17 de mayo de 2018
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11 de mayo de 2018
10 de mayo de 2018
9 de mayo de 2018
8 de mayo de 2018
Crítica de cine: Roman J. Israel, Esq., de Dan Gilroy
Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
En Nightcrawler
(2014), Dan Gilroy ofreció una imagen nada esperanzadora de la
mediatización de la sociedad a través de la crónica de sucesos en unos
informativos locales, focalizando la atención en un “suministrador” de
imágenes, Louis Bloom (Jake Gyllenhaal), un parásito social que se
aprovecha de la desgracia ajena para medrar personalmente. Con su
segunda película como director, Roman J. Israel. Esq.,
Gilroy nos presenta a un personaje del todo diferente, el Roman del
título (interpretado por Denzel Washington), que constantemente añade el
“Esquire” a su nombre –un término de origen británico, a medio camino
entre el caballero y el ciudadano común, como especifica Roman en un
momento determinado del filme, y que en Estados Unidos es equivalente a
abogado–, un letrado que defiende el valor del activismo social pero
está anclado vitalmente en el pasado, y que verá como su mundo cambia
cuando su socio en el pequeño bufete legal en el que trabaja sufre un
infarto y finalmente fallece.
7 de mayo de 2018
4 de mayo de 2018
3 de mayo de 2018
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30 de abril de 2018
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26 de abril de 2018
25 de abril de 2018
24 de abril de 2018
Crítica de cine: Las leyes de la termodinámica, de Mateo Gil
Se podría decir que Mateo Gil ha estado a la sombra de Alejandro Amenábar, con quien ha escrito algunas de sus películas –Tesis, Abre los ojos, Mar adentro, Ágora–, ganadoras de numerosos, y nos equivocaríamos. De hecho, Gil ha tenido una trayectoria en paralelo a la de Amenábar, con una filmografía propia y en labores de guionista para otros directores; así, en 2005 Gil ganó el Goya al mejor guion adaptado por El método y en 2010 se llevó otro “cabezón” por el corto de ficción Dime que yo; premios en solitario a los que añadir los dos Goyas que comparte con Amenábar por los guiones de Mar adentro y Ágora. Pero no sólo de premios se curte un cineasta, lo hace sobre todo con sus experiencias, con las películas que ha realizado. Gil apuntó maneras con el thriller Nadie conoce a nadie (1999), su debut en las tareas de director, basada en la novela de Juan Bonilla y con unos crímenes en serie en la Semana Santa sevillana como trama principal. En 2006, y dentro del proyecto colectivo “Películas para no dormir”, presentó Regreso a Moira, que se presentó directamente en DVD, y en la senda de la serie televisiva Historias para no dormir (1966), de Narciso Ibáñez Serrador. No se conformó Gil con un solo género y en 2010 probó el western crepuscular en la muy sólida Blackthorn, con Sam Shepard en la piel de un anciano Butch Cassidy, y en 2017 volvió a cambiar, apostando por la ciencia-ficción en la también interesantísima Proyecto Lázaro, que tuvo, inmerecidamente, un discreto paso por las salas de cine. Culo inquieto, como podemos observar, Mateo Gil ha ido bebiendo de diversos géneros, que ha adaptado a su manera y estilo, y de este modo su carrera siempre ha llamado la atención (con resultados desiguales) en los últimos veinte años. Su última película, Las leyes de la termodinámica, logra justamente eso, que nos interese saber qué ha hecho con un género tan popular como el de la comedia romántica.
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