Me he dedicado a buscar un póster que defina con precisión una película como Anna Karenina
de Joe Wright. Lo habitual es encontrar la típica imagen de Anna en el
centro del escenario, con Vronski y Karenin a lado y lado. Y sin embargo
sería simplificar en exceso la trama de esta nueva (en todos los
sentidos) adaptación de la novela de Lev Nikolaievich Tolstói: pues, sí,
es la historia de un adulterio y de un amor obsesivo, de la ruptura por
parte de la protagonista de los convencionalismos de un rígido código
social en la élite peterburguesa. Pero la historia de esta novela es más
compleja, y debemos agradecer a Tom Stoppard, el guionista y aclamado
autor teatral, que no se haya olvidado de quién es realmente el
protagonista de esta novela: Konstantin Dimitriévich Levin, el alter ego
del propio Tolstói, el hombre reflexivo y al mismo tiempo irascible,
debatiéndose entre la modernidad y el apego a las tradiciones rusas. Sin
Levin, la novela no es la misma, pues encarna la cara B de la propia
Anna: también duda, como Anna, y baraja romper con todo; también el amor
lo golpea y obsesiona, pero donde ella se hunde en su propio infierno (y
en aquel creado por los demás), Levin se mantiene a flote, y termina por, a
su manera, conseguir lo que siempre ha soñado.