31 de julio de 2017
28 de julio de 2017
27 de julio de 2017
Canciones para el nuevo día (2264/1493): "Uptown Funk"
Sly5thave & The Clubcasa Chamber Orchestra - Uptown Funk
26 de julio de 2017
25 de julio de 2017
24 de julio de 2017
21 de julio de 2017
Crítica de cine: Dunkerque, de Christopher Nolan
El tiempo es un concepto que Christopher Nolan ha “gestionado” de diversas maneras en su filmografía. En Memento, la trama se cuenta de manera no lineal, con flashbacks y forwards en los que la acción “avanza” a la inversa. En Origen (Inception),
una camioneta “tardaba” 45 minutos en caer desde un puente a un río y
el tiempo se “dilataba” a medida que los personajes “profundizaban” en
los sueños dentro de los sueños. En Interstellar,
el viaje a través del espacio causa estragos, de modo que el tiempo se
dilata tras atravesar un agujero de gusano, y lo que sucede en una hora
en un planeta es mucho más largo (años, de hecho) en la Tierra. Todo
ello, de alguna manera u otra, también se percibe en un filme de género
histórico-bélico como es Dunkerque,
en el que Nolan recrea la evacuación de la Fuerza Expedicionaria
Británica (FEB) y de parte del Ejército francés desde las playas de esta
ciudad del norte de Francia entre el 26 de mayo y el 4 de 1940, como
consecuencia de la derrota de los aliados ante el avance de la Wehrmacht
alemana (la Blitzkrieg),
iniciado tres semanas antes. Arrinconados en las playas de Dunkerque y
alrededores, la Operación Dinamo fue un hito, un esfuerzo por salvar a
casi 350.000 soldados (dos tercios eran británicos) y hacerlos regresar a
Inglaterra, y en el que la Royal Navy británica contó con la ayuda de
una flotilla de pequeñas embarcaciones civiles.
20 de julio de 2017
19 de julio de 2017
18 de julio de 2017
17 de julio de 2017
15 de julio de 2017
Crítica de cine: Cars 3, de Brian Fee
Crítica publicada previamente en Fantasymundo.
Dentro del universo Pixar, Cars (John Lasseter y Joe Ranft, 2006) no es una de sus mejores películas, pero sí de las más exitosas; no suele destacar en listados y ránkings diversos pero los niños, que pasan de las críticas, la adoran (¿será por eso de que unos coches animados hablen?). En cambio su secuela, Cars 2 (John Lasseter y Brad Lewis, 2011) no genera discrepancias: no conectó con el público y decepcionó, aunque económicamente le salió rentabilísima a los estudios de animación; probablemente el protagonismo de Mate cansó a un público que sintonizaba más con las peripecias de Rayo McQueen, que asumió entonces un rol secundario en una película con la que Lasseter quiso homenajear el cine de espías. Seis años después del bache de la segunda entrega, sabiendo perfectamente Disney que iremos a verla y que Mattel venderá millones de juguetitos de los personajes, se estrena la tercera parte de la franquicia, en la que Lasseter cede la dirección al animador gráfico de las dos primeras películas, Brian Fee. Cars 3 aprende de las lecciones del fracaso de su antecesora y regresa a sus orígenes: la competición automovilística y la “familia” que Rayo McQueen (Owen Wilson en la voz original) conoció en Radiador Springs en el primer filme (y la que queda por conocer).
Dentro del universo Pixar, Cars (John Lasseter y Joe Ranft, 2006) no es una de sus mejores películas, pero sí de las más exitosas; no suele destacar en listados y ránkings diversos pero los niños, que pasan de las críticas, la adoran (¿será por eso de que unos coches animados hablen?). En cambio su secuela, Cars 2 (John Lasseter y Brad Lewis, 2011) no genera discrepancias: no conectó con el público y decepcionó, aunque económicamente le salió rentabilísima a los estudios de animación; probablemente el protagonismo de Mate cansó a un público que sintonizaba más con las peripecias de Rayo McQueen, que asumió entonces un rol secundario en una película con la que Lasseter quiso homenajear el cine de espías. Seis años después del bache de la segunda entrega, sabiendo perfectamente Disney que iremos a verla y que Mattel venderá millones de juguetitos de los personajes, se estrena la tercera parte de la franquicia, en la que Lasseter cede la dirección al animador gráfico de las dos primeras películas, Brian Fee. Cars 3 aprende de las lecciones del fracaso de su antecesora y regresa a sus orígenes: la competición automovilística y la “familia” que Rayo McQueen (Owen Wilson en la voz original) conoció en Radiador Springs en el primer filme (y la que queda por conocer).
14 de julio de 2017
Crítica de cine: Su mejor historia, de Lone Scherfig
Crítica publicada previamente en Fantasymundo.
