15 de agosto de 2016
12 de agosto de 2016
Crítica de cine: Cazafantasmas, de Paul Feig
Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
Se generó mucho (demasiado) ruido en las
redes sociales a cuenta de esta película bastante tiempo antes de su
estreno. Un bochornoso y machista ruido, de hecho, a cuenta de una
remake (o reboot, llega un momento en que ya no veo la diferencia entre
una cosa y otra en el panorama cinematográfico actual) de la película de
1984, uno de esos productos que provocan la nostalgia de muchos y las
iras de algunos que consideran prácticamente una herejía realizar una
nueva versión (y luego están, decíamos, los que se quejan de que en vez
de cuatro hombres haya cuatro mujeres protagonistas… lamentable). La
película de Ivan Reitman de los años ochenta caló en una
generación que no le hizo demasiados ascos a una secuela en 1989 que no
era lo mismo… pero que en el fondo seguía la misma estela. El rollo nostálgico sobre los años ochenta (que ya resulta cansino)
nutre en gran parte las intenciones de esta nueva versión de 2016,
corriendo el doble riesgo habitual de cuando haces algo echando la
mirada atrás: no se logra que lo “nuevo” desbanque a lo “viejo” (siempre
será algo imposible) y puede que revisitando lo “viejo” llegues a la
conclusión de “cielos, pues qué bodrio era aquello”. Cazafantasmas (Paul Feig)
acaba siendo una película más “lista” de lo que parecía, al echar mano
de esa nostalgia (con unos suculentos cameos, además), situarnos en los
tiempos actuales, tanto en trama como en intérpretes (ellas) y no
renunciar a lo que es: justamente lo que esperamos de ella, una comedia
de verano con elementos de acción, sin más complicaciones. Y aunque las
comparaciones siempre serán odiosas, la cinta salva el envite con
dignidad.
11 de agosto de 2016
10 de agosto de 2016
9 de agosto de 2016
8 de agosto de 2016
Crítica de cine: Escuadrón Suicida, de David Ayer
Crítica publicada previamente en Fantasymundo.
“DC Comics vs. Marvel: el Hartazgo del Superhéroe de Cómic” quizá pudiera ser el título de una sensación que podría producirse con el tiempo. Llevamos unos años en los que las películas (y series de televisión) sobre superhéroes de comics se lo están comiendo todo y con resultados muy desiguales. Por ahora, Marvel se está llevando el gato al agua con su universo expandido o extendido y que no sólo vive de los Vengadores: las series de Netflix son de lo mejor y más destacado, con Daredevil, Jessica Jones y a ver qué tal Luke Cage a la vuelta del verano. Cierto es que podemos llegar a la saturación (quien esto escribe así lo percibe desde hace un tiempo) con tanta “marvelada” y he aquí que llega ahora DC Comics, que se sube con fuerza al carro, pero con menos éxito. En cuanto a sus películas (mejor dejamos sus series a un lado…), la más que digna El Hombre de Acero (Zack Snyder, 2013) despertó recelos, convertidos en críticas descarnadas con Batman vs. Superman: el Amanecer de la Justicia (Zack Snyder, 2016), comentada aquí hace unos meses… y cuya versión extendida, recién editada en DVD y con 30 minutos más de metraje, rehabilita en parte la magra sensación que nos dejó el montaje estrenado en cines (uno se pregunta por qué no se estrenó directamente esta versión extendida que, de hecho, es el montaje que inicialmente concibió Snyder). Si quedamos exhaustos con esta película, el estreno de Escuadrón Suicida no parecía apuntar a una mejor: como película de verano ya esperábamos mucho ruido y alharaca, pero como un paso más del universo extendido de DC Comics no teníamos buenas sensaciones. Y las malas sensaciones se han cumplido.
“DC Comics vs. Marvel: el Hartazgo del Superhéroe de Cómic” quizá pudiera ser el título de una sensación que podría producirse con el tiempo. Llevamos unos años en los que las películas (y series de televisión) sobre superhéroes de comics se lo están comiendo todo y con resultados muy desiguales. Por ahora, Marvel se está llevando el gato al agua con su universo expandido o extendido y que no sólo vive de los Vengadores: las series de Netflix son de lo mejor y más destacado, con Daredevil, Jessica Jones y a ver qué tal Luke Cage a la vuelta del verano. Cierto es que podemos llegar a la saturación (quien esto escribe así lo percibe desde hace un tiempo) con tanta “marvelada” y he aquí que llega ahora DC Comics, que se sube con fuerza al carro, pero con menos éxito. En cuanto a sus películas (mejor dejamos sus series a un lado…), la más que digna El Hombre de Acero (Zack Snyder, 2013) despertó recelos, convertidos en críticas descarnadas con Batman vs. Superman: el Amanecer de la Justicia (Zack Snyder, 2016), comentada aquí hace unos meses… y cuya versión extendida, recién editada en DVD y con 30 minutos más de metraje, rehabilita en parte la magra sensación que nos dejó el montaje estrenado en cines (uno se pregunta por qué no se estrenó directamente esta versión extendida que, de hecho, es el montaje que inicialmente concibió Snyder). Si quedamos exhaustos con esta película, el estreno de Escuadrón Suicida no parecía apuntar a una mejor: como película de verano ya esperábamos mucho ruido y alharaca, pero como un paso más del universo extendido de DC Comics no teníamos buenas sensaciones. Y las malas sensaciones se han cumplido.
