4 de agosto de 2017

Crítica de cine: La decisión del rey, de Erik Poppe

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Acostumbrados como estamos ya a las series nórdicas, todo un género en la ficción serial, el cine procedente de Noruega suele estilarse menos por nuestros lares y por ello todo estreno de un filme realizado en dicho país resulta un soplo de aire fresco en la cartelera cinematográfica; y más aún si cabe con un tema siempre atractivo como es la Segunda Guerra Mundial, todo un aliciente para el espectador más o menos bregado en la materia. La decisión del rey (Kongens Nei en el título original) es una metódica reconstrucción de la invasión de Noruega por parte de la Alemania de Hitler el 9 de abril de 1940 y la respuesta de su Gobierno y, sobre todo, del monarca Haakon VII; una invasión que, bajo el nombre clave de Operación Weserübung, también atacó a Dinamarca (que tardó apenas unas horas en rendirse) y presentó la excusa de que se temía que Reino Unido y Francia invadieran Escandinavia. De hecho, esta invasión fue el inicio de la Blitzkrieg alemana –la mitificada Guerra Relámpago–, que continuaría el 10 de mayo con la ofensiva alemana sobre Luxemburgo, Bélgica, Países Bajos y Francia: la conquista de Europa occidental por Alemania, que obligó a los británicos, entre el 26 de mayo y el 4 de junio, a evacuar el continente desde Dunkerque. La invasión de Noruega tendría un corolario particular y trascendental para los británicos: ante la derrota británica en el litoral noruego, dimitió el primer ministro Neville Chamberlain, que cedió el puesto al combativo Winston Churchill (por entonces Primer Lord del Almirantazgo y quien también era responsable de las operaciones navales en Noruega). Es curioso como en este 2017 se suceden una serie de películas ambientadas en 1940, como Dunkerque de Christopher Nolan, Su mejor historia de Lone Scherfig y esta producción noruega; para enero del próximo año está previsto el estreno en España de La hora más oscura, con Gary Oldman en la piel de Churchill en aquel convulso mes de mayo de 1940.

Canciones para el nuevo día (2270/1499): "Just Dance"

Lady Gaga ft. Colby O'Donis - Just Dance

Disco: The Fame (2008) 

27 de julio de 2017

Canciones para el nuevo día (2264/1493): "Uptown Funk"

Sly5thave & The Clubcasa Chamber Orchestra - Uptown Funk

Disco: Uptotwn Funk f/ The Clubcasa Chamber Orchestra - single (2015)

 

21 de julio de 2017

Crítica de cine: Dunkerque, de Christopher Nolan

El tiempo es un concepto que Christopher Nolan ha “gestionado” de diversas maneras en su filmografía. En Memento, la trama se cuenta de manera no lineal, con flashbacks y forwards en los que la acción “avanza” a la inversa. En Origen (Inception), una camioneta “tardaba” 45 minutos en caer desde un puente a un río y el tiempo se “dilataba” a medida que los personajes “profundizaban” en los sueños dentro de los sueños. En Interstellar, el viaje a través del espacio causa estragos, de modo que el tiempo se dilata tras atravesar un agujero de gusano, y lo que sucede en una hora en un planeta es mucho más largo (años, de hecho) en la Tierra. Todo ello, de alguna manera u otra, también se percibe en un filme de género histórico-bélico como es Dunkerque, en el que Nolan recrea la evacuación de la Fuerza Expedicionaria Británica (FEB) y de parte del Ejército francés desde las playas de esta ciudad del norte de Francia entre el 26 de mayo y el 4 de 1940, como consecuencia de la derrota de los aliados ante el avance de la Wehrmacht alemana (la Blitzkrieg), iniciado tres semanas antes. Arrinconados en las playas de Dunkerque y alrededores, la Operación Dinamo fue un hito, un esfuerzo por salvar a casi 350.000 soldados (dos tercios eran británicos) y hacerlos regresar a Inglaterra, y en el que la Royal Navy británica contó con la ayuda de una flotilla de pequeñas embarcaciones civiles. 

Canciones para el nuevo día (2260/1489): "La siesta"

The New Raemon - La siesta

Disco: La dimensión desconocida (2009)

15 de julio de 2017

Crítica de cine: Cars 3, de Brian Fee

Crítica publicada previamente en Fantasymundo.

Dentro del universo Pixar, Cars (John Lasseter y Joe Ranft, 2006) no es una de sus mejores películas, pero sí de las más exitosas; no suele destacar en listados y ránkings diversos pero los niños, que pasan de las críticas, la adoran (¿será por eso de que unos coches animados hablen?). En cambio su secuela, Cars 2 (John Lasseter y Brad Lewis, 2011) no genera discrepancias: no conectó con el público y decepcionó, aunque económicamente le salió rentabilísima a los estudios de animación; probablemente el protagonismo de Mate cansó a un público que sintonizaba más con las peripecias de Rayo McQueen, que asumió entonces un rol secundario en una película con la que Lasseter quiso homenajear el cine de espías. Seis años después del bache de la segunda entrega, sabiendo perfectamente Disney que iremos a verla y que Mattel venderá millones de juguetitos de los personajes, se estrena la tercera parte de la franquicia, en la que Lasseter cede la dirección al animador gráfico de las dos primeras películas, Brian Fee. Cars 3 aprende de las lecciones del fracaso de su antecesora y regresa a sus orígenes: la competición automovilística y la “familia” que Rayo McQueen (Owen Wilson en la voz original) conoció en Radiador Springs en el primer filme (y la que queda por conocer).