20 de marzo de 2014

Crítica de cine: Vivir es fácil con los ojos cerrados, de David Trueba

No me resigné a que esta película desapareciera de las carteleras sin haberla visto. Y su triunfo en los últimos Premios Goya ha permitido que vuelva o se mantenga en algunas salas (de las grandes ciudades, imagino). Pero quería verla y ayer me acerqué a una sala de un multisalas, acompañado por e incluso invitado con los puntos de una tarjeta de fidelización de una amiga (que para algo han de servir). Ya estaba predispuesto a pasarlo bien, a ver esta película con los ojos muy abiertos: me gusta el estilo de David Trueba, tanto en novela como en cine, esa socarronería que de tanto en tanto saca, esa denuncia que no trata de levantar la voz porque sí. En esta película se nota esa alerta constante sobre cuestiones como "que nadie decida por mí", "que nadie os quite la dignidad" o "en este país hemos vivido con mucho miedo". Tomando la historia de Juan Carrión, profesor instituto en Cartagena hasta que se jubiló (roza los noventa años), Trueba nos invita a soñar (además de vivir) con los ojos cerrados y a que miremos la vida con optimismo y esperanza. 

La historia la debéis de conocer, supongo: un profesor de inglés, Antonio (estupendo Javier Cámara) viaja de Albacete a Almería para conocer a John Lennon, que está rodando una película, y pedirle que ponga las letras de las canciones de los Beatles en los discos. Pues él enseña inglés a través de sus canciones y de las letras. Por el camino se encontrará con una chica embarazada que regresa a su Málaga natal (Natalia de Molina) y un muchacho (Francesc Colomer), que ha huido de casa, harto de un padre (Jorge Sanz), que no es mala persona, como él mismo admite, pero que no le deja vivir con libertad (pelo largo incluido). Antonio es un tipo alegre y optimista, y contagia su "marcha" a los dos muchachos mientras tratan de entrar en el lugar de rodaje de la película y se alojan en un hotel modesto, aledaño a un restaurante donde conocen a un tipo también peculiar (Ramon Fontserè), "El Catalán", con una visión de la vida también muy curiosa.

La película es quizá algo ingenua, pero plantea muy bien ese deseo de conocer mundo, de dejarse llevar por los sueños que todos llevamos dentro. Por no dejar "que nadie decida por mí", que suena tan actual pero que en realidad es universal. El tono alegre de la película se traslada al espectador, que se deja llevar por una historia bien trabada, con personajes muy reales, con esa mirada a la represión de unos años sesenta y a unos tiempos donde la miseria era no sólo económica. "¿Esta es la música que os gusta?", dirá el personaje que encarna Jorge Sanz, con una actitud entre paternalista, incomprensiva y tierna de un padre de familia que comienza a entender que los tiempos cambian y que que quizá quienes están fuera de época no son sus hijos, sino él; como Don Draper en Mad Men...

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