20 de agosto de 2019
19 de agosto de 2019
18 de agosto de 2019
Crítica de cine. Érase una vez en Hollywood, de Quentin Tarantino
Con un título de cuento de hadas (“Érase una vez…) y con Hollywood como escenario, la 9ª película de Quentin Tarantino –con ese número ordinal que tanto se promociona en carteles y teasers publicitarios, previo a ese supuestamente último y décimo filme original del cineasta estadounidense, si no contamos ese proyecto de Star Trek que tiene más ojos que el Guadiana, que pondrá fin a su carrera… presuntamente– parece ser la culminación de una carrera. De hecho, si tiramos de memoria histórica, resulta lógica una película como Érase una vez en Hollywood en la filmografía de Tarantino, tenía que llegar, contemplas filias cinéfilas (y cinéfagas) de alguien que parece haberse preparado toda su vida para un filme de estas características. Presentada en el Festival de Cine de Cannes el pasado mes de mayo y estrenada en Estados Unidos el 26 de julio, llega a las carteleras veraniegas españolas un filme que en su montaje para salas dura 165 minutos, pero no ofrece todo el metraje rodado por Quentin: tendremos que esperar a la versión extendida (con las escenas eliminadas) de cuatro horas en formato miniserie que ofrecerá Netflix más adelante para disfrutar de todo lo que quiso contar en este filme y finalmente no pudo. (Nota: la verdad sea dicha, a estas alturas de películas de estándares Vengadores, tampoco pasaría nada si se estrenase en salas dicho montaje último, aunque los exhibidores se rasgarían las vestiduras y se estrujarían las meninges para encontrar pases de un filme de cuatro horas.) Cierto es que esas casi tres horas dejan una sensación de que se ha escamoteado (bastante) en la sala de montaje y ello se percibe en una versión para la gran pantalla que tiene algunos problem(ill)as de ritmo.
16 de agosto de 2019
15 de agosto de 2019
14 de agosto de 2019
13 de agosto de 2019
12 de agosto de 2019
9 de agosto de 2019
8 de agosto de 2019
7 de agosto de 2019
6 de agosto de 2019
5 de agosto de 2019
Crítica de cine: El gran Buster, de Peter Bogdanovich
Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
En una secuencia de Soñadores (Bernardo Bertolucci, 2003), dos de los protagonistas, Theo (Louis Garrel) y Matthew (Michael Pitt) discuten sobre quién es mejor, si Charles Chaplin o Buster Keaton. Todo viene a cuenta a partir de una cita que lee Theo de un libro (no se menciona al autor, pero es de suponer que pertenezca –o Bertolucci la adapte– a algún cineasta francés de la Nouvelle Vague que echara la vista atrás, a las primeras décadas del cine en Estados Unidos): «La diferencia entre Keaton y Chaplin es la diferencia entre la prosa y la poesía, entre la aristocracia y el vagabundo, entre la excentricidad y el misticismo, entre el hombre como máquina o como ángel». La discusión, en cierto modo, es un clásico en los debates cinéfilos que se precien: ¿quién era mejor, quién más gracioso: Keaton o Chaplin? Una “rivalidad” creada más a posteriori que en su momento. (Nota: no olvidemos tampoco al tercero en discordia, Harold Lloyd).
3 de agosto de 2019
Crítica de cine: Rojo, de Benjamín Naishtat
Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
Hay ocasiones (y no son pocas) en que uno siente envidia del cine argentino por mostrar, con más o menos tapujos, episodios espinosos de su historia, en este caso la asonada de 1976 que dio paso a la dictadura militar que se mantendría hasta 1983. Un caso (de muchos) es Roma –no confundir con la reciente (y magnífica) película mexicana de Alfonso Cuarón–, filme de Adolfo Aristarain (2004), que nos situaba en la juventud de un futuro escritor en aquel país en las décadas de los años sesenta y setenta. Sobre las consecuencias del gobierno de la Junta Militar, y las desapariciones, me viene también a la cabeza Kamchatka (Marcelo Piñeyro, 2002). Y, desde este lado del charco, mencionaría también Los condenados (Isaki Lacuesta, 2009), que indaga en el concepto de la memoria histórica en relación con aquel luctuoso capítulo de la historia argentina (y que, en cierto modo, simboliza el de otros países hispanoamericanos en aquella época). Desde aproximaciones muy diferentes, estos tres filmes (espolón de proa de muchos más, desde luego) indagan en el camino que condujo al golpe de estado de marzo de 1976. De otra manera lo hace Benjamín Naishtat con Rojo, presentada en la edición de 2018 del Festival de Cine de San Sebastián y que, con cierto retraso, llega a las salas españolas.
2 de agosto de 2019
Canciones para el nuevo día (2790/2009): "This Guitar (Can't Keep From Crying)"
George Harrison - This Guitar (Can't Keep From Crying)
1 de agosto de 2019
31 de julio de 2019
Reseña de Nein! Standing Up to Hitler 1935-1944, de Paddy Ashdown, con la colaboración de Sylvie Young
Nota: la lectura de este libro se realizó en noviembre de 2018.
Cuando hace algo más de un año tuve noticias de este libro, Nein! Standing Up to Hitler 1935-1944 (William Collins, 2018). buscando entre las novedades que Amazon UK anunciaba para aquel otoño, me picó la curiosidad. Al principio pensé que sería «otro» libro sobre el atentado de Stauffenberg contra Hitler en julio de 1944; y al leer los primeros capítulos, en los que se presenta a los tres grandes protagonistas de este libro (son muchos los actores que participan, pero estos tres siempre están presentes a lo largo de sus páginas), es decir, Carl Goerdeler, Ludwig Beck y Wilhelm Canaris, mis impresiones iniciales se enfriaron aún más. Sobre Canaris, el almirante y director de la Abwehr, el servicio de inteligencia militar alemán, entre 1935 y 1944, se ha escrito mucho en particular —en castellano, por ejemplo, contamos con El enigma del almirante Canaris: historia del jefe de los espías de Hitler de Richard Bassett (Crítica, 2006; original en inglés de 2005)—; Beck y Goerdeler, el militar retirado y quien fuera alcalde de Leipzig hasta 1935, respectivamente, aparecen habitualmente en obras diversas sobre el Reich nazi. “Temí” pues, que el libro de Ashdown fuera más de lo mismo en relación con un tema como el del nazismo que, reconozcámoslo, “vende” mucho. Pero al cabo de apenas cien páginas ya estaba atrapado por una obra que, reconoce el autor, no aporta nada radicalmente nuevo, pero (afirmamos) lo cuenta todo muy bien.
30 de julio de 2019
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