La calle de una ciudad (podemos suponer que es
París), bajo la lluvia y vacía, sin gente. La cámara se acerca a un
teatro. Entra por la puerta principal. Un cartel ofrece audiciones en la
puerta de entrada a la sala de butacas. Dentro, un hombre habla por
teléfono, no está contento: las actrices que han venido para la audición
no le convencen. No encuentra a la protagonista de su obra. En ese
momento entra una mujer exuberante, vestida provocativamente y cargada
con dos grandes bolsas de viaje. "Toc, toc". Ella es Vanda (Emmanuelle
Seigner), una mujer descarada, vocinglera y de modos demasiado ruidosos
para Thomas (Mathieu Amalric), el director y autor ("adaptador",
remarca) de una obra de teatro basada en La Venus de las pieles, novela de Leopold von
Sacher-Masoch,
comúnmente conocido como quien dio nombre al masoquismo.
Thomas ya se iba del teatro, hastiado de unas audiciones que no le han supuesto más
que decepciones, pero la presencia arrolladora de Vanda, que solicita
que se la escuche, le obliga a darle una oportunidad. Y cuando empieza
la lectura de la obra y Vanda comienza a hablar, personificando a la
perfección a la protagonista del texto, Thomas queda sorprendido ante la
metamorfosis de quien parecía alguien vulgar y estridente...
1 de febrero de 2014
31 de enero de 2014
Canciones para el nuevo día (1355/584): "I Say a Little Prayer For You"
Aretha Franklin - I Say a Little Prayer For You
Disco: Aretha Now (1968)
30 de enero de 2014
Canciones para el nuevo día (1354/583): "The Rhythm of the Horse"
Thomas Newman - The Rhythm of the Horse
Disco: The Horse Whisperer - soundtrack (1998)
29 de enero de 2014
Canciones para el nuevo día (1353/582): "Let's Go Fly a Kite"
Saving Mr. Banks Cast- Let's Go Fly a Kite
Disco: Saving Mr. Banks - soundtrack (2013)
28 de enero de 2014
Reseña de El mito de la Blitzkrieg. La campaña de 1940 en el Oeste, de Karl-Heinz Frieser
Habitualmente se tiene la concepción de la
Blitzkrieg [la guerra relámpago] como un monolito prefigurado de
antemano, aplicado en la campaña del Oeste de mayo-junio de 1940 por la
Wehrmacht alemana, perfecta en su planificación y en su plasmación sobre
el terreno, y que resultaba imposible de detener. Las monografías sobre
la Segunda Guerra Mundial que he leído destinan menos atención y
extensión a una campaña que se antoja tan arrolladora y superior a la
reacción imposible de los aliados, que se percibe una sensación de que
no es necesario profundizar en ella. Todo salió a pedir de boca, se
diría: los alemanes arrasaron a franceses y belgas en apenas dos semanas
(a los holandeses en menos tiempo) y forzaron a la Fuerza
Expedicionaria Británica a replegarse y evacuar Dunkerque a la
desesperada, ante el temor de ser cercados por las tropas alemanas. El
18 de junio cayó París, sin apenas resistencia, el 22 las últimas
fuerzas francesas en el hexágono aun resistentes se rindieron, el 25
representantes del Gobierno francés firmaron el armisticio en el mismo
vagón de tren en el que los alemanes hicieron lo propio al final de la
Primera Guerra Mundial. La campaña del Oeste había sido un éxito
impensable apenas un mes y medio antes. Inimaginable. Francia entró en
crisis, su derrota fue tan apabullante que no se encontraron
explicaciones. Pero, ¿fue tan inconmensurable el triunfo de las armas
alemanas? Se asentó el mito, la leyenda de la Blitzkrieg. Y quienes
hasta entonces, en el alto mando alemán, habían dudado de la viabilidad de un
nuevo modelo operacional de guerra, se rindieron a éste hasta el punto
de que se creyó que la jugada maestra podía repetirse.
Canciones para el nuevo día (1352/581): "Chase"
Giorgio Moroder - Chase
Disco: Midnight Express - soundtrack (1978)
27 de enero de 2014
Crítica de cine: Otel·lo, de Hammudi Al-Rahmoun Font
En Cesare deve morire,
la película de los venerables hermanos Paolo y Vittorio Taviani, unos
presos escenificaban Julio César de Shakespeare en las celdas, los
pasillos y los patios de una cárcel cercana a Roma. Pero no sólo era una
representación al uso, que comenzaba y acababa en el escenario del
auditorio de la cárcel, sino que la "representación" era personal,
llevada del clasicismo de la obra a la contemporaneidad de los presos
(reales, no actores interpretando a presos), de modo que se establecía
una relación directa entre ficción y realidad, entre el Arte y la Vida.