5 de agosto de 2016
4 de agosto de 2016
3 de agosto de 2016
2 de agosto de 2016
Canciones para el nuevo día (2007/1236): "Footloose"
Kenny Loggins - Footloose
Disco: Footloose: Original Soundtrack of the Paramount Motion Picture (1984)
1 de agosto de 2016
29 de julio de 2016
28 de julio de 2016
27 de julio de 2016
26 de julio de 2016
25 de julio de 2016
Canciones para el nuevo día (2001/1230): "Also Sprach Zarathustra"
Richard Strauss - Also Sprach Zarathustra (Einleitung, oder Sonnenaufgan)
Disco: Richard Strauss:
Boston Symphony Orchestra,
William Steinberg
–
Also Sprach Zarathustra (1971)
24 de julio de 2016
Crítica de cine: La leyenda de Tarzán, de David Yates
Crítica publicada previamente en Fantasymundo.
El mito del buen salvaje tiene en El libro de la selva de Rudyard Kipling (1894) y Tarzán de Edgar Rice Burroughs (1912) dos ejemplos literarios que lograron fama eterna con sus adaptaciones literarias… y en este 2016 hemos tenido dos claros ejemplos. Tarzán evoca la idea decimonónica del hombre que crece en la jungla/selva y al margen de una gran ciudad/mundo occidental en plena expansión; el hombre solitario que creció desde la más tierna infancia en contacto con una naturaleza que de entrada se le va a mostrar contraria pero con la que acabará conviviendo en armonía y respetando; el hombre que se cría entre animales, que forman su familia y a los que acaba, en cierto modo, “liderando”: "Tarzán de los monos" es más que el título de una película, es la idea del hombre que todo lo puede y domina, pero que a su vez se erige en una metáfora de la naturaleza que puede hacer frente a una sociedad urbana e industrial que todo lo devora a su paso. Johnny Weissmüller popularizó al personaje en doce ocasiones en los años treinta y cuarenta, y no fue el único. Nos acostumbramos a su alarido y sus paseos por la selva liana en mano, conocimos a Jane, la mujer con la que «volvió» a su componente humano, e incluso a su hijo Boy (sí, en cuanto a nombres no se lo curraron demasiado), y cómo no a la mona Chita. Pues he aquí que, tras numerosas adaptaciones cinematográficas –alguna que otra paródica, como George de la jungla (1997), y alguna que otra muy meritoria, como Greystoke, la leyendas de Tarzán, el rey de los monos (1984)–, llega a la gran pantalla una nueva versión. Dirigida por David Yates, que ya demostró sus dotes para la espectacularidad en la franquicia Harry Potter, La leyenda de Tarzán promete y da precisamente eso: un elaborado artificio visual que, no obstante, acaba por provocar aburrimiento y a la postre indiferencia. Y es que a estas alturas, más de uno se preguntará qué tiene Tarzán como para arrastrarnos a una sala de cine.
El mito del buen salvaje tiene en El libro de la selva de Rudyard Kipling (1894) y Tarzán de Edgar Rice Burroughs (1912) dos ejemplos literarios que lograron fama eterna con sus adaptaciones literarias… y en este 2016 hemos tenido dos claros ejemplos. Tarzán evoca la idea decimonónica del hombre que crece en la jungla/selva y al margen de una gran ciudad/mundo occidental en plena expansión; el hombre solitario que creció desde la más tierna infancia en contacto con una naturaleza que de entrada se le va a mostrar contraria pero con la que acabará conviviendo en armonía y respetando; el hombre que se cría entre animales, que forman su familia y a los que acaba, en cierto modo, “liderando”: "Tarzán de los monos" es más que el título de una película, es la idea del hombre que todo lo puede y domina, pero que a su vez se erige en una metáfora de la naturaleza que puede hacer frente a una sociedad urbana e industrial que todo lo devora a su paso. Johnny Weissmüller popularizó al personaje en doce ocasiones en los años treinta y cuarenta, y no fue el único. Nos acostumbramos a su alarido y sus paseos por la selva liana en mano, conocimos a Jane, la mujer con la que «volvió» a su componente humano, e incluso a su hijo Boy (sí, en cuanto a nombres no se lo curraron demasiado), y cómo no a la mona Chita. Pues he aquí que, tras numerosas adaptaciones cinematográficas –alguna que otra paródica, como George de la jungla (1997), y alguna que otra muy meritoria, como Greystoke, la leyendas de Tarzán, el rey de los monos (1984)–, llega a la gran pantalla una nueva versión. Dirigida por David Yates, que ya demostró sus dotes para la espectacularidad en la franquicia Harry Potter, La leyenda de Tarzán promete y da precisamente eso: un elaborado artificio visual que, no obstante, acaba por provocar aburrimiento y a la postre indiferencia. Y es que a estas alturas, más de uno se preguntará qué tiene Tarzán como para arrastrarnos a una sala de cine.
22 de julio de 2016
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