La Segunda Guerra Mundial se luchó en muchos frentes y uno de ellos fue el cine de propaganda. Con esta etiqueta podemos evocar la labor de cineastas, guionistas y actores en ambos bandos que crearon y participaron en filmes para mantener y elevar la moral en el frente doméstico, en la retaguardia. Alemanes y estadounidenses, especialmente, jugaron un rol predominante, los primeros desde antes de que estallara la contienda (y con el empeño del ministro de Propaganda Joseph Goebbels y los estudios UFA) y los segundos una vez entraron en ella en diciembre de 1941. Al respecto de estos últimos, recientemente Netflix ha emitido la estupenda miniserie documental La guerra en Hollywood (Five Came Back: A Story of Hollywood and the Second World War), en la que cinco directores contemporáneos (Steven Spielberg, Franciss Ford Coppola, Guillermo del Toro, Paul Greengrass y Lawrence Kasdan) presentan y narran la experiencia de cinco grandes directores de la época dorada de Hollywood durante la guerra y los documentales que realizaron en esos años: William Wyler, John Huston, Frank Capra, John Ford y George Stevens. No fue menos importante el esfuerzo de soviéticos y británicos, y para estos últimos, cuando tras la caída de Francia en Europa occidental quedaron prácticamente solos ante el enemigo alemán, el cine fue, con mayor motivo si cabe, una herramienta esencial.
La Segunda Guerra Mundial se luchó en muchos frentes y uno de ellos fue el cine de propaganda. Con esta etiqueta podemos evocar la labor de cineastas, guionistas y actores en ambos bandos que crearon y participaron en filmes para mantener y elevar la moral en el frente doméstico, en la retaguardia. Alemanes y estadounidenses, especialmente, jugaron un rol predominante, los primeros desde antes de que estallara la contienda (y con el empeño del ministro de Propaganda Joseph Goebbels y los estudios UFA) y los segundos una vez entraron en ella en diciembre de 1941. Al respecto de estos últimos, recientemente Netflix ha emitido la estupenda miniserie documental La guerra en Hollywood (Five Came Back: A Story of Hollywood and the Second World War), en la que cinco directores contemporáneos (Steven Spielberg, Franciss Ford Coppola, Guillermo del Toro, Paul Greengrass y Lawrence Kasdan) presentan y narran la experiencia de cinco grandes directores de la época dorada de Hollywood durante la guerra y los documentales que realizaron en esos años: William Wyler, John Huston, Frank Capra, John Ford y George Stevens. No fue menos importante el esfuerzo de soviéticos y británicos, y para estos últimos, cuando tras la caída de Francia en Europa occidental quedaron prácticamente solos ante el enemigo alemán, el cine fue, con mayor motivo si cabe, una herramienta esencial.
13 de julio de 2017
12 de julio de 2017
11 de julio de 2017
10 de julio de 2017
7 de julio de 2017
Crítica de cine: Llega de noche, de Trey Edward Shults
Esta crítica se publicó previamente en Fantasymundo.
Quien esto escribe no es un seguidor del cine de terror en sus múltiples variantes. Reconoce los códigos del género, pero suelen dejarle frío; incluso los momentos de mayor yuyu a menudo le provocan la risa, mientras que suele estremecerse de pavor con cosas más mundanas. Pero le picó la curiosidad cuando tuvo noticias del estreno de esta película y se dijo “¿por qué no?”. A priori, se me dirá, esta no es una película estrictamente “de miedo” (uno podría responder que se le proporcione una definición al uso); si acaso, terror psicológico, alejado del slasher de toda la vida, y que últimamente parece vivir buenos tiempos. El horror a lo que no se puede ver pero se siente en cada poro de la piel y en cada pelo erizado. Llega de noche llega, valga la redundancia, a las salas de cine este verano con la intención de que sintamos un miedo por algo que no existe realmente o que se nutre de otros temores más primarios: el horror a una enfermedad contagiosa y letal, a que alguien entre en el sanctasanctórum de nuestro hogar y nos quiera hacer daño. Y con esos mimbres Trey Edward Shults construye un filme que funciona muy bien por la eficaz simplicidad de sus ingredientes.
Quien esto escribe no es un seguidor del cine de terror en sus múltiples variantes. Reconoce los códigos del género, pero suelen dejarle frío; incluso los momentos de mayor yuyu a menudo le provocan la risa, mientras que suele estremecerse de pavor con cosas más mundanas. Pero le picó la curiosidad cuando tuvo noticias del estreno de esta película y se dijo “¿por qué no?”. A priori, se me dirá, esta no es una película estrictamente “de miedo” (uno podría responder que se le proporcione una definición al uso); si acaso, terror psicológico, alejado del slasher de toda la vida, y que últimamente parece vivir buenos tiempos. El horror a lo que no se puede ver pero se siente en cada poro de la piel y en cada pelo erizado. Llega de noche llega, valga la redundancia, a las salas de cine este verano con la intención de que sintamos un miedo por algo que no existe realmente o que se nutre de otros temores más primarios: el horror a una enfermedad contagiosa y letal, a que alguien entre en el sanctasanctórum de nuestro hogar y nos quiera hacer daño. Y con esos mimbres Trey Edward Shults construye un filme que funciona muy bien por la eficaz simplicidad de sus ingredientes.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)