13 de marzo de 2013

Crítica de cine: Dando la nota, de Jason Moore

Si no le ves la puñetera gracia a una serie como Glee, sobre todo en sus primeras dos temporadas, no sigas leyendo, pasa del tráiler de esta película si estás por YouTube, dedícale un par de horas a otro tipo de películas. Si no consigues engancharte a un tipo de películas con código propio –el rol universitario estadounidense, con sus estereotipos; la suspensión de la incredulidad en lo que se refiere a peña que parece que llevan ensayando dos días y ya dominan una canción; el chico-chica-chique que se encuentra con chico-chica-chique y hay un final que por previsible que sea te sigue provocando cosquillicas en la barriga–, no sé cómo sigues aún leyendo esta crítica. Y si la comedia de los años ochenta es lo peor de lo peor en tu modesta opinión, pues, ¡ja!, mejor lárgate. Porque Dando la nota es una película que mezcla todo eso, con un rol autoparódico que tiene más gracia aún cuando sospechas que no lo es al 100%; y si te acercas a una prácticamente desierta sala de cine en una primera sesión de un día muy lluvioso con la mente más o menos despejada de prejuicios (o atontada), probablemente pasarás más que un buen rato. Sin pasarnos, ¿eh?, que tampoco es la caña de España... 

Dando la nota es una película sobre universitarios desubicados que se apuntan a esos rollos tan yanquis de las actividades extracurriculares: los grupos de cantantes a capela, en los que la música se hace con la voz de sus integrantes (nosotros tenemos la tuna.. así que miradas despectivas por encima del hombro, las justas). No te voy a decir que esta es una película, ¡guaaaaaaaaaaaaaau!, espectacular (te mentiría bellacamente...), ni tampoco te voy a dorar la píldora poniéndome gafapastil y convergiendo (empezamos bien....) la gimnasia con la magnesia. Esta es una película honesta en lo que es: un grupo de chicos y chicas con sus más y sus menos que se dedican a competir en concursos de canto a capela. Por ello, la referencia más o menos pedantuela de Glee con la que he comenzado estas líneas viene al pelo: aquí vemos a los protas de la serie en la universidad; y si bien sus conflictos son mucho más livianos que en la serie (sí, no te sorprendas; si no eres capaz de ponerte por un segundo en la piel de un adolescente, es que no lo has sido). Una película entretenida y con una trama con los tópicos habituales del género universitario (con su fraternidad y todo, pero sin John Belushi).

Estamos ante una película que homenajea y referencia "clásicos" ochenteros como El club de los cinco (sí, esa película) y canciones como las de Simple Minds (aunque nos actualizamos: la nostalgia está muy bien, pero cuando le cuentas batallitas a chavales de veinte años, te miran mal). Si te olvidas por un segundo de la trascendencia del medio cinematográfico y recuerdas por qué ibas al cine en tu adolescencia (y eres consciente de que cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor), pasarás un rato más que entretenido con esta película. Una película que no va a mostrarte nada nuevo y que tampoco pretende más que eso... entretenerte y que la lagrimilla pueda surgir en tu imaginación, pues eso, que enhorabuena por ti. Al menos te lo has pasado bien.

Porque esta película quizá no merezca ni un párrafo de comentarios (y ese quizá debería ser probablemente un... probablemente) y puede que ya me esté repitiendo a mí mismo (que sí, que es entretenida, que mola mazo echar la vista atrás y todo eso, no seas cansino). Quizá la música que hay hoy en día te deja frío y pensar que la actitud e incluso la palabra carroza ya de por sí son carrozas; quizá sigas sin verle el qué a Glee y demás productos sucedáneos (créeme, High School Musical es lo peor de lo peor). Y quizá no le veas la maldita gracia a todo el asunto. Pero, ¿dónde estabas tú en la época de El club de los cinco? Pues eso.

(Y sí, soy el mismo pavo que se casca cine de arte y ensayo)

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