19 de octubre de 2019

Crítica de cine: Retrato de una mujer en llamas, de Céline Sciamma

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Francia, 1770. Una pintora, Marianne (Noémie Merlant) posa para unas jóvenes aprendizas en lo que parece una clase de dibujo. Al finalizar la clase, una de las “alumnas” le pregunta por un cuadro colgado en la pared, lo cual lleva a Marianne a apelar a sus recuerdos. La acción se traslada inmediatamente a una localidad costera de la Bretaña a la que llega Marianne en barca, cargada con sus bártulos. Se dirige a una casa señorial en la que sólo está una jovencísima criada, Sophie (Luàna Bajrami), que atiende sus primeras necesidades. La llegada de la señora, una condesa (Valeria Golino), revela el propósito de la estancia de Marianne: debe pintar un retrato de su hija, Heloïse (Adèle Haenel), un cuadro que servirá para fraguar su matrimonio con un hombre de buena cuna en Milán al que la joven no conoce. Un matrimonio de conveniencia, queda claro, y al que Heloïse, aun queriendo, no puede oponerse de otra manera que con el silencio. Por este motivo, la condesa le pide a Marianne que se haga pasar por dama de compañía de su hija, vaya con ella en sus paseos matutinos y, de este modo, a hurtadillas, se fije en los detalles de su rostro y en la privacidad de su habitación por las tardes la pinte a partir de lo que ha quedado en su memoria reciente. Y así comienza una relación distante, con una Heloïse a menudo malhumorada; una recopilación de detalles por parte de Marianne, una sucesión de miradas furtivas, insistentes, disimuladas, paulatinamente fascinadas… y también una historia de amor y deseo que, desde luego, no puede acabar en un final feliz para las dos jóvenes.

8 de octubre de 2019

Efemérides historizadas (XLI): 8 de octubre de 451 - comienza el Concilio de Calcedonia

Un 8 de octubre de 451 se inició el Concilio de Calcedonia, que para los mortales de hoy en día, sobre todo entre los cristianos, les sonará a chino, si es que les suena a algo. Fue el cuarto concilio ecuménico, tras los de Nicea (324), Constantinopla (381) y Éfeso (431), y trató de poner un poco de "orden" en el mejunje dogmático de la Iglesia cristiana, desde su "legalización" por Constantino... sin lograrlo. Si en Nicea, Constantino medió entre la ortodoxia católica y el arrianismo, que negaba la idea de la Santa Trinidad (Dios es uno, y no trino, y Jesús está supeditado a Dios padre), para finalmente ponerse del lado ortodoxo —y abriendo un cisma que se trasladaría a los pueblos "bárbaros" que en en el siglo siguiente se asentarían en diversas partes del Imperio (Clodoveo de los francos no se convirtió al catolicismo hasta finales del siglo V, Recaredo de los visigodos hasta 587)—, en Calcedonia las cosas siguieron igual de disputadas.
 

Canciones para el nuevo día (2837/2056): "I Saw the Light"

Todd Rundgren - I Saw the Light 

Disco: Something/Anything? (1972)


30 de septiembre de 2019

Reseña de El bestiario de las catedrales, de Mario Agudo Villanueva

A veces el título de un libro e incluso su cubierta pueden dar pie a engaño: puede parecer que versa sobre un aspecto que nos interesa o pica la curiosidad y acabar tratando aspectos no necesariamente diferentes, pero sí enfocados desde otra perspectiva. Miremos este caso: el título es sugerente, pues relaciona dos elementos que llaman la atención y para bien (bestiarios y catedrales); y el diseño de la cubierta, con esas imágenes de gárgolas y seres fabulosos que remiten a ese elemento decorativo en los canalones de desagüe de los techos de las catedrales, ¡cómo no va a resultar atractivo! Más de un lector pensará en novelas y libros sobre el tema, otro evocará alguna película o incluso aquella serie de televisión que tan buen sabor de boca le dejó (o quizá no). Pero es que este libro no trata de eso, de gárgolas y el imaginario de seres fantasmagóricos, infernales. Sí es cierto que indirectamente ambas cuestiones, catedrales (sobre todo románicas) e imágenes de animales y seres fantásticos, están presentes en este libro; pero no son el quid de la cuestión. ¿Y entonces? ¿De qué va el libro? Pues quédese el lector con el subtítulo, que en este caso viene arriba del todo en la cubierta: “Animales y seres fantásticos del mundo antiguo al medievo cristiano”; este es el auténtico quid de la cuestión y el leitmotiv de este, lo anticipamos, delicioso volumen y con el que el lector curioso no se sentirá decepcionado (o al menos no debería). 

Canciones para el nuevo día (2831/2050): "That Thing You Do!"

The Wonders - That Thing You Do! 

Disco: That Thing You Do! - soundtrack (1996)


27 de septiembre de 2019

Reseña de La ruta del conocimiento: la historia de cómo se perdieron y redescubrieron las ideas del mundo clásico, de Violet Moller

Nota: esta reseña parte de la lectura de la edición original, The Map of Knowledge. How Classical Ideal Were Lost and Found: a History in Seven Cities (Pan Macmillan, 2019). Las citas textuales se toman de esta edición original.

Suele ser un lugar común, historiográficamente ya superado, que el conocimiento científico, la producción de libros e incluso el intercambio cultural se cortocircuitó con la «caída» del Imperio Romano (de Occidente). De este modo, los siglos medievales serían «oscuros», el esplendor de la cultura clásica se apagó y la ortodoxia cristiana persiguió a los paganos y su cultura, destruyéndose cientos de obras escritas, templos, monumentos, etc.[1] En cierto modo el primer capítulo de este libro abunda sobre esta idea: tomado como referencia el año 500, se indaga en la pervivencia de las obras de tres científicos del mundo clásico: Euclides (c. 325-c.265 a.C.), matemático que escribió una obra de enorme influencia, Elementos; Claudio Ptolomeo (c.100-c.170/180), geógrafo y astrónomo, cuyo tratado astronómico, el Almagesto, recibió este nombre por parte de los árabes;[2] y Galeno (129-216), médico y cirujano, cuya extensísima obra fue epitomizada en los siglos medievales.

Canciones para el nuevo día (2830/2049): "You Never Can Tell"

Chuck Berry - You Never Can Tell

Disco: St. Louis to Liverpool (1964)