12 de agosto de 2015

Reseña de Interregno, de José Vicente Pascual

Hubo un tiempo en el que la luz de la civilización se apagó, la ley y la paz quedaron en el olvido, el hombre volvió a la cultura de sus ancestros y un nuevo faro (con una nueva fe) iluminó los campos entonces sombríos y anegados de sangre y muerte. Podría parecer que tras la caída de un imperio, como el romano, el mundo se detuvo: las ciudades se abandonaron, el hambre y el caos camparon a sus anchas. Roma cayó, dicen, y con ella la civilización. Como materia de leyendas y cuentos, esta idea resulta muy evocadora, casi romántica, como si en el devenir de los tiempos la decadencia y la caída formen parte del guion escrito por el cosmos (los imperios, como los grandes hombres, «ascienden y caen, ascienden y caen…»); todo lo que estuvo arriba debe caer para que de sus cenizas surja un nuevo reino, una nueva ciudad, una nueva nación. Roma cayó en el año 476, ese hecho forma parte de los anales de la historia que nos han repetido machaconamente: un joven emperador, apenas un niño, fue depuesto por un líder bárbaro, que no osó ponerse las vestiduras imperiales, sino que las devolvió a la «otra» Roma (Constantinopla). Italia sería campo de batalla durante unos años, entre hérulos y ostrogodos, prevaleciendo finalmente estos bajo la égida de Teodorico el Amalo, que formó un reino en una parte del extinto Imperio Romano de Occidente, mientras que visigodos ocupaban la mayor parte de Hispania tras la derrota ante los francos de Clodoveo en Vouillé; de esta manera se establecieron tres grandes entidades –ostrogodos, visigodos y francos–, con otras menores (burgundios, suevos, vándalos) en las antaño provincias, diócesis y prefecturas romanas.

Canciones para el nuevo día (1753/982): "Pata pata 2005"

Lucrecia - Pata pata 2005



Disco: Mira las luces (2006)




10 de agosto de 2015

Crítica de cine: Misión: Imposible - Nación secreta, de Christopher McQuarrie

En ocasión del estreno de la cuarta entrega de la saga Misión: Imposible [Protocolo fantasma] hace cuatro años, teníamos la sensación de que la franquicia que se estrenó en 1996 ya daba señales de agotamiento. Uno podría pensar, a la hora de sentarse ante la gran pantalla con una nueva dosis de acción trepidante que, más allá de la propia adrenalina que ofrece un producto de este calibre, esa sensación de que la cosa no da más de sí se podía repetir de nuevo. Y es que si quince años no pasaban en balde entonces, qué podríamos decir ahora, casi dos décadas después de que escucháramos el tema de Lalo Schiffrin con los arreglos de Adam Clayton y Larry Mullen Jr. de U2. ¿Qué más nos puede aportar el agente Ethan Hunt? ¿Qué nuevos giros argumentales, qué reiteradas vueltas de campana, qué explosiones y pirotecnias varias por ver y qué pruebas imposibles que superar? Tom Cruise parece que ha asumido que ya no le quedan muchos papeles en los que superarse a nivel interpretativo pero que hay vida cinematográfica más allá de los cincuenta; y que esa vida cinematográfica está en el género de acción: Jack Reacher (2012), Oblivion (2013) y Al filo del mañana (2014), películas irregulares pero funcionales, han sido los productos que ha realizado desde aquella cuarta entrega de 2011; dejaremos al margen Rock of Ages (una más que estimable película musical de 2012 y un más que logrado Stacee Jaxx por su parte) por su temática. Pero para quien escribe estas líneas resulta hasta cierto punto triste que el Tom Cruise que dio el todo por el todo a nivel interpretativo con Nacido el 4 de Julio (1989), Algunos hombres buenos (1992), Collateral (2004) y sobre todo Magnolia (1999; sensacional Frank T.J. Mackie), ahora se limite a mostrar músculo y empeñarse en rodar sin especialistas las secuencias de acción de las películas que le apetece hacer. Tempus fugit, 53 años de edad son los que son, y si Cruise quiere rejuvenecer sus laureles, es cosa suya. Pero, al menos, si resulta ser con películas de género (¡cuál?) como Misión: Imposible - Nación secreta, pues que así sea. Porque esta quinta entrega (aunque ya no aparece el número ordinal en el título) recupera el tono de la primera (y el buen guion de la tercera) y nos acerca a un producto de, a priori, difícil etiquetaje.

Canciones para el nuevo día (1751/980): "The Joy of Credits"

Michael Giacchino - The Joy of Credits



Disco: Inside Out - score (2015)


7 de agosto de 2015

Crítica de cine: Inside Out (Del revés), de Pete Docter

Cuenta Pete Docter, director (y alma) de esta película, que la idea de la misma surgió de la realidad que lo rodeaba; en este caso, su hija Elizabeth que, en torno a los once años de edad, cambió radicalmente: de ser una chiquilla alegre y dicharachera (que incluso puso la voz a Ellen, la niña que enamoró para siempre al pequeño y después anciano cascarrabias Carl Fredricksen de Up [2009], anterior película de Docter) a ser una niña taciturna, apagada, triste. ¿Qué le pasó a Elizabeth? Mejor dicho, ¿qué pasaba por su mente para mutar de aquella manera? ¿Era la pubertad la causa de aquel cambio de carácter? ¿"Es la edad del pavo", que se diría? Elizabeth es ahora una adolescente (¡más madera en esa cabecita!) y ha visto la película; le ha encantado, le emocionó una historia que todos los que nos hayamos acercado a verla a una sala de cine también nos ha tocado la fibra. Pero una fibra que no es ñoña, ni sensiblera, ni incluso estilo "disney"; Pixar hace tiempo que creó las bases para un cine de animación que no sólo piensa en los más pequeños de la casa, en atraparlos y maravillarlos: la saga Toy Story (1995, 1999 y 2010), Wall-E (2008) o la citada Up son buena muestra de un cine que seduce y emociona a los adultos, que también piensa en ellos. Quizá Inside Out (Del revés) sea un punto y aparte: sí, es una película para todos los públicos, incluidos los niños (por supuesto), pero estoy plenamente convencido que es sobre todo para los adultos, además de para unos niños de la edad de Riley (y Elizabeth Docter), la involuntaria protagonista de esta película. Niños que no son tan niños y que pueden verse reflejados en ella, en las emociones contradictorias que sienten a medida que crecen.

Canciones para el nuevo día (1750/979): "Lost Stars"

Adam Levine - Lost Stars



Disco: Begin Again: Music From And Inspired By The Original Motion Picture - soundtrack (2014)