12 de abril de 2017
11 de abril de 2017
10 de abril de 2017
7 de abril de 2017
Crítica de cine: Life, de Daniel Espinosa
Crítica publicada previamente en Fantasymundo.
Como bien sabemos, la ciencia-ficción enfocada a mirar más allá de nuestro mundo es un género recurrente en el cine y en los últimos años hemos asistido a buenas muestras de ella: la belleza y el peligro del vacío en Gravity (Alfonso Cuarón, 2013); la búsqueda de nuevos mundos que poblar ante la certeza del final de la Tierra en Interstellar (Christopher Nolan, 2014) o el contacto con una especie extraterrestre que llega a nuestro planeta en La llegada (Arrival) (Denis Villeneuve, 2016). Sobre este último aspecto, y como ya comentamos en la crítica correspondiente, Hollywood ha hecho muchas variaciones, con la dicotomía esencial entre el contacto amistoso y aquel más peliagudo, violento y… letal. En este último caso, apartándonos de los Independence Day de turno, en ocasiones el género espacial se mezcla con el thriller, el terror o incluso el gore. E inevitablemente el espectador potencial de esta película pensará en Alien: el octavo pasajero de Ridley Scott (1979) como espejo en el que se ha mirado Life del director sueco de origen chileno Daniel Espinosa. Y es que la odisea de la teniente Ripley y del bicho alienígena siempre está ahí, latente.
Como bien sabemos, la ciencia-ficción enfocada a mirar más allá de nuestro mundo es un género recurrente en el cine y en los últimos años hemos asistido a buenas muestras de ella: la belleza y el peligro del vacío en Gravity (Alfonso Cuarón, 2013); la búsqueda de nuevos mundos que poblar ante la certeza del final de la Tierra en Interstellar (Christopher Nolan, 2014) o el contacto con una especie extraterrestre que llega a nuestro planeta en La llegada (Arrival) (Denis Villeneuve, 2016). Sobre este último aspecto, y como ya comentamos en la crítica correspondiente, Hollywood ha hecho muchas variaciones, con la dicotomía esencial entre el contacto amistoso y aquel más peliagudo, violento y… letal. En este último caso, apartándonos de los Independence Day de turno, en ocasiones el género espacial se mezcla con el thriller, el terror o incluso el gore. E inevitablemente el espectador potencial de esta película pensará en Alien: el octavo pasajero de Ridley Scott (1979) como espejo en el que se ha mirado Life del director sueco de origen chileno Daniel Espinosa. Y es que la odisea de la teniente Ripley y del bicho alienígena siempre está ahí, latente.
6 de abril de 2017
5 de abril de 2017
4 de abril de 2017
3 de abril de 2017
31 de marzo de 2017
Crítica de cine: Mañana empieza todo, de Hugo Gélin
Crítica publicada previamente en Fantasymundo.
Desde Tres solteros y un biberón (Coline Serreau,
1985), cada cierto tiempo se realizan películas sobre padres que hasta
entonces no les pasaba por la cabeza hacerse cargo de la crianza de un
hijo o una hija. Son hombres egoístas, workaholics o simplemente
inmaduros e irresponsables que de un día para otro se encuentran con un
bebé en el felpudo ante la puerta de su casa y deben lidiar con una
situación que les supera en todos los sentidos. De aquella película
francesa –que tuvo una secuela en 2003–, Hollywood, siempre a la caza de
historias que contar y adaptar a su propio imaginario, hizo un remake,
Tres hombres y un bebé (Leonard Nimoy, 1987), que también tuvo su
secuela unos pocos años después (Tres hombres y una pequeña dama, 1991).
