Un 10 de octubre de 19 d.C. falleció en Antioquía
Gayo (aunque es dudoso el praenomen) Julio César Germánico, hijo de
Nerón Claudio Druso y Antonia la Menor (hija de Marco Antonio), nieto de
Livia (esposa del emperador Augusto), sobrino del emperador Tiberio,
esposo de Agripina la Mayor (nieta de Augusto), padre del futuro
emperador Gayo Julio César (conocido popularmente como Calígula) y
hermano del también futuro emperador Claudio. Todo queda en casa, si
tenemos que echar un vistazo a la familia endogámica del fallecido, un
personaje que autores de finales del siglo I y principios del II como
Suetonio y Tácito presentaron con una muy favorable imagen (en
contraposición a la de la mayoría de sus parientes) y quien, visto con
perspectiva, probablemente (y como todo hijo de vecino) tenía sus luces y
sus sombras.
Germánico estaba destinado a comandar legiones, como su padre, desde
que nació. La muerte de Druso en Germania, en el año 9 a.C., le cogió
con seis años de edad, pero para entonces ya estaba prometido a su prima
Agripina, hija de Marco Vipsanio Agripa, el más estrecho colaborador de
Augusto, y de la hija de éste, Julia la Mayor. Con este matrimonio se
estrechaban las relaciones de las de por sí ya conectadas familias Julia
(la de Augusto, aunque fuera por adopción) y Claudia (doblemente, pues
Livia se había casado en un primer matrimonio con su primo Tiberio
Claudio Nerón, padre de Tiberio y Druso). Con el matrimonio de Julia y
Tiberio, a la muerte de Agripa (13/12 a.C.), Augusto y Livia seguían
estrechando esas relaciones, creándose lo que con el tiempo se conocería
como la dinastía Julia-Claudia. No fue el único matrimonio político
entre ambas familias: Livia Julia, hermana de Germánico, se casaría con
Druso el Joven, hijo de Tiberio, formalmente un Julio tras ser adoptado
por Augusto, después de que este perdiera a sus herederos, los cuñados
del propio Tiberio, Gayo y Lucio – quoniam atrox fortuna Gaium et Lucium
filios mihi eripuit–, y habiendo sido desterrada la madre de éstos (y
su repudiada esposa), Julia. La historia de los Julio-Claudios es larga
de contar. Por entonces el que quedó apartado fue Claudio, el hermano
tartamudo y cojo de Germánico, y con quien nadie contaba.
10 de octubre de 2014
9 de octubre de 2014
8 de octubre de 2014
7 de octubre de 2014
Efemérides historizadas (III): 7 de octubre de 1571 - victoria cristiana (y pírrica) en Lepanto
Un 7 de octubre de 1571 tuvo lugar la batalla de
Lepanto, en el golfo del mismo nombre entre el Peloponeso y el Épiro, en
Grecia, entre las flotas de la Liga Santa y el Imperio otomano. Una
batalla que en sí tuvo pocas consecuencias decisivas: como manifestó el
gran visir Sokullu Mehmet al embajador veneciano en el invierno
siguiente a la batalla, «al arrebataros Chipre os hemos cortado un
brazo. Al derrotar a nuestra flota simplemente nos habéis afeitado la
barba. Un brazo, una vez cortado, no vuelve a crecer, pero una barba
rapada crece más fuerte gracias a la cuchilla». Y no le faltaba la
razón… aunque a medias.
Canciones para el nuevo día (1532/761): "Breakfast at Tiffany's (The Big Blow Out)"
Henry Mancini - Breakfast at Tiffany's (The Big Blow Out)
Disco: Breakfast at Tiffany's - soundtrack (1962)
6 de octubre de 2014
Efemérides historizadas (II): 6 de octubre de 105 a.C. - desastre romano en Arausio
Un 6 de octubre de 105 a.C. tuvo lugar el mayor
desastre militar romano desde la batalla de Cannae en la Segunda Guerra
Púnica: la derrota y masacre de Arausio (moderna Orange, en la
Provenza), frente a una coalición de pueblos germánicos formada por
cimbros y teutones, así como otros pueblos menores. Todo empezó con la migración de los cimbros desde sus tierras originales
en la península de Jutlandia (actual Dinamarca), inundadas y baldías, unos quince o
veinte años atrás, en busca de nuevos territorios en los que asentarse.
