21 de diciembre de 2016
20 de diciembre de 2016
19 de diciembre de 2016
18 de diciembre de 2016
Crítica de cine: Operación Antropoide, de Sean Ellis
Había muchas ganas de ver esta película, que
recoge el desarrollo de la operación que tenía como objetivo asesinar a
Reinhard Heydrich, Protector de Bohemia, Moravia y director de la
Oficina Central de Seguridad del Reich e "ingeniero" de la llamada
Solución Final. Una operación orquestada por el gobierno de
Checoslovaquia en el exilio londinense (y por orden directa de su
presidente, Edvard Beneš) y que logró indirectamente su propósito:
Heydrich, herido de gravedad en el atentado, murió en Praga unos días
después a causa de una septicemia. Unos días después del atentado, y
delatados por uno de los rebeldes checos, el comando que perpetró el
atentado, así como algunos miembros más de la resistencia checa, se
refugiaron en la iglesia de los santos Cirilo y Metodio y durante siete
horas hicieron frente al ataque de cientos de soldados alemanes. Pero el
final no podía tardar en llegar y los siete guerrilleros checos se
suicidaron antes que caer en manos de los alemanes. Para entonces, sin
embargo, una feroz represión por parte de los ocupantes alemanes había
provocado el asesinato de cientos de habitantes del pueblo de Lidice. De
hecho, alrededor de cinco mil checos, incluidas mujeres y niños, fueron
ejecutados como represalia por parte de los ocupantes. La Operación
Antropoide tuvo éxito, indirectamente, y logró el objetivo de acabar con
uno de los principales jerarcas nazis, pero el precio que se pagó fue
enorme. ¿Quizá demasiado? Sean Ellis a la postre no se pregunta si valía
la pena pagar ese precio, pues su intención no se centra tanto en las
consecuencias del atentado (que, de todos modos, se hacen patentes en el
relato de alguna manera) como en narrar una historia de héroes. Y quizá
el problema es que el filme acaba perdiendo la perspectiva para
alcanzar un tono épico que no acaba de conseguir.
16 de diciembre de 2016
Crítica de cine: Rogue One, de Gareth Edwards
Tras una notable campaña viral en los últimos meses, se estrenó Rogue One ayer a partir de ciertas horas (en
Barcelona fue a las 19h.) y sin pase de prensa previo para la crítica.
Había curiosidad por mi parte, también algo de recelo en virtud del Episodio VII, que me dejó bastante insatisfecho... y eso que ses el inicio de una nueva trilogía. Rogue One no es una precuela al uso, sino una película que se sitúa (en cierto modo) en paralelo con el Episodio IV; o si acaso cuando termina Rogue One comienza el Episodio IV:
la trama principal es, como ya sabréis, la operación para robar los
planos de la Estrella de la Muerte, cuya destrucción será el objetivo
último de la Alianza Rebelde en la primera película que vimos de la
serie de películas de George Lucas. Por tanto, el subtítulo "Una
historia de Star Wars" es más que apropiado. Y resulta a priori la mar
de curioso: coger algo que es el leitmotiv de una película y que
simplemente se menciona (el robo de los planos) y construir una película
entera. Presentamos a una heroína (como en el Episodio VII), una
relación paterno-filial que quedó en suspenso (como Luke y Sarth Vader),
un grupo de activistas (por llamarlos de alguna manera) de la Rebelión
con una misión que cumplir y un villano al que enfrentarse... y que a su
vez debe pleitesía a varios villanos de altura (Vader, para empezar).
15 de diciembre de 2016
14 de diciembre de 2016
13 de diciembre de 2016
12 de diciembre de 2016
9 de diciembre de 2016
8 de diciembre de 2016
Canciones para el nuevo día (2099/1328): "W.E. (Abdication)"
Abel Korzeniowski - W.E. (Abdication)
Disco: W.E. - score (2012)
7 de diciembre de 2016
6 de diciembre de 2016
Crítica de cine: 1898. Los últimos de Filipinas, de Salvador Calvo
Durante trescientos treinta y siete días un
destacamento de unos cincuenta soldados españoles, comandados por el
capitán Enrique de las Morenas (hasta su muerte por el beri beri al cabo
de unos meses) fue atacado en el poblado de Baler, en la isla filipina
de Luzón, y se refugió en una iglesia, iniciándose un asedio por parte
de las fuerzas locales filipinas que se desarrollaría entre el 30 de
junio de 1898 y el 2 de junio de 1899. La resistencia numantina de
aquellos soldados, que tras la muerte de Las Morenas fue dirigido por el
teniente Martín Cerezo, puede ser vista hoy día (también en aquellas
fechas) o bien domo una heroicidad o bien como un sinsentido, y de hecho
la respuesta es una mezcla de ambas sensaciones. La guerra en la que se
desarrolló dicho suceso terminó para las armas españolas muchos meses
antes de que los resistentes en Baler capitularan; de hecho, por la
firma del Tratado de París (10 de diciembre de 1898), España cedía la
soberanía de Filipinas a Estados Unidos, que inició una ocupación de las
islas y se enfrentó en un conflicto armado directo con quienes habían
sido los “rebeldes” contra España en los años precedentes. De pronto,
España pasaba de dueña de un imperio en desguace a mera espectadora de
una guerra entre estadounidenses y filipinos en aquel paraje, mientras
cincuenta soldados se encerraban en una iglesia y se negaban a reconocer
lo que era una evidencia para el resto del mundo: que España había
perdido la guerra, que su imperio había finiquitado (quedaría el norte
de Marruecos, el Sahara occidental y Guinea Ecuatorial) y que resistir
en Baler era no sólo inútil sino descabellado. O una locura.
5 de diciembre de 2016
2 de diciembre de 2016
1 de diciembre de 2016
30 de noviembre de 2016
29 de noviembre de 2016
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