11 de diciembre de 2017
8 de diciembre de 2017
7 de diciembre de 2017
6 de diciembre de 2017
5 de diciembre de 2017
4 de diciembre de 2017
2 de diciembre de 2017
Crítica de cine: El sacrificio de un ciervo sagrado, de Yorgos Lanthimos
Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
Yorgos Lanthimos llamó la atención en 2009 con su
filme Canino y confirmó su trayectoria en 2015 con Langosta,
peculiarísima y muy íntima revisitación de una ciencia-ficción que
últimamente nos está dando muchas alegrías. En esta ocasión, el director
y guionista griego remite su última película. El sacrificio de un
ciervo sagrado, a la ley del talión y a un mito sobre el castigo y la
retribución; palabras que, por cierto, y de una manera muy descarnada,
veremos convertirse en realidad en un momento determinado del filme,
cuando uno de los personajes se arranca de un mordisco un pedazo de
carne de su brazo y lo escupe, y le dice a otro que lo que acaba de
contemplar es una «metáfora». Y es que el mito de Ifigenia está presente
más allá del título de la película. Un mito que cuenta cómo Agamenón
tuvo que hacer frente a la venganza divina tras cazar a un ciervo en un
bosque consagrado a Artemisa y regodearse de ser el mejor cazador; ante
tal soberbia (hubrys), la diosa impidió que los vientos llevasen a las
naves griegas a Troya hasta que el caudillo aqueo no realizara un
sacrificio de sangre: ese sería su castigo (némesis).
1 de diciembre de 2017
Crítica de cine: Coco, de Lee Unkrich y Adrian Molina
Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
Pixar siempre trata de ir adelante en sus
historias, no conformarse con lo ya visto… aunque desde hace un tiempo
nos dé secuelas y franquicias; claro que, si son como la serie Toy
Story, servidor firma ya. Y es verdad: en los últimos tiempos, hemos
tenido secuelas de algunos de sus grandes éxitos –Buscando a Dory, Cars
3–, que quedan lejos de sus primeras partes y de maravillas como Del
revés (Inside Out) y que se echaba de menos alguna historia “nueva”,
arriesgando y demostrando por qué el estudio de John Lasseter, Pete
Docter, Brad Bird, Andrew Stanton y unos cuantos más sigue siendo la
mejor fábrica de animación (ahora dentro de Disney) del mundo
cinematográfico actual. Con Coco, codirigida por Lee Unkrich (Toy Story 3)
y el animador Adrian Molina (con ascendientes mexicanos) se nos ha dado
una película “diferente”, llena de colorido y emotividad, pero también
queda la sensación de que, más allá de lo visual (una maravilla, lo
anticipamos), se ha tirado de oficio y de fórmulas ya muy manidas.
30 de noviembre de 2017
29 de noviembre de 2017
28 de noviembre de 2017
27 de noviembre de 2017
Canciones para el nuevo día (2351/1580): "Make Me Smile (Come Up and See Me)"
Steve Harley & Cockney Rebel - Make Me Smile (Come Up and See Me)
24 de noviembre de 2017
Reseña de El instante más oscuro: Winston Churchill en mayo de 1940, de Anthony McCarten
Nota: esta reseña parte de una lectura del original en inglés.
«En aquel mes de mayo, Winston Churchill se convirtió
en Winston Churchill».
De tanto en tanto aparecen libros que recopilan
discursos que “han hecho” historia y que con una clara voluntad motivacional,
recogen la esencial de un personaje y las palabras que pronunció en un momento
determinado: así, de Discursos que
inspiraron la historia de Jacob Field (EDAF, 2014) pasamos al reciente Cien
años de grandes discursos: desde 1916 hasta la actualidad de Francisco García
Lorenzana (Plataforma, 2017), sin dejar de lado una selección de las mejores
piezas oratorias de Barack Obama, Un mundo
mejor para nuestros hijos: discursos 2009-2016 (Duomo Ediciones, 2017),
considerado el mejor orador de los tiempos recientes (incluso más allá del «Yes, We Can!”»), nos aventuraríamos a decir que el discurso está de moda;
aunque la cosa seguramente va por barrios: por nuestros lares la ciudadanía no
aprecia demasiado la oratoria de los políticos, aunque se conceda algún premio a Mariano Rajoy como el mejor orador parlamentario. Probablemente se recuerden pocos
discursos de Rajoy (o de cualquiera de los otros líderes políticos; en cambio sí
se suelen citar pifias y frases provocadoras), pero de Winston Churchill
prácticamente todo el mundo recordará cuando declamó aquello de «no tengo
nada que ofrecer [al pueblo británico] sino sangre, esfuerzo, lágrimas y
sudor» (I have nothing to offer but blood, toil, tears and sweat). La ocasión fue un
pleno de la Cámara de los Comunes el 13 de mayo de 1940, y fue su primera
intervención como primer ministro británico ante sus colegas parlamentarios,
tras la dimisión de Neville Chamberlain, cuatro días antes, forzado por la
desastrosa operación británica en Noruega (y de la que el propio Churchill,
como Primer Lord del Almirantazgo, por segunda ocasión desde 1915, tenía una
cierta responsabilidad). Y es que los discursos ayudan a forjar la leyenda de
un personaje, más en el caso de alguien tan peculiar como Winston Churchill y
que en el imaginario colectivo se asocian al coraje, la audacia y la
resistencia.
23 de noviembre de 2017
22 de noviembre de 2017
21 de noviembre de 2017
20 de noviembre de 2017
17 de noviembre de 2017
Crítica de cine: Una razón para vivir, de Andy Serkis
Quizá no haya nada tan elástico en el mundo del
cine como la etiqueta “basado en hechos reales”; de hecho, es un género
en sí mismo: dices “voy a ver una película basada en hechos reales” y
mucha gente ya se hace una idea de qué vas a ver al cine. La televisión
se nutre habitualmente de producciones “basadas en hechos reales” que
suelen emitirse los fines de semana, muchas veces en horario de
sobremesa. A veces, esa “historia basada en hechos reales” tiene el
suficiente empaque, medios, actores de relieve y quizá algún director
que hace tiempo se durmió en los laureles como para que se estrene en la
gran pantalla y con todo lujo de detalles sobre lo emotiva, llena de
coraje e impactante –lo que a veces suele ser un eufemismo de
lacrimógena, sobreactuada y llena de tópicos– que es dicha producción.
Cinismos al margen (no estoy diciendo de entrada que esta película
acumule esos epítetos y calificaciones… ¿o quizá sí?), lo cierto es que
un filme “basado en hechos reales” suele llamar la atención, pues nos
traslada a historias de personas normales como tú y yo en situaciones
vitales en las que muchos de nosotros no habríamos sabido qué hacer o
cómo tirar para adelante. Sí, es fácil criticar este tipo de productos
cinematográficos… pero quizá sea porque no nos ha tocado lidiar con esos
problemas. O porque somos alérgicos al dramatismo. Vale, lo admito, he
caído de nuevo en el cinismo…
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