Junto con los teutones, un pueblo vecino, se inició la migración hacia
el sur, y por el camino fueron añadiéndose otros pueblos, como los
ambrones. Llegaron hasta la zona del Danubio y en la confluencia del río
Sava lucharon contra los escordiscos, a los que vencieron. Desde aquí,
siguiendo el Danubio, se dirigieron hacia el oeste, entrando en
territorio de los boyos, en la actual Hungría (futura provincia romana
de la Panonia). Los boyos los rechazaron, Vagaron por territorio de los
escordiscos, en el valle del río Sava, a quienes vencieron, y
posteriormente se dirigieron hacia el noroeste, en territorio de los
tauriscos, en la futura provincia romana de Noricum. Los tauriscos
mantenían lazos de amistad con Roma y pidieron ayuda en el año 113 a.C.;
un ejército consular al mando de Gneo Papirio Carbón fue enviado a la
zona para detener y rechazar el avance cimbro-teutón, pero en la batalla
de Noreia los romanos fueron derrotados con contundencia, aunque no se
destruyó el ejército romano, que pudo retirarse (ayudó que los germanos
detuvieron su avance por superstición: una tormenta les impulsó a
detenerse, pues temían, como muchos galos y germanos, a los rayos). La
derrota en tierras de paso hacia Italia fue un claro aviso para Roma,
que sin embargo poco después se metió de lleno en la guerra contra
Yugurta de Numidia. Ayudó a destensar la situación (por el momento) el
hecho de que cimbros y teutones se dirigieran hacia el oeste, la Galia,
en lugar de aprovechar la situación y descender hasta Italia, que era el
temor de Roma: que pudiera repetirse una invasión desde el norte de
Italia, ahora pacificada (Galia Cisalpina) como hicieran los galos casi
tres siglos atrás. Pero, ¿desaparecieron los cimbros y los teutones del
escenario? Luego volvemos a ello.
5 de octubre de 2014
Teatro: Victòria d'Enric V, de William Shakespeare (versión y dirección de Pau Carrió)
Aquellos que me conocéis sabéis que con
pocas cosas soy un fan desatado o incluso un mitómano, si se puede
emplear esta palabra para esta ocasión; y probablemente moveréis la
cabeza de aburrimiento cuando me oís mencionar o comentar un libro
determinado, una película concreta o una obra de teatro en particular.
En cierto modo, Enrique V de William Shakespeare reúne estos elementos
–es un texto escrito y representado en innumerables ocasiones en el
teatro, ha sido filmado varias veces, destacando para mí, por encima de
ninguna, la versión de Kenneth Branagh (1989) e incluso se ha rodado
para la televisión, como fue el caso del cuarto y último episodio de esa
intensa Henriad que es The Hollow Crown (BBC, 2012)–, y me fascina por
todo ello por su capacidad para trascender medios y erigirse en una obra
de arte universal. “What a piece of work is a man…”, escribió el Bardo en
Hamlet, y qué obra de teatro perfecta es Enrique V, representada por primera vez en 1599, y que recoge/reconstruye/recrea una de esas gestas
que pasan a la historia y uno de los momentos más gloriosos de la propia
historia inglesa: la victoria de Enrique V (1386-1422), contra todo
pronóstico y en inferioridad de condiciones, en Agincourt (25 de octubre
de 1415), como clímax de una tradicional cabalgada en el norte de
Francia y frente a lo más granado de la caballería francesa; una batalla
en la que murió el delfín (heredero al trono) de Francia y fue
capturada parte de la nobleza de sangre del reino (comenzando por
Carlos, duque de Orleans, sobrino del rey francés). Esta es la base de Victòria d'Enric V (Teatre Lliure de Barcelona, sede de Gràcia, hasta el 26 de octubre de 2014; de gira en noviembre).
4 de octubre de 2014
Crítica de cine: Los tontos y los estúpidos, de Roberto Castón
En Otel·lo,
el joven director Hammudi Al-Rahmoun Font nos cuenta el rodaje de la
obra de Shakespeare y lo hace asumiendo él mismo el papel de Yago,
manipulando a los actores para conseguir captar una emoción y un estado
de ánimo concretos, y logrando un soberbio ejercicio de reflexión para
el espectador acerca de qué hay de ficción y qué de realidad, cuál es el
rol del director/actor y hasta dónde es capaz de llegar alguien para
alcanzar un objetivo. Es inevitable pensar en esta película cuando uno
se sienta en la butaca y ve Los tontos y los estúpidos
de Roberto Castón, que se desarrolla también en un día de rodaje de una
película... pero desde otros puntos de vista. La película de Castón
parte de una situación muy diferente: fallaron las ayudas y subvenciones
y no se logró reunir el presupuesto necesario para realizar la película
que Castón tenía escrita, así que se vio "obligado" a cambiarla. Así,
lo que iba a ser una película más o menos convencional se convirtió en
un juego metanarrativo a diversas bandas, en unos escenarios mínimos,
con una escenografía y atrezzos también muy reducidos, y con un cambio
sustancial de la trama. Roberto Álamo interpreta a un director de cine, y
voz en off, que controla los ensayos y el rodaje de la película, sólo
que los actores (Nausícaa Bonnin, Cuca Escribano, Aitor Beltrán, Josean
Bengoetxea y Vicky Peña, entre otros) interpretan a los personajes, a
unos actores ensayando y a sí mismos. Tres niveles de interpretación que
nos traslada a la ficción, el ensayo de la ficción y la realidad.
