijos del Tercer Reich (ZDF, 2013) –tópica adaptación del original alemán Unsere Mütter, unsere Väter, literalmente, “nuestras madres, nuestros padres”; sin duda, es mucho más interesante el título original alemán, pues remite a los que entonces vivieron el período nazi (en particular, los años 1941-1945, época en que se ubica la serie), los que fueron madres y padres de la generación posterior, más que “hijos” del Reich nazi–; recientemente se emitieron dos temporadas de Babylon Berlin (Sky Deutschland, 2017, serie ambientada en el Berlín de 1929 previo al triunfo electoral nazi que se produciría entre 1930 y 1932), por su parte, ponen el foco en el punto de vista netamente alemán sobre aquella etapa de su historia, alejándose de postulados revisionistas y de una visión “hollywoodiense” que malea la realidad.
A nivel de ensayos sobre el período nazi, la obra del periodista y corresponsal estadounidense en Berlín durante la toma del poder por el NSDAP, William L. Shirer, que culminaría en su libro The Rise and the Fall of the Third Reich (1960; primera edición en castellano, Luis de Caralt, 1962; recuperado en formato bolsillo por Booket en 2013), se podría decir que marcó a una generación de lectores anglosajones que se acercaron con interés al tema. En la Alemania de la posguerra, una generación de jóvenes alemanes, nacidos durante o inmediatamente después de la guerra y que no recordaron ni vivieron los años de la dictadura nazi, comenzaron a discutir el silencio oficial a mediados de los años sesenta, a matizarlo e incluso a reivindicar un futuro que no tuviera que pedir constantemente perdón por los crímenes de la generación de sus padres, como relatara la periodista e historiadora Gitta Sereny en su libro El trauma alemán: testimonios cruciales de la ascendencia y la caída del nazismo (Ediciones Península, 2012; edición original de 2002). Sereny se «especializó», además, en entrevistar a personajes del período nazi, como la cineasta Leni Riefenstahl, el arquitecto y ministro de Armamento de 1943 a 1945 Albert Speer o el que fuera comandante del campo de exterminio de Treblinka, Franz Stangl, sobre los que habla en este volumen; sobre Speer escribió un libro, Albert Speer, su batalla con la verdad (Ediciones B, 2002; original de 1995) y las entrevistas con Stangl dieron pie al libro Desde aquella oscuridad: conversaciones con el verdugo: Franz Stangl, comandante de Treblinka (Edhasa, 2009; original de 1974, 2ª ed., 1995)
La exitosa biografía de Ian Kershaw –en dos volúmenes, Hitler, 1889-1936: Hubrys (1998; traducción castellana en Ediciones Península, 2000) y Hitler, 1936-1945: Némesis (2000; traducción castellana en Península, 2000)– y la espléndida trilogía de Richard J. Evans –La llegada del Tercer Reich (Ediciones Península, 2005; original de 2003), El Tercer Reich en el poder, 1933-1939 (Ediciones Península, 2007; original de 2005) y El Tercer Reich en guerra (1939-1945) (Ediciones Península, 2011; original, de 2009)– demostraron que el tema seguía muy vivo a finales del siglo XX y primera década del XXI (no hay más que ver, para el caso español, la celeridad con que llegaron las respectivas traducciones). En el caso de Evans, además, se trata de una obra ya de referencia y que dejó “vieja” a la monografía de Michael Burleigh, El Tercer Reich: una nueva historia (Taurus, 2002; original de 2000).
Fotografía tomada por Heinrich Hoffmann, c. 1927. |
El libro de Burleigh, como monografía en un solo tomo (y siendo conscientes de que nos dejamos otras muchas obras en el tintero), hasta cierto punto podría ser visto como la antecesora de The Third Reich: A History of Nazi Germany de Thomas Childers (Simon & Schuster, 2017) y que aquí comentamos. Obviamente, son muchas las diferencias entre ambos libros, del enfoque al público al que van dirigidos: más académico y especializado el primero, de corte mucho más amplio el segundo. Childers, que no es precisamente un neófito en la materia –suyas son una obra sobre el sentido del voto nazi en las elecciones del período weimariano (The Nazi Voter, 1983) y volúmenes colectivos y coordenados sobre esta etapa de la historia alemana (The Formation of the Nazi Constituency, 1919-1933 [1986] y Reevaluating the Third Reich [1993])–, parece, no obstante seguir la senda de Shirer y elaborar una obra general sobre Adolf Hitler, el surgimiento y auge del NSDAP durante la República de Weimar, la toma del poder y la creación de un «Tercer Reich»,* la dictadura nazi en los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial y el período bélico de esta última, entre 1939 y 1945.
