Muchas veces una charla en petit comité puede llevar a
reflexionar un poco sobre algunas cuestiones que tienes en la cabeza y de
las que, a poco que pienses en ellas, comienzan a surgir ideas, matices y
conclusiones. Una de ellas es la desnudez en Game of Thrones; una
entrevista-charla con unas alumnas de Comunicación Audiovisual de la
Universitat Pompeu Fabra te lleva a reflexionar en voz alta sobre la
desnudez masculina y/o femenina, en las diferencias respectivas, en lo
que significa en sí y en lo que subyace detrás de mostrar un cuerpo más o
menos desnudo en pantalla. Game of Thrones puede permitirse el lujo de
ser una serie generosa con el desnudo: primero por el perfil de una
cadena como HBO (en Showtime o Starz sería lo mismo), y después porque
básicamente el contenido erótico forma parte del
ADN literario de la saga: las novelas de George R.R. Martin son
sexualmente muy explícitas, juegan con los roles sexuales desde el
primer momento y le dan un significado real a plantear las secuencias
sobre sexo en el papel. La serie convierte en necesarias las muchas
secuencias de personajes parcial o totalmente desnudos, ya sea de frente
o de espaldas. La cuestión quizá sea matizar en cuanto qué diferencias
hay en cuanto a mostrar un desnudo integral femenino y uno masculino. Y
la respuesta es evidente, de entrada: difícilmente veremos muchas
secuencias de desnudos masculinos integrales (algunas hemos visto… pero
ya hace un par o tres de temporadas), mientras que el desnudo femenino
completo (aunque también perfectamente encuadrado y “photoshopeado”) se
repetirá a menudo.
23 de mayo de 2014
Crítica de cine: Hermosa juventud, de Jaime Rosales
Anoche fui invitado a una "sesión a ciegas". La película era Hermosa juventud de Jaime
Rosales, presentada estos días en el Festival de Cine de Cannes dentro
de la sección "Una cierta mirada". Hablar de Jaime Rosales es hablar de
un cine comprometido socialmente, aunque sin populismos ni demagogias, y
alejado de las multisalas (aunque, con la desaparición de los cines a
la antigua usanza, también acabe siendo su espacio, aunque diría que lo
será en los complejos de versión original). Un cine que no busca
"entretener" sin más sino inducir a la reflexión y mostrar a personajes
en situaciones cotidianas; un acercamiento del objetivo de la cámara a
esa cotidianeidad, pero también a los silencios que a menudo la
acompañan (fuera de la aparatosa sonoridad de mastodónticas películas
palomiteras), a planos fijos (y subjetivos) en los que no sucede "nada"
pero que ambientan un momento, a diálogos en ocasiones escasos, a
actitudes de gente normal... o quizá no tanto (Las horas del día, su ópera prima, sobre un asesino en serie en Barcelona, por ejemplo; o Tiro en la cabeza, una película que no buscaba la polémica pero ponía el acento en las actitudes humanas). La soledad
fue la gran sorpresa de los Premios Goya 2008, llevándose el premio
grande una película que estaba a años luz de lo que habitualmente se
premia, alejada de la comercialidad per se y únicamente per se, y con un
desarrollo narrativo interesante, con el juego de pantallas y los
silencios a los que en cierto modo nos tiene acostumbrados. A falta de
haber visto Sueño y silencio, su anterior propuesta, ayer pude contemplar esta Hermosa juventud, que llega a las salas de cine el próximo 30 de mayo.
Canciones para el nuevo día (1435/664): "You Only Live Twice"
James Bond Opening Songs Week (y V):
Nancy Sinatra - You Only Live Twice
22 de mayo de 2014
21 de mayo de 2014
Canciones para el nuevo día (1433/662): "Nobody Does It Better"
James Bond Opening Songs Week (III):
Carly Simon - Nobody Does It Better
Disco: The Spy Who Loved Me (1977)
20 de mayo de 2014
Canciones para el nuevo día (1432/661): "A View to a Kill"
James Bond Opening Songs Week (II):
Duran Duran - A View to a Kill
Disco: A View to a Kill - soundtrack (1985)
19 de mayo de 2014
Canciones para el nuevo día (1431/660): "Licence To Kill"
James Bond Opening Songs Week (I):
Gladys Knight - Licence To Kill
Disco: Licence To Kill - soundtrack (1989)
18 de mayo de 2014
Crítica de cine: 10.000 km, de Carlos Marques-Marcet
"Tú no quieres estar conmigo, quieres que yo esté contigo".
Esta es una historia de nuestro tiempo. Así ha definido el director Carlos Marques-Marcet a su película en la promoción de las últimas semanas, y lo reiteró en la sala de cine a la que acudí ayer por la tarde-noche, y en la que estaba presente junto a uno de los dos actores protagonistas, David Verdaguer (un plus para ir a una sala de cine: que el equipo de la película esté allí para poder charlar un rato sobre lo que acabamos de ver). Una película que en muchos sentidos no sería igual si no tuviera ese cuadro visual: el juego de pantallas en los ordenadores portátiles, la impronta de la tecnología para visualizar una relación a distancia. Hace años se habría hecho con cartas, después con el e-mail como elemento de comunicación; ahora podemos mantener esa relación vía Skype, pero ¿es posible que en una era tecnificada, con móviles de última generación y aplicaciones diversas, la distancia no sea el olvido? 10.000 km nos acerca a preguntas como esa y al mismo tiempo muestra la erosión de una pareja. Y todo en formato 2.0 (o incluso 3.0).
Esta es una historia de nuestro tiempo. Así ha definido el director Carlos Marques-Marcet a su película en la promoción de las últimas semanas, y lo reiteró en la sala de cine a la que acudí ayer por la tarde-noche, y en la que estaba presente junto a uno de los dos actores protagonistas, David Verdaguer (un plus para ir a una sala de cine: que el equipo de la película esté allí para poder charlar un rato sobre lo que acabamos de ver). Una película que en muchos sentidos no sería igual si no tuviera ese cuadro visual: el juego de pantallas en los ordenadores portátiles, la impronta de la tecnología para visualizar una relación a distancia. Hace años se habría hecho con cartas, después con el e-mail como elemento de comunicación; ahora podemos mantener esa relación vía Skype, pero ¿es posible que en una era tecnificada, con móviles de última generación y aplicaciones diversas, la distancia no sea el olvido? 10.000 km nos acerca a preguntas como esa y al mismo tiempo muestra la erosión de una pareja. Y todo en formato 2.0 (o incluso 3.0).
16 de mayo de 2014
15 de mayo de 2014
14 de mayo de 2014
Garrett Walker o el rey desnudo en House of Cards
Quizá uno de los aspectos más interesantes de la
segunda temporada de House of Cards –o, mejor dicho, la segunda parte de
la primera, pues en realidad es una macrotemporada de 26 episodios
dividida en dos tandas– sea la mirada sobre la presidencia de Garrett
Walker (Michel Gill). La serie de Beau Willimon, remake USA de la serie
británica de los primeros años 90 (y a su vez basada en las novelas de
Michael Dobbs), tiene a Frank Underwood (Kevin Spacey) como protagonista
prácticamente omnipresente, con esa pose a lo Ricardo III dirigiéndose
al espectador, rompiendo la cuarta a la pared y permitiendo que
conozcamos de primera mano qué piensa en cada momento; una idea que ya
era presente en la serie británica y en la que Ian Richardson tenía una
presencia escénica más intensa aún que la de Spacey. Lo interesante de
la versión estadounidense es la apertura del objetivo hacia otros
personajes y situaciones, de manera lógica, por otro lado: la
omnipresencia del primer ministro en el Reino Unido y del nº 10 de Downing Street
como centro de poder, en muchas ocasiones por delante del Parlamento de
Westminster, es relativa en el caso norteamericano por el propio
funcionamiento de la vida política, con un Capitolio (Cámara de
Representantes y Senado) que ejerce un contrapeso efectivo a la acción
ejecutiva de la Casa Blanca… hasta el punto de que el obstruccionismo de
proyectos de leyes es algo habitual en el Congreso, frustrando los
programas de los presidentes y estableciéndose una lucha feroz en la que
los líderes de la mayoría (republicana o demócrata) parlamentaria deben
sacar los machetes y desbrozar su camino con toda la fuerza de la que
sean capaces. Algo a lo que Underwood, el House Majority Whip de la
primera temporada (y durante varias legislaturas) está más que
acostumbrado… aunque en la segunda, al alcanzar el cargo de
vicepresidente, delegará con resultados desiguales para sus propias
ambiciones… y la Administración Walker.
