Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
Cinematográficamente hablando, cada generación (o casi) ha tenido una versión para la gran pantalla de Mujercitas, la novela ya clásica y decimonónica de Louisa May Alcott (publicada en dos tomos en 1868 y 1869); una novela que, a su vez, ha hecho las delicias de otras tantas generaciones de lectores en los últimos ciento cincuenta años y que ha gozado de innumerables reediciones en tropecientas lenguas. En el cine y en televisión hemos tenido (y no nos detendremos a mencionarlas todas) las adaptaciones dirigidas por George Cukor en 1933 (con Katharine Hepburn en el papel de Jo), por Mervyn LeRoy en 1949 (con Elizabeth Taylor como Amy y Janet Leigh como Meg), por David Lowell Rich en una miniserie de 1978, por Gillian Armstrong en 1994 (con Wynone Ryder en el rol de Jo, Claire Danes como Beth, Kirsten Dunst como Amy, Trini Alvarado como Meg y Susan Sarandon como la matriarca, Marmee), e incluso una versión “actualizada” a los tiempos en 2018 a cargo de Claire Niederpruem y que se llevó un buen varapalo de la crítica. Que Greta Gerwig (Lady Bird, 2017) apostara por hacer “su” versión de la novela de Alcott para su segundo filme como directora concitó desde que se anunció oficialmente un gran interés por el bagaje de Gerwig y por el giro feminista que impondría sobre un texto que ya en sus tiempos anticipaba (muy a su manera, desde luego) aires nuevos para los personajes femeninos.