* Denominación que los nazis, en sí, apenas utilizaron. De hecho, la República de Weimar formalmente seguía siendo un Reich, con un Reichspräsident o presidente (como Paul von Hindenburg entre 1925 y 1934) y la figura ejecutiva del Reichskanzler o canciller.
Una lectura somera del volumen, que se inicia con un primer capítulo dedicado a la biografía de Hitler desde, especialmente, 1909 y 1918, años de juventud y formación del hombre que nadie imaginaría que décadas después alcanzaría el poder y cambiaría la historia de Europa para siempre, podrían dar la sensación de obra de carácter divulgativo sin demasiada profundidad. Todo lo contrario: desde el principio, el volumen marca el tono a seguir y analiza con detalle la personalidad y el calado político que forjaron al futuro Führer: una megalomanía y soberbia que le impidieron destacar en las artes (siempre adoleció de un odio al academicismo institucionalizado), un discurso político en el que predominan retazos intelectualoides del antimarxismo y el antisemitismo presente en la época (pero no necesariamente conjugados a la vez) y un nacionalismo exacerbado que lo alejan de su patria natal, el Imperio Austrohúngaro, y lo vinculan a la Alemania guillermina (se alistó en el ejército bávaro en la guerra de 1914). Una primera parte (capítulos 1-3), pues, conforma el período de los años 1909/1918 a 1928: la forja del líder del partido nazi –Nationalsozialistische Deutsche Arbeiter Partei (NSDAP)– y los años de relativa marginación en la primera etapa de la República de Weimar.
"¡Alemania, despierta!", cartel electoral nazi en 1932. |
Una segunda parte (capítulos 4-7) –probablemente la más interesante del libro– se sitúa en el auge de los nazis hacia el poder: la sistematización de un discurso político que en esos años de constantes elecciones nacionales y estatales (1928-1932) era maleable (un “cajón de sastre”, lo define Childers, en un capítulo titulado “Making Germany Great Again”) –al lector no se les escapará el paralelismo de este título con el lema de Donald Trump en las elecciones presidenciales de noviembre de 2016: “Make America Great Again”–, con retórica socialista, anticapitalista, Völkisch (nacionalista) y disimuladamente antisemita para llegar a un votante amplio y diverso (del campo a la ciudad, de las clases medias a los obreros); la labor propagandística primero de Gregor Strasser y después por Joseph Goebbels, con miles de actos públicos, pancartas, lemas, canciones, discursos de los principales líderes, comenzando por el propio Hitler (un orador de masas), uso de la radio y de una logística “moderna”, y el alcance de todo ello, con un estilo que no tiene nada que desmerecer a la campaña de las elecciones presidenciales estadounidenses de hoy en día; el peso y desgaste de las elecciones de los años 1930 y, especialmente, las presidenciales y las dos nacionales de 1932, que llegaron a situar al partido nazi como primera fuerza política, pero también tocando techo e incluso retrocediendo en los últimos meses de 1932.*
* Resultados del NSDAP en las elecciones al Reichstag (1928-1933):
· 810.127 votos, 2,63% de votos válidos y 12 escaños en mayo de 1928;
· 6.379.672 votos, 18,25% de votos válidos y 107 escaños en septiembre de 1930;
· 13.745.680 votos, 37,27% de votos válidos y 230 escaños en julio de 1932;
· 11.737.021 votos, 33,09% de votos válidos y 196 escaños en noviembre de 1932, consideradas las últimas elecciones libres de la República de Weimar.
· 17.277.180 votos, 43,91% de votos válidos y 288 escaños en marzo de 1933, con comunistas reprimidos o en prisión a causa del incendio de Reichstag una semana antes, una presión sobre socialdemócratas y en una coalición no formal con nacionalistas de derechas y el Zentrum católico. Y aun así, sin mayoría absoluta para los nazis.
La crisis del partido nazi entre agosto y diciembre de 1932, con un sector divergente (Strasser al frente) que apostaban por una entrada en un Gobierno con Franz von Papen en el que los nazis alcanzarían una vicecancillería y algunas carteras, y la negativa de Hitler a negociar nada que no fuera la cancillería para él (un todo o nada), además del hartazgo y la decepción del votante nazi, que veía como el NSDAP no alcanzaba el poder y no podía (por tanto) cumplir su (imposible) agenda política, marcan el capítulo 6 (“The Nazis Hit a Wall”): los momentos en el que la estrategia fijada por Hitler desde 1925 de seguir el juego democrático se tambalea. A esta etapa crítica siguen las semanas del mes de enero de 1933, detalladas en el capítulo 7 (“The Impossible Happens”), cuando se producen las negociaciones que llevan a Hitler a asumir la cancillería en un Gobierno en el que los nazis son minoría (sólo dos asientos ministeriales, Interior para Wilhelm Frick y otro sin cartera para Hermann Göring).
