En estos tiempos de estridencias visuales, con
blockbusters veraniegos de todo tipo, se agradecen películas más
sosegadas. Películas sencillas. Películas hermosas. Y El último concierto
es probablemente una de las mejores apuestas para ese espectador que
acaba empachado de pirotecnias y vanos juegos de artificio. Una pelicula
de actores consagrados como Philip Seymour Hoffman, Christopher Walken o
Catherine Keener, director desconocido (Yaron Zilberman), trama para un
público más selecto que el de un multisalas y resultados discretos para
la taquilla, pero con mucho más poso que la mayoría de pamemas que se
estrenan por estas fechas.
The Fugue es un cuarteto de éxito. Veintincinco años de existencia y de
giras siete meses al año. El violonchelo Peter (Walken), el primer
violín Daniel (Mark Ivanir), el segundo violín Robert (Hoffman) y la
viola Juliette (Keener). A su vez, Robert y Juliette se conocieron en
los primeros tiempos del cuarteto y tienen una hija, Alexandra, que
también tiene talento al violín. The Fugue fue creado por Daniel, que le
pidió a un ya consagrado Peter que se uniera, añadiéndose jóvenes
talentos como Robert y Juliette (ahijada y pupila, en muchos aspectos,
de Peter). La música clásica siempre ha estado presente en estos
personajes, si bien cada uno la vive a su manera: Daniel de modo
obsesivo y perfeccionista; Peter con reverencia al oficio, recordando a
maestros como Pau Casals; Robert con una ambición olvidada que ahora,
rondando la cincuentena, reverdece; y Juliette con mimo y pesar al mismo
tiempo, pues no ha sido fácil ser madre y música al mismo tiempo.
Preparando la nueva temporada, llegará el bombazo: Peter sufre las
primeras fases del Parkinson, enfermedad que le fuerza a replantearse su
vida y, al mismo tiempo, su presencia en el cuarteto.