3 de octubre de 2014
Efemérides historizadas (I): 3 de octubre de 52 a.C. - rendición de Alesia ante César
Un 3 de octubre de 52 a.C. el caudillo galo
Vercingétorix se rendía al procónsul romano Gayo Julio César a los pies
de las murallas del oppidum de Alesia, tras un asedio por partida doble
–primero de la ciudad por parte de los romanos, y después de éstos por
parte de un ejército galo que acudía al rescate de los sitiados– que
duró varias semanas y cuya resolución fue el canto del cisne de la
rebelión que había empezado a principios de aquel año. Una rebelión que, por primera vez, trataba de presentar unidos a los diversos pueblos o tribus de la Galia frente al conquistador romano. Todo empezó con las consecuencias de la rebelión del belga Ambiórix
en el otoño del año 54 a.C., que causó la destrucción de una legión, al
mando de los legados Lucio Aurunculeyo Cota y Quinto Titurio Sabino, que
salieron engañados del campamento de Aduatuca y fueron masacrados en el
bosque. Otro legado, Quinto Tulio Cicerón, fue asediado en su
campamento cerca de la actual Namur, hasta que fue rescatado por César.
2 de octubre de 2014
1 de octubre de 2014
30 de septiembre de 2014
29 de septiembre de 2014
28 de septiembre de 2014
Crítica de cine: La entrega, de Michaël Roskam
Algunas de las novelas de Dennis Lehane han dado pie a interesantes películas, como Mystyc River de Clint Eastwood (2003), Adiós, pequeña, adiós, debut como director de Ben Affleck en 2007, y Shutter Island de Martin Scorsese en 2010. Pero hasta ahora Lehane, que ha formado parte del equipo de guionistas de The Wire (y ha logrado algunos premios) y ha escrito algún episodio de Boardwalk Empire, no había escrito un guión para cine. La entrega
es un relato que escribiera hace años pero que no avanzó más allá del
primer capítulo (con todo, acaba de ser reeditado en castellano por
Salamandra): un hombre solitario, Bob Saginowski, encuentra un cachorro
de pitbull en un cubo de basura y conoce a Nadia, una mujer que guarda
mucho miedo; al mismo tiempo, Bob trabaja de camarero en el bar de su
primo Marv, que tiempo atrás lo vendiera a mafiosos chechenos y que en
la actualidad es utilizado como "buzón de entrega" de dinero destinado a
ser blanqueado. Y todo ello transcurre en el Brooklyn obrero, un mundo
que suele estar al margen de escenarios más habituales de Lehane como es
Boston y la mafia irlandesa de Massachussets. Ese capítulo se quedó
ahí, pero Lehane siguió pensando en Bob, el perro y el buzón de entrega.
Quizá no había una novela en esas páginas, pero podía salir una
película. Y cuando se le ofreció la oportunidad, Lehane la aprovechó
para escribir un guión potente y algo complejo, dando más importancia a
Marv y destacando el protagonismo de Bob. Había película, se buscó un
buen director (el belga Michaël Roskam), un buen plantel de actores: el
ya consagrado Tom Hardy como Bon, el gran James Ganfolfini como Marv en
su último papel y Noomi Rapace, aka
Lisbeth Salander, como Nadia. El resultado es una película que se
estrena con cierto retrado pero que, para empezar, ya le ha dado a
Dennis Lehane un premio: ayer por la tarde, el premio a mejor guión en
el Festival de San Sebastián.
26 de septiembre de 2014
Crítica de cine: La isla mínima, de Alberto Rodríguez
Es inevitable pensar en la serie televisiva True Detective
cuando ya han pasado unos quince minutos de metraje y estás cómodamente
sentado en la butaca de la sala del cine y absorbido por una atractiva
trama. Y sí, son muchas las coincidencias argumentales: dos policías,
muy diferentes entre sí, que investigan la desaparición de dos
adolescentes, pronto convertida en asesinato; un paraje de marismas e
islas que llegan hasta más allá del horizonte; un mundo de miseria y
agricultura de subsistencia, acompañada de contrabando de tabaco y droga
entre cosecha y cosecha, y en el que el tiempo parece haberse detenido;
y, por último, una atmósfera opresiva en el que el crimen forma parte
del ecosistema local, pegajoso, asfixiante y con muchas caras. Pero las
coincidencias son eso, meras coincidencias, pues el guión de Alberto
Rodríguez y Rafael Cobos llevaba en un cajón desde hace un tiempo y la
serie de HBO se estrenó cuando prácticamente se había terminado el
rodaje de La isla mínima.
Lo que está claro, sin embargo, es que con su sexta película Alberto
Rodríguez firma su mejor cinta y se consolida como un director de
género, el del crimen en la gran pantalla, con el que se siente cómodo. Y nosotros, como espectadores, también.
Canciones para el nuevo día (1525/754): "Les Misérables (Do You Hear The People Sing?)"
Bueno, no es exactamente un score...
Otra Semana Hoy Me Como El Mundo A Ritmo De Estos Scores (y V):
Cast de Les Misérables - Les Misérables (Do You Hear The People Sing?)
Disco: Les Misérables: Highlights from the Motion Picture Soundtrack (2012)
25 de septiembre de 2014
Canciones para el nuevo día (1524/753): "Gravity (Shenzou)"
Otra Semana Hoy Me Como El Mundo A Ritmo De Estos Scores (IV):
Steven Price - Gravity (Shenzou)
Disco: Gravity - score (2013)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)