Por el camino llegaron películas con padres irresponsables al cuidado
de adolescentes problemáticas, como Mi padre, mi héroe (Gérard Lauzier,
1991), con Gérard Depardieu al frente y que se prestó para interpretar
el mismo papel en un remake en coproducción franco-estadounidense, Mi
padre, ¡qué ligue! (Steve Miner, 1994), con una jovencísima Katherine
Heigl en el rol de la despendolada chiquilla. Tuvimos a padres coraje
como el que interpretó Roberto Benigni en La vida es bella (1999) o
también el torturado progenitor en cuya piel se metió Will Smith en la
película En busca de la felicidad (Gabriele Muccino, 2006), siendo el
niño al que cuidar su propio hijo Jaden. Y he aquí que nos llega Mañana
empieza todo (Hugo Gélin, 2016), con Omar Sy al frente como un niño
grande al que le cae la responsabilidad de cuidar de una hija de la que
ni sabía la existencia. Y curiosamente esta vez se trata de un remake
francés de una película, No se aceptan devoluciones (Eugenio Derbez,
2013), de la que calca argumento adaptándolo a la realidad
franco-británica.
30 de marzo de 2017
29 de marzo de 2017
28 de marzo de 2017
27 de marzo de 2017
24 de marzo de 2017
23 de marzo de 2017
22 de marzo de 2017
21 de marzo de 2017
20 de marzo de 2017
Crítica de cine: Los Hollar, de John Krasinski
Crítica publicada previamente en Fantasymundo.
De tanto en tanto llegan a la gran pantalla dramedias de bajo-mediano presupuesto, y a menudo ligadas a un cierto espíritu “independiente”, que se alejan del ya sobado concepto de la comedia romántica (¿sigue vivo este subgénero o Katherine Heigl y Ashton Kutcher les dieron la estocada final?). Suelen ser historias con una cierta fórmula repetitiva en la que Chico/Chica Que Vive En La Gran Ciudad recibe una llamada que le hace volver al Pueblo o la Pequeña Ciudad en la que se crio por un asunto de familia. El Regreso Temporal, en medio de una Crisis Personal/Profesional, sirve de excusa para que el Protagonista, generalmente en la Treintena o rozando ya los Cuarenta, apriete el botón de la Nostalgia y recuerde los añejos Glory Days, o ponga el disco con los temas que suelen asociárseles: la Juventud, el Instituto, la Chica/el Chico del Instituto, los Sueños que no llegaron o la Realidad que deslució esos Sueños, etc.).La comedia se tiñe en algún momento de drama, pero queda un Optimismo y un cierto Buen Rollo Vital, quizá una Esperanza, que al final son siempre las cosas que te sueles quedar. La Familia suele erigirse en el núcleo de la narración, o mejor dicho, la Familia como Refugio Emocional, los Amigos del Pasado como Ancla que nos mantiene aferrados a ese Pasado, quedando para los últimos minutos de la película la Partida hacia la Gran Ciudad tras el Momento Catártico Que Lo Soluciona/Explica Todo.
De tanto en tanto llegan a la gran pantalla dramedias de bajo-mediano presupuesto, y a menudo ligadas a un cierto espíritu “independiente”, que se alejan del ya sobado concepto de la comedia romántica (¿sigue vivo este subgénero o Katherine Heigl y Ashton Kutcher les dieron la estocada final?). Suelen ser historias con una cierta fórmula repetitiva en la que Chico/Chica Que Vive En La Gran Ciudad recibe una llamada que le hace volver al Pueblo o la Pequeña Ciudad en la que se crio por un asunto de familia. El Regreso Temporal, en medio de una Crisis Personal/Profesional, sirve de excusa para que el Protagonista, generalmente en la Treintena o rozando ya los Cuarenta, apriete el botón de la Nostalgia y recuerde los añejos Glory Days, o ponga el disco con los temas que suelen asociárseles: la Juventud, el Instituto, la Chica/el Chico del Instituto, los Sueños que no llegaron o la Realidad que deslució esos Sueños, etc.).La comedia se tiñe en algún momento de drama, pero queda un Optimismo y un cierto Buen Rollo Vital, quizá una Esperanza, que al final son siempre las cosas que te sueles quedar. La Familia suele erigirse en el núcleo de la narración, o mejor dicho, la Familia como Refugio Emocional, los Amigos del Pasado como Ancla que nos mantiene aferrados a ese Pasado, quedando para los últimos minutos de la película la Partida hacia la Gran Ciudad tras el Momento Catártico Que Lo Soluciona/Explica Todo.
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