Pero ya desde ese tercer bloque (en particular, desde el cuarto, "El comercio, las guerras y las riquezas del mar") uno se da cuenta de que Vanoli no sólo “cuenta” una historia –o una sucesión de historias– sobre la historia humana del mar (o los mares), sino que también construye un cajón de sastre en el que, con buen criterio, cabe de todo: no sólo episodios míticos de diversas culturas –pues el ámbito que trata el autor no se circunscribe al Mediterráneo o el Atlántico, sino que abre el objetivo a océanos menos tratados en general como el Índico y el Pacífico–, sino también “historias” de animales –pulpos, delfines, focas, nutrias, ballenas, cangrejos, tiburones, tortugas, el mítico kraken…–, de técnicas e inventos (del garum y la púrpura al sushi y las salazones, de las ánforas a las cartas marinas y los portulanos, de la brújula y el sextante a la navegación por coordenadas, de las cocas a las galeras, las carabelas, los galeones, los submarinos,…), personajes históricos (Zheng He, Cristóbal Colón, James Cook, los amotinados en la Bounty,… y una larga lista) e imaginados (Ulises, Simbad, Robinson Crusoe,…), y ciudades y estados que de un modo u otro, en Europa y fuera de ella, han estado relacionados con el mar.
Son las partes cuarta y quinta, “La conquista del mar”, de los siglos medievales a inicios del siglo XIX, las que constituyen un núcleo central del volumen especialmente atractivo; y trascendiendo ámbitos europeos y del Próximo Oriente que el lector conoce, con el intercambio/choque de culturas entre cristianos, musulmanes y judíos –los grandes comerciantes de la Genizah de los siglos X-XIII que también comenta Abulafia en su obra sobre el Mediterráneo–, yendo además a adentrarse en las aguas del Índico, el Pacífico, así como tierras a menudo ignotas como la Melanesia, la Micronesia y la Polinesia (de Tahití a Tonga y el reino de Hawái), pasando por la Terra Australis y Nueva Zelanda o la búsqueda de un continente como la Antártida. La sexta parte, “La posesión del mar”, nos traslada a las grandes expediciones del siglo XIX (la búsqueda del paso del noroeste en el Ártico, por ejemplo), la conquista imperialista del globo, los grandes avances técnicos (transatlánticos como el Titanic o acorazados como el Dreadnought), la construcción de los canales de Suez y Panamá (y lo que supusieron), las dos guerras mundiales en la primera mitad del siglo XX o aspectos tan prosaicos como los contenedores en el comercio mundial del último siglo.
El tramo final del libro, más breve, nos lleva en la parte séptima a “redescubrir” el mar desde los mitos (la Atlántida o el más reciente “triángulo de las Bermudas”), la exploración submarina o las vacaciones en el mar, entre otros temas; y en la octava última parte, “El mar amenazado”, y aún más brevemente, a los riesgos y desafíos que tienen ante sí los mares en el presente y el futuro no muy lejano, de la contaminación a la extinción de las especies, pasando por la subida de los niveles de las aguas y las migraciones.
Este resumen, desde luego, apenas permite vislumbrar la riqueza y la variedad de contenidos de un volumen muy polifónico –el índice al final ya deja claramente una idea de lo que se puede uno encontrar y, en este caso, es además un acicate para llevárselo a casa desde la mesa de novedades de una librería–; con una multiplicidad de ámbitos y escenarios (tercer punto fuerte: salimos de aguas muy conocidas) y disciplinas muy diversas, y todo en pequeñas cápsulas en cada bloque, y sin que nos quedemos saciados: cada una de ellas abre la puerta a que el lector, a partir de las recomendaciones bibliográficas del final del libro y de aquello que quiera indagar por su cuenta, amén de su bagaje de lecturas propias, vaya más allá. Es un libro, en este sentido, con un envoltorio de cajón de sastre y una voluntad de que el lector no sólo disfrute de (y reflexione sobre) lo que hay en sus páginas, sino que quiera ir más allá. El volumen le proporciona una primera base, pero sin duda, y sería un cuarto punto fuerte/aliciente, le impulsa a no quedarse en ella y seguir leyendo; incluso volver a novelas de Verne, a Homero y a la literatura de viajes.
En conclusión, estamos ante una obra de agradabilísima y sólida lectura sobre los mares, la vida animal que hay en ella, el papel de los hombres a lo largo de la historia en ellos/a partir de ellos, y los muchos inventos, técnicas, episodios, aventuras y derivaciones literarias (y artísticas) que el mar, por singularizarlo, ha dado pie. Uno de esos libros que se “viven”, que cada lector hará suyo con su propio bagaje personal en lecturas y experiencias, y que además enseña e inspira.