Una tercera parte está conformada por los capítulos 8-13 parte del volumen, dedicados a la toma del poder por los nazis en el poder y la construcción de la “utopía nazi” entre 1933 y 1939: el desmantelamiento del entramado democrático de la República de Weimar; la represión de las SA (con un discurso revolucionario a menudo enfrentado a la dirección del partido, como se detalla en capítulos precedentes)* en la Noche de los Cuchillos Largos a finales de junio de 1934; la “arianización de la cultura y la economía alemanas y la creación de una “comunidad popular” (Volksgemeinschaft) alrededor del partido y sus estructuras: Juventudes Hitlerianas, Liga de Muchachas Alemanas, programa “Fuerza a Través de la Alegría (Kraft durch Freude), intento de crear un particular “estado del bienestar” nazi; la represión de la población judía, despojándola paulatinamente de sus derechos civiles (incluida la propia ciudadanía) y con un clima de violencia que tendría su clímax en la Noche de los Cristales Rotos (9 de noviembre de 1938), con miles de tiendas, locales y sinagogas judías destruidas por las SA; la ruptura con el Tratado de Versalles, la remilitarización y la agresiva política exterior que llevaría a Alemania a anexionarse Austria en marzo de 1938, los Sudetes en octubre de 1938, y a destruir Checoslovaquia en la primavera de 1939.
* Constituye este un elemento sobre el que pivota la primera mitad del libro y que es importante destacar: la pugna en el seno del NSDAP entre los que aceptan el liderazgo supremo de Hitler y quienes muestran posturas divergentes y lo más “próximas” a lo que subyace en el adjetivo “socialista” de las siglas del partido, con Gregor Strasser en los cuadros del mismo y con Ernst Röhm al frente de las temidas y demasiado “autónomas” SA. De hecho, Röhm no fue el único dirigente de las SA que se enfrentó a Hitler: Childers destaca la figura de Walter Stennes, comandante de esta organización paramilitar en Berlín y que entre 1930 y 1931 se rebelaron contra las directrices del partido (en Múnich, “sede central” del mismo en la época weimariana). Stennes finalmente sería expulsado del partido en abril de 1931 pero abrió el camino que siguió Röhm y que preconizaba alcanzar plenamente la “revolución” prometida cuando se creó el NSDAP: una revolución anticapitalista y de corte “socialista” que asustaba a los sectores más acomodados de la sociedad alemana y a los que Hitler y sus adláteres ansiaban seducir con un programa más conservador.
Una última parte (capítulos 13-17) se centra en el camino hacia la Segunda Guerra Mundial (la presión sobre Polonia y la firma del pacto de no agresión con la URSS) y la propia guerra: las campañas exitosas en Polonia y Escandinavia, la conquista de la Europa occidental (la Blitzkrieg), la campaña rusa, el Holocausto y el apocalipsis final. Quizá es la parte más trillada del volumen, pues hay numerosas obras que han tratado específica y temáticamente todos estos aspectos del período entre enero de 1939 y mayo de 1945.
Concentración de tropas de las SS en el Congreso del NSDAP en Núremberg, en 1938. |
Como podemos observar de este amplio resumen, se trata de un volumen ambicioso y extenso, pero al mismo tiempo muy accesible para lectores que conozcan someramente el tema. Esa es su voluntad, se diría: ser un libro sobre el Reich nazi (y su construcción) que pueda llegar a un público muy amplio. La amenidad y la alt(ísim)a divulgación predominan en el libro, con un aparato crítico importante pero que no apabulla a lectores neófitos (las notas del final del libro son, sobre todo, referencias bibliográficas de aspectos remarcados entre comillas del texto principal). Es un libro para una generación de lectores que quiere, en un solo volumen y sin entrar en vericuetos de corte académico: siempre podrá acudir, tras la lectura de este volumen, a las obras de los “popes” Kershaw, Evans, Götz Aly, Raul Hilberg, Saul Friedländer, etc.
