26 de noviembre de 2016

Crítica de cine: La llegada (Arrival), de Denis Villeneuve


Quizá, dentro del género de la ciencia-ficción, no haya tema tan sugerente (y manido) como el del primer contacto de los habitantes de la Tierra con seres llegados del espacio exterior. El contacto como consecuencia de la llegada y, por tanto, antesala de lo que vendrá después: la comunicación. Un tipo de cine, de acción y catastrofismo, lo plantea en términos de conflicto y destrucción: los alienígenas invaden la Tierra y aniquilan a la raza humana, por el motivo que sea, desde que H.G. Wells lo desarrollara en La guerra de los mundos y se sucedieran adaptaciones, derivaciones y replanteamientos de una misma idea de fondo, con productos (no tan) recientes como Independence Day. Otro cine, más intimista y “sosegado”, plantea el tema de cómo los humanos encuentran otras especies y se produce la comunicación en busca de una colaboración por un objetivo común o simbiótico. Este cine es el que nos interesa aquí. La llegada de estos extraterrestres es la excusa argumental para una narración en cierto modo introspectiva que, a su vez, no deja de ser un debate sobre la propia condición humana: quiénes somos, adónde vamos, qué hay más allá de la Tierra… y de la muerte. El contacto, también, puede ser motivo de conflicto, inherente al ser humano, o una oportunidad para trascender nuestras limitaciones y defectos y hallar una respuesta a las grandes dudas sobre nosotros mismos; o encontrar una salida: Interstellar (2014) de Christopher Nolan plantea el tema de fondo de una Tierra que se muere y la búsqueda de un nuevo hogar. Contact (1997) de Robert Zemeckis, y basada en la novela de Carl Sagan, ya desarrollaba la noción de la comunicación entre humanos y una especie extraterrestre y la construcción de una máquina que trasladaría a un elegido a un punto alejado del universo, siendo relativas tanto la distancia como el tipo de comunicación que se establece con lo desconocido. En cierto sentido, y añadamos (cómo no) 2001: una odisea en el espacio (1968) de Stanley Kubrick y Melancolía de Lars von Trier (2011) al zurrón de referencias, La llegada (Arrival) de Denis Villeneuve es una vuelta de tuerca más a esta idea del “primer contacto”, que a su vez plantea preguntas lógicas sobre los “visitantes” que han venido de muy lejos: ¿qué intenciones tienen?

25 de noviembre de 2016

Reseña de La mujer en la muralla de Alberto Laiseca y de El Primer Emperador de China, de Jonathan Clements

«–¿Entonces nadie tiene tiempo de ver el bosque, en China?
–Solamente los poetas. Estos que algunos tontos siempre llaman desocupados, ociosos e inservibles. Por eso siempre sostuve que el Estado debe protegerlos, para que alguien pueda ver y oír. Dicen que las montañas no cambian, pero es mentira. Sí que cambian. La montaña respira y su mole se mueve. Las aguas del Wei no son las mismas hoy que ayer. ¿Cómo van a saber, las personas de dentro de dos o tres mil años, la forma que tenía un árbol mientras vivían los Chou? La poesía es la historia secreta de nuestro país». 
Alberto Laiseca, La mujer en la Muralla, pp. 19-20.
Ying Zheng (258-210 a.C.) es quizá una de las figuras más fascinantes del mundo antiguo. Rey de Qin (en Pinyin; Ch’in, según el decimonónico sistema Wade-Giles) desde los 12 años, brutal, impertérrito ante los sufrimientos de su pueblo y del resto de Reinos Combatientes, en el año 221 a.C. unificó mediante la fuerza Zhongguo, «todo bajo el cielo», el orbe chino, y se convirtió en Qin Shihuang Ti, el «Primer Emperador» de la dinastía Qin. La importancia del personaje es tal que el nombre occidental de China procede del nombre de su dinastía, Qin. En esos momentos, el «mundo» se debatía con las luchas entre la República romana y Cartago por el dominio del Mediterráneo occidental, las ciudades griegas de la Hélade se peleaban entre ellas y contra el reino de Macedonia (y aquí subía al trono Filipo V), se sucedían revueltas en el imperio seléucida y en Egipto un rey-niño, Ptolomoeo IV, accedía al poder. Pero en el otro «mundo», todo cambiaba.

Canciones para el nuevo día (2090/1319): "Shadow on the Sun"

Audioslave - Shadow on the Sun

Disco: Audioslave (2002)

 

22 de noviembre de 2016

Reseña de Los mundos clásicos: una historia épica de Oriente y Occidente, de Michael Scott

Michael Scott es, ante todo, un divulgador… y de los buenos. Sus documentales para la BBC y otros canales temáticos (además de programas radiofónicos para la cadena pública británica), como por ejemplo Delphi: the Bellybutton of the Ancient World (2010), Rome's Invisible City (2015) y Who Were The Greeks? (2013) o la miniserie  Ancient Greece: The Greatest Show on Earth (2013),  (de)muestran que, tras (o incluso delante de) un buen investigador como es él, está el comunicador. El buen comunicador, además, que se ha empapado a fondo del tema sobre el que va a tratar, que escribe los guiones de los programas y trata de sintetizar, sin caer en la “divulgarización”, una serie de temas en un documental de apenas una hora. Sus libros anteriores publicados en castellano, Un siglo  decisivo. Del declive de Atenas al auge de Alejandro Magno (Ediciones B, 2011) y Delfos. Historia del centro del mundo antiguo (Ariel, 2015), son fruto de una investigación que no está (para nada) reñida con la amenidad de un relato y el rigor que se espera de una monografía histórica. Sobre temas de Grecia, Scott se desenvuelve con comodidad, pisa un terreno que conoce bien; con el ámbito romano se le ve algo más pegado a una narración de corte más convencional, pero puede rastrearse su huella en aquello que escribe/guioniza para un libro/documental. Dar el salto a un mundo menos conocido para quien se ha criado en la cuna de los clásicos, como es el Extremo Oriente, básicamente el mundo chino y el ámbito indio, puede resultar una enorme apuesta de la que, sin embargo, Scott sale airoso… aunque con algunos matices.

