Esta es una película cuyo solo empeño de realizar
ya es un logro, incluso más allá de su resultado final. Ya de entrada
digo que es una película notable pero no de las que uno acabe
satisfecho, cinematográficamente hablando: si cogemos la película en sí,
como producto, uno se queda algo insatisfecho, con la sensación de que
falta algo o de que el filme no ha acabado de dar todo lo que a priori
prometía. Formalmente es muy convencional en trama y desarrollo, e
incluso deficitaria en algunos aspectos argumentales. A nivel de
interpretación, las actrices están solventes, tanto Carey Mulligan como
Helena Bonham Carter, por destacar a las dos protagonistas (capítulo
aparte estaría una Meryl Streep que apenas aparece unos cinco minutos,
pronuncia un discurso y luce bien en el personaje de Emmeline
Pankhurst... pero apenas nada más); incluso un secundario como Brendan
Gleeson está más que correcto en su rol, pero uno se queda con la idea
de que podía haber aportado algo más. La historia de un grupo de mujeres
sufragistas, reales y ficticias a un mismo tiempo, tiene los
ingredientes necesarios para funcionar en la gran pantalla, y en general
lo hace. Quizá falta pulir el resultado final y darle una mayor
coherencia argumental. No creo que esta película pase a los anales del
cine... o al menos no lo creo que lo haga por sus méritos
cinematográficos. Pero quedará en el imaginario (o debería quedar) por
su valor simbólico. Y ese, en cambio, sí que consigue dotarlo de
suficiente fuerza. Pues la historia de la lucha de las mujeres
británicas (de las mujeres en general) por lograr la igualdad de
derechos civiles y políticos, con el derecho al voto como leitmotiv
esencial, es de aquellas que hay que recordar siempre. Y Sufragistas, en
ese sentido, lo consigue.