Una de las ideas de la película era mostrar que las obras de Shakespeare
sonm atemporales y que tanto pueden funcionar desde la tradición de una
representación en un escenario o a través del cásting, los ensayos y la
otra "escenificación" por parte de actores que son delincuentes
condenados. En esta línea de superar las barreras habituales y mostrar
que una obra de Shakespeare está tan viva ahora como en el momento en el
que se escribió, el joven director Hammudi Al-Rahmoun Font (otro
talento surgido de la ESCAC. Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de
Catalunya) toma Otelo del Bardo para elaborar una reflexión sobre los celos, el poder y la manipulación.
Canciones para el nuevo día (1351/580): "I Feel Love"
Donna Summer - I Feel Love
Disco: I Remember Yesterday (1977)
26 de enero de 2014
Crítica de cine: Nymphomaniac. Vol. 2, de Lars von Trier
Es bastante ilogico, por no decir mucho, escribir
dos críticas de UNA sola película. Sigue siendo incomprensible que se
haya estrenado esta película en dos entregas, dos partes, cuando es
evidente que no son dos películas diferentes, sino la misma. El
espectador interesado ya lo sabe y lo corrobora cuando se sienta en la
butaca, se enciende el proyector y, tras el aviso de los exhibidores
acerca del montaje y unos mínimos créditos iniciales, la película
continúa desde el mismo punto en el que acabó la primera entrega.
No le busquemos explicaciones a esta operación de distribución y
exhibición cinematográfica, porque no la hay, al menos relacionada con
la lógica argumental de una película. Si es por metraje (cuatro horas de
un metraje editado de cinco horas y media original), pensemos, por
ejemplo, que la tercera entrega de El Señor de los Anillos, El retorno
del rey, dura tres horas y media... y no la estrenaron partida en dos
entregas. Aunque, en fin, si se trata de coherencia en cuanto a los
metrajes... aún recuerdo que Superman Returns y El Reino de los Cielos
las vi con un "descanso" de veinte minutos cada una en el cine...
cuando apenas duran dos horas y media. Luego está el montaje para dejar
fuera esa hora y media de metraje... en el que debe de estar la parte
del león de las secuencias pornográficas, supongo: en las dos entregas
de esta ÚNICA película las secuencias porno, así a ojo de buen cubero,
no deben de superar los veinte minutos, y menos las que tienen
explícitas imágenes de sexo real. Luego, si la cuestión era puentear la
etiqueta de película provocadora (que lo es, pero no por el sexo en sí),
sigo sin entender la "lógica" de esta exhibición en dos partes. Lo que
sí sé es que he pagado dos entradas para ver UNA película, aunque sarna
con gusto no pica; y en segundo lugar, que Lars von Trier ha realizado
una película que en muchos aspectos es un compendio de su filmografía,
de sus temas preferidos (la religión, por ejemplo), de sus estructuras
narrativas y de su estilo personalísimo.
24 de enero de 2014
Reseña de La pulsión de muerte, de Jed Rubenfeld
En su primera novela La interpretación del
asesinato (publicada por Anagrama en 2007) Jed Rubenfeld jugaba la carta
de la novela policiaca con derivaciones: es decir, una novela al uso,
incluso best-selleriana (aunque con una calidad contrastada), que
trataba el tema del psicoanálisis. El punto central de la novela era el
viaje de Sigmund Freud y Carl Jung a Estados Unidos en 1909, un viaje
que se suponía iba a consolidar el prestigio de Freud (a cimentar el
método psicoanalítico) entre los psiquiatras locales, pero que no
consiguió los resultados esperados; hasta el punto de que Freud (que ya
por entonces estaba en tira y afloja con Jung, previo a su ruptura) tuvo
siempre un mal recuerdo de aquel viaje y de aquel país, al que declinó
regresar. La novela presentaba un caso, sus complicaciones y cómo el
psicoanálisis era utilizado como un elemento de investigación más,
especialmente por uno de los dos protagonistas, el doctor Stratham
Younger, que acabaría renegando del método de Freud. Su partenaire, en
este particular buddy book (parafraseando el género cinematográfico de
las películas de compañeros policías), era el detective Jimmy Littemore,
que con una observación y una deducción dignas de Sherlock Holmes, se
encargaba de resolver el caso, con la ayuda inestimable de Younger. La
novela funcionó muy bien, hasta el punto de que unos pocos años después
Rubenfeld (jurista y profesor de derecho constitucional de profesión)
decidió recuperar a ambos personajes en La pulsión de muerte (Anagrama,
2012), once años después de los hechos vividos en la anterior novela y
tomando como punto de partida un atentado terrorista en pleno Wall
Street neoyorquino.