Canciones para el nuevo día (2087/1316): "Closing Time"

Leonard Cohen - Closing Time

Disco: The Future (1992)

 

21 de noviembre de 2016

Canciones para el nuevo día (2086/1315): "Lizstomania "

Roger Neill (arr.  a partir de Wolfgang Amadeus Phoenix) - Lizstomania 


 Disco: Mozart in the Jungle: Seasons 1 and 2
(An Amazon Music Original Soundtrack)

(2016)

18 de noviembre de 2016

16 de noviembre de 2016

Reseña de Apóstoles. Historia y leyenda de los discípulos de Jesús, de Tom Bissell

Tom Bissell es un tipo curioso, tanto por lo cuenta por cómo lo cuenta e incluso por quién es. Ya de entrada nos dice que perdió la fe religiosa cuando tenía dieciséis años de edad (ahora tiene cuarenta y uno) pero las páginas de su libro nos dejan claro que una cosa, la pérdida de la fe, no está reñido con el interés que se pueda tener por la historia del cristianismo, las “historias” que el Nuevo Testamento y textos apócrifos relatan sobre Jesucristo y los Doce Apóstoles, o  la teología en general. Y eso es algo que se desprende de su texto: interés, curiosidad y pasión por saber y conocer; incluso “descubrir”, no sólo en el sentido ·arqueológico” o “científico” de la palabra, sino en el más amplio significado: a fin de cuentas, se podría argüir que la religión, la fe, también significa “descubrir” algo sobre uno mismo, no necesariamente en relación con una creencia religiosa determinada, sino algo más bien “socrático” o que, también en clave helénica, dejaba entrever uno de los lemas que estaba inscrito en la entrada del templo de Apolo en el santuario de Delfos: “conócete a ti mismo”. La curiosidad le lleva a buscar los restos de un monasterio legendario en Kirguistán, seducido por la mención de un mapa medieval catalán y por un documental de la 2 (zona, que por otro lado, conoce de un viaje anterior como miembro de los Cuerpos de Paz estadounidenses) o a la India, donde sufre problemas intestinales constantes y trata de encontrar quién le lleve a una iglesia que parece cercana… pero que no lo es tanto. La misma curiosidad que, esté donde esté, le incita a mantener conversaciones de todo tipo con gente diversa acerca de religión, desde concepciones muy diferentes (siempre encuentra a alguien dispuesto a hacerlo). Una curiosidad, pues, que despierta la nuestra como lectores y de todo ello se beneficia este libro.

Canciones para el nuevo día (2083/1312): "Try (Just a Little Bit Harder)"

Janis Joplin - Try (Just a Little Bit Harder)

Disco: In Concert (1972)

 

4 de noviembre de 2016

Crítica de cine: Sully, de Clint Eastwood

Un gélido 15 de enero de 2009, un día normal en Estados Unidos (a apenas una semana del inicio del primer mandato presidencial de Barack Obama), un suceso maravilló a la población de Nueva York, el país, el mundo. Un avión comercial de la compañía America Airlines, el vuelo 1649, amerizó en las frías aguas del río Hudson, apenas iniciado su vuelo, unos minutos antes, desde el neoyorquino aeropuerto LaGuardia. A bordo, entre tripulació0n y pasajeros, iban 155 personas y, a pesar de los temores de una catástrofe aérea, no hubo víctimas mortales. En apenas 24 minutos desde el amerizaje todos fueron rescatados. Fue un hecho inaudito, "el milagro del Hudson", como enseguida los medios lo bautizaron. Y en toda hazaña hay un héroe: el comandante Chesley Sullenberger, "Sully" para todo el mundo (Tom Hanks). A su lado estaba el copiloto Jeff Skiles (Aaron Eckhart). Sully había tomado los mandos del avión tras producirse la incidencia que marcó el suceso: una bandada de pájaros se estrelló contra el avión y varios de ellos inutilizaron los dos motores, lo cual obligaba a regresar a LaGuardia, buscar un aeropuerto cercano o probar un aterrizaje de emergencia. Sully, tras los lógicos momentos iniciales de desconcierto, se decidió por al última opción en la improvisada "pista" de las aguas del Hudson (recordemos que era enero y con una sensación térmica de varios grados bajo cero). Esa decisión logró salvar la situación, pero también generó dudas en las autoridades del país encargadas de la seguridad aérea (básicamente, la Junta de Seguridad del Transporte Aéreo (NTSB, por sus siglas en inglés). A pesar de haber salvado las vidas de todos los ocupantes del avión, ¿estuvo equivocado Sully? ¿Tomó una decisión que puso en juego esas vidas humanas? ¿No era acaso más factible el aterrizaje de emergencia en LaGuardia u otro cercano, una vez se dio la vuelta? En última instancia, Sully, el "héroe", ¿pudo ser lo contrario?