Es un libro que tiene ya al público ganado de entrada por el tema y que lo desarrolla con rigor, amenidad y una lectura actualizada de los elementos que llevaron a los nazis de ser una formación antisemita y nacionalista como tantas otras en la etapa weimariana a colocarse como primera fuerza política de Alemania en apenas unos pocos años. Por ello, para conocer las causas de su triunfo electoral, Childers dedica capítulos a analizar la base política, el mensaje (a menudo contradictorio) y el nicho de votantes que quieren alcanzar (transversalmente). Qué tipo de propaganda utilizaban y con qué medios. Cómo era un mitin nazi, con Hitler como la estrella principal. Cómo modularon el mensaje antisemita y xenófobo entre 1928 y 1932 para lograr el voto de cuántos más (y diversos) votantes pudieran alcanzar. En qué clima político lograron adelantar a otros partidos tradicionales y cómo utilizaron el mensaje de que sólo ellos lograrían “hacer grande a Alemania otra vez”, siendo la crisis económica surgida del crash de 1929 y la inoperancia de cancilleres como Heinrich Brüning y Franz von Papen la baza que explotaron para hacer llegar ese mensaje. Como decíamos antes en una nota a pie de página, al lector no se le escaparán las referencias veladas a la actualidad: el eco de Donald Trump y el populismo que le llevó a lograr un amplio apoyo electoral y a conquistar la Casa Blanca en las elecciones de noviembre de 1936. Childers no establece paralelismos de manera directa entre las campañas electorales de los nazis en 1928-1932 y la de Donald Trump en 2015-2016, pero sí deja entrever, de manera más sutil, elementos similares y una manera parecida de vender un mensaje y utilizar la propaganda.
Otro aliciente de este libro es la idea de que el lector puede hallar en un solo volumen, extenso y de lectura cómoda, una panorámica general y un análisis sólido pero asequible de la cuestión nazi: de su origen, discurso político y xenófobo, desarrollo, toma del poder y conformación de una dictadura, así como de las causas que condujeron al estallido, desarrollo y etapas de la Segunda Guerra Mundial en Europa. Y, además, un análisis del Holocausto, de su origen, primeras medidas durante los años 1933-1941 y, a partir de la invasión de la URSS en junio de 1941, pleno desarrollo: acción de los Einsantzgruppen o «grupos operativos» primero (fusilamientos en masa) y la implantación de los campos de exterminio después (las cámaras de gas y los crematorios). Todo ello con un rigor encomiable y, repetimos, explicado con amenidad e interés. De hecho, también constituye una lectura interesante y de provecho para lectores ya avezados en la materia: quienes disfrutamos con la trilogía de Richard Evans, por ejemplo, también podemos hacerlo con este libro.
Actividad física de la Liga de Muchachas Alemanas (Bund Deutscher Mädel [BDM]), 1941. |
Es cierto que el libro no ofrece grandes novedades, aunque, como se comenta en alguna reseña en medios anglosajones, se utilice “nueva” documentación; personalmente, no me parece que esa documentación que se añade aporta nada sustancialmente “novedoso” a lo que ya sabemos sobre el tema en sus diversas esferas. Quizá el aspecto más destacable esté en el enfoque en los capítulos 4 a 6, centrados en la propaganda y las elecciones de los años 1928, 1930 y 1932. Es el análisis con una mirada “actual” de cómo los nazis lograron engrasar su maquinaria propagandística, y que les permitió dar el gran salto electoral en 1930 y 1932, lo más interesante. Y subyace la reflexión de que la libertad es algo frágil, como la propia democracia, que puede ser subvertida por fuerzas opuestas a ella, que la utilizan para sus propios intereses: alcanzar el poder y establecer un régimen autoritario (totalitario, de hecho), racista y xenófobo, e imperialista. Y sobre esto también permanece en la retina del lector la imagen de la actualidad y de fenómenos que parecen recordar tiempos pasados en cuestiones como la respuesta a la inmigración o el auge de grupos de extrema derecha en diversos países de Europa… o el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos. O el regreso de un nacionalismo en procesos como el Brexit en la relación de Reino Unido con la Unión Europea.
Por todo ello, y como conclusión, nos encontramos con un volumen que tiene numerosos alicientes comerciales para convertirse en una obra que quizá el tiempo convierta de referencia en su campo (las obras generales y de alta divulgación sobre el Tercer Reich). Un libro que por temática ya suscita de partida el interés del lector. Y es que el nazismo sigue siendo muy seductor… en cuanto a la publicación y lectura de libros sobre el tema, claro está.
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