Canciones para el nuevo día (1350/579): "The Fox (What Does the Fox Say?)"
Ylvis - The Fox (What Does the Fox Say?)
Disco: The Fox (What Does the Fox Say?) - single (2013)
23 de enero de 2014
Ojos negros (relato)
Siempre tengo ideas en la cabeza, aunque no
siempre las plasmo negro sobre blanco. Y tengo un blog... imperdonable,
me dirían algunos. Pues vamos a ponerlas aquí, esos relatos que se
escribieron... y los que escribiré... espero. No sé si esto tendrá
continuidad, pero nunca se sabe... soy voluble y olvidadizo. Veremos...
De momento posteo uno de los dos relatos que presenté en el V Concurso
de Relatos Históricos Hislibris, que superó la fase de la votación
popular... y que no llegó a más; el otro, Un escenario en penumbra, sí
fue publicado en la antología del concurso.
El sol del mediodía ha calentado
la piedra, pero la mano que la acaricia sólo siente una ligera frialdad. La
textura lisa del mármol reconforta al anciano, a pesar de un ligero escalofrío.
Sus dedos recorren el rostro pétreo: los pliegues de la barbilla, los pómulos,
la nariz. Rodean las hendiduras de las cuencas oculares, se entretienen en las
cejas. Quisieran perderse entre los recovecos que la corona de laurel deja
entre los lacios y pétreos cabellos. El anciano se aleja unos pasos, observa el
busto, no puede evitar fijarse en la mirada. Apagada, fría como la propia piedra,
sin vida. Recuerda entonces aquellos otros ojos, negros, llenos de vida,
mirándole fijamente la noche antes de que todo estallara. Fue durante una cena
entre amigos, unos pocos amigos, hace ya tantos años… Entonces era joven, se
sentía joven. Tenía ilusiones, sueños, ambiciones. Hubo un momento, recuerda,
en el que los ojos negros del invitado no se apartaron de él; de pronto sintió que
podían ver en su alma y temió que descubrieran el pozo sin fondo de la ambición…
una ambición que, ahora lo sabe, fue la causa de su catastrófico declive. Hace
tiempo, mucho tiempo: antes de que el odio lo consumiera por dentro hasta dejar
una vieja, amargada y vacía cáscara.
Canciones para el nuevo día (1349/578): "Rebel Yell"
Billy Idol - Rebel Yell
Disco: Rebel Yell (1983)
22 de enero de 2014
Canciones para el nuevo día (1348/577): "Ordinary Love"
U2 - Ordinary Love
Disco: Mandela: Long Walk to Freedom (2013)
21 de enero de 2014
Canciones para el nuevo día (1347/576): "Heroes"
The Wallflowers - Heroes
Disco: Godzilla: The Album - soundtrack (1998)
20 de enero de 2014
Canciones para el nuevo día (1346/575): "Mmm Mmm Mmm Mmm"
Crash Test Dummies - Mmm Mmm Mmm Mmm
Disco: God Shuffled His Feet (1993)
19 de enero de 2014
Reseña de El arte de la defensa, de Chad Harbach
«El béisbol, a su manera discreta, era un juego extremadamente angustioso El fútbol, el baloncesto, el hockey, el lacrosse: ésos eran deportes de refriega. Uno podía ser útil si empezaba y pugnaba más que el rival. Podía redimirse sólo con desearlo.
Pero el béisbol era distinto. Schwartz lo veía como algo homérico: no una melé sino una serie de combates aislados. Bateador contra lanzador, defensa contra pelota. No se podía embestir de aquí para allá, resoplando y abofeteando a los demás, como hacía Schwartz cuando jugaba al fútbol. Uno permanecía inmóvil y esperaba e intentaba mantener la mente tranquila. Cuando llegaba el momento, tenía que estar a punto, porque si la pifiaba, todo el mundo sabría de quién era la culpa. ¿Qué otro deporte no sólo llevaba una estadística tan cruel como el error, sino que, además, la exhibía en el marcador para que todo el mundo la viese?» (p. 278).La vida es un juego, se podría decir. Como el béisbol. Hay decisiones que tomar, en solitario. Necesitas a un equipo de personas cerca de ti, pues uno no puede vivir al margen de la sociedad, se implica con ella, vive con ella, en ocasiones abomina de ella. La vida es un partido constante, una sucesión de entradas; unas veces eras lanzador, otras veces bateas, otras tantas recibes. El béisbol es un deporte que no concibe el empate, un partido tiene que acabar con una diferencia de puntos. En la vida sucede lo mismo: hay momentos en que no puedes quedar en empate, debes ganar o perder, pues de la victoria o la derrota surge algo, hay consecuencias que afrontar. Los errores siempre estarán ahí, deberás asumirlos y vivir con ellos. No puedes salir del diamante sin que tus actos, tus decisiones, tus consecuencias, signifiquen algo.