Canciones para el nuevo día (1428/657): "El secreto de las tortugas"
Maldita Nerea & Delinqüentes - El secreto de las tortugas
Disco: Es un secreto...no se lo digas a nadie (2009)
13 de mayo de 2014
12 de mayo de 2014
11 de mayo de 2014
Reseña de Hombres fuera de serie. De Los Soprano a The Wire y de Mad Men a Breaking Bad. Crónica de una revolución creativa, de Brett Martin
Tenemos tendencia a etiquetar las cosas. Ya sean
períodos históricos (la falsa estanqueidad de las “edades”), los géneros
literarios (en ocasiones permeables a la hibridación) o
cinematográficos, o los productos de uso cotidiano. Con la ficción
serial actual, esencialmente estadounidense, sucede algo similar cuando
hablamos de la segunda o tercera edad de oro de las series de
televisión. Tenemos claro que empieza, más o menos, con The Sopranos
(1999-2006), pero los hay que retrasarían su inicio a Twin Peaks
(1990-1991), la madre de las series, o adelantarla a mediados de los
años 90 con The X-Files (1993-2002), o a finales de la misma década con
Oz (1997-2003). En el fondo, tanto monta, aunque parece claro que en el
cambio de milenio se produce la transformación, el gran salto adelante, con la
emergencia de HBO y la Quality Television y la llegada de una serie de
guionistas/creadores/showrunners/productores como David Chase, David
Simon, David Milch (los Tres Davids), Alan Ball, Matthew Weiner, Shawn
Ryan o Vince Gilligan. Quizá en lo que no ha consenso es en decidir si
esta esplendorosa etapa ha terminado (¿cuándo?) o si ya la ha sustituido
un nuevo período, con una nueva concepción de las series televisivas. Y
también quizá el lector/seriéfilo echará en falta algunos nombres más
en esta lista, que es esencialmente la que recoge Brett Martin en
Hombres fuera de serie. De Los Soprano a The Wire y de Mad Men a
Breaking Bad. Crónica de una revolución creativa (Ariel, 2014), un libro
que todo seguidor de la ficción serial actual debe leer.
Obligatoriamente.
9 de mayo de 2014
Canciones para el nuevo día (1425/654): "La Valquiria (La cabalgata de las Valquirias)"
Richard Wagner Overtures & Preludes' Week (y V):
La Valquiria (La cabalgata de las Valquirias)
Disco: Der Ring des Nibelungen (2012)
8 de mayo de 2014
Canciones para el nuevo día (1424/653): "El Oro del Rin (Preludio)"
Richard Wahner Overtures & Preludes' Week (IV):
El Oro del Rin (Preludio)
7 de mayo de 2014
Canciones para el nuevo día (1423/652): "Tristán e Isolda (Preludio del 1er. Acto)"
Richard Wagner Overtures & Preludes' Week (III):
Tristán e Isolda (Preludio del 1er. Acto)
Disco: Tristan and Isolde (1952)
6 de mayo de 2014
Reseña de El cáliz de Melqart, de Arturo Gonzalo Aizpiri
En el inicio de la reseña de El heredero de Tartessos comentaba que a menudo tenemos una imagen “apriorizada” de
Roma como conquistadora, sí, pero especialmente como luz de la
civilización y creadora de una identidad allá donde pasa, de modo que su
sello distintivo no es tanto la conquista de un territorio sino el
legado que deja en todo aquello relacionado con la romanización. De
manera similar, se puede argüir el peso de la influencia cartaginesa en
la creación de un imaginario colectivo o, para el caso que nos toca, de
un modelo de civilización alternativo al romano. En el fondo no dejan de
ser constructos historiográficos, a partir de exempla que las fuentes
del período (mejor dicho, posteriores a los acontecimientos) perfilan,
crean y fijan en ese imaginario colectivo (la perfidia plus quam punica,
por ejemplo). De modo que surge la idea de una Cartago, o Qart Hadasht,
para no asumir necesariamente el punto de vista “romano”, que trataba
de expandirse en Hispania –Ispania, para ellos– mediante el comercio y
la explotación de los recursos naturales de Iberia –si asumimos el punto
de vista local–, política que los bárcidas, desde la llegada de Amílcar
en el año 237 a.C-, modificarían para crear un imperio nuevo en una
península de la que apenas controlaban el sur y algunas factorías
estratégicas en el interior. Un modelo de imperialismo púnico que
llevaría a los bárcidas (¿con la aquiescencia del gobierno y las élites
de la Qart Hadasht en África?) a controlar de facto el territorio
peninsular allende el Betis, a poner orden en la maraña de pueblos
iberos, a establecer un protectorado de nombre, a fundar una nueva
capital en Ispania (otra Qart Hadasht) y a, incluso, prepararse para un
nuevo enfrentamiento con Roma… que había de llegar. O esa idea sigue
reiterándose en ese imaginario colectivo.
Canciones para el nuevo día (1422/651): "Lohengrin (Preludio del 1er. Acto"
Richard Wagner Overtures & Preludes' Week (II):
Lohengrin (Preludio del 1er. Acto)
Disco: Wagner: Orchestral Music (2004)
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