18 de enero de 2014
Crítica de cine: El Lobo de Wall Street, de Martin Scorsese
En un momento de esta película, Jordan Belfort
(Leonardo DiCaprio) atiende a una periodista de la revista Forbes, que
escribe un reportaje sobre su fulgurante carrera en Wall Street. Cuando
se publica la revista, se enfada porque la periodista le define como un
"moderno Robin Hood que roba a los pobres para quedárselo él". Su mujer
le dice, para consolarlo, que toda publicidad es buena para el negocio,
aunque sea negativa en el mensaje. La ira momentánea de Belfort es
curiosa en quien, apenas unos minutos antes, escenificaba ante sus
empleados cómo desplumar a los clientes de la firma de brokers que ha
fundado y que se basa en el estilo más depurado del pelotazo fácil, de
venderle la luna a los posibles inversores (y por luna nos referimos a
acciones de empresas que son pura birria), embolsarse beneficios del 50%
como comisión y considerar a ese inversor prácticamente como un panoli
al que hasta resulta lícito reírsele en su cara. Ese es el Jordan
Belfort que se nos muestra en la película: un tipo que vive por y para
el dinero, que se ha convertido en un drogadicto (y en un adicto al
sexo), que es cualquier cosa menos un emprendedor honesto y que vive la
vida no a sorbos, sino a carretadas. Las críticas de algunos miembros de
la Academia hollywoodiense acerca de que El lobo de Wall Street
llega incluso a enaltecer a un personaje de la calaña de Belfort
resultan, ante el orgiástico espectáculo de tres horas que contemplas a
ratos boquiabierto y en otras ocasiones descoyuntándote la mandíbula por
las carcajadas, curiosas. Y poco fundamentadas. No, Leonardo DiCaprio
en el papel, Martin Scorsese tras la cámara y Terence Winter como
guionista (los tres pilares de esta película), no pretenden enaltecer a
este Gordon Gekko salido de madre.
17 de enero de 2014
Crítica de cine: Al encuentro de Mr. Banks, de John Lee Hancock
Recientemente, en la entrega de los premios del
National Board of Review, Meryl Streep, después de alabar el trabajo de
Emma Thompson en esta película (y a quién se entregaba el premio de
mejor actriz) como "una maravillosa actriz" y "prácticamente una santa",
derivó en su speech en una
despiadada crítica a Walt Disney, a quien calificó de "misógino, racista
y antisemita" (de ahí, imagino, lo de "santa" en referencia a
Thompson). No era la primera vez que se descargaban todo tipo de
calificativos sobre un tipo como Disney, creador del que fuera uno de
los imperios del entretenimiento más importantes del siglo XX. El hombre
que pretendía llevar la felicidad a las salas de cine, a las pequeñas
pantallas del televisor, a los variados productos de merchandising,
ya sean revistas, libros o juguetes (en eso era un genio, sin duda). Un
hombre hecho a sí mismo y que siempre hacía lo que se proponía. Por
tanto, y engarzo esto con la trama de la película, era lógico que se
propusiera conseguir los derechos de un personaje literario que tantos
seguidores tenía entre niños (y no pocos adultos): Mary Poppins. Durante
veinte años, mientras su imperio cinematográfico se expandía con éxitos
como las Silly Symphonies, cortos como Der Fuehrer's Face y largometrajes como Fantasía (1940), Bambi (1942), Cenicienta (1950), Peter Pan (1953), La dama y el vagabundo (1955), La bella durmiente (1959) y 101 dálmatas
(1961), Disney perseguía a Pamela Travers para adquirir los derechos de
Mary Poppins y adaptarla al cine en una película no de animación, pero
que sí incluía secuencias con dibujos animadas. La veterana escritora se
negaba, una y otra vez. Detestaba el estilo de Disney, consideraba que
podría banalizar y ridiculizar su obra, no quería que hubiera canciones
del estilo Disney, ni dibujos animados. Disney perseveró y finalmente
convenció, en 1961, a Travers a viajar a Los Angeles, a los estudios de
Walt Disney Pictures, para ver lo que sus guionistas, escritores de
canciones y músicos estaban preparando sobre Mary Poppins... y a que
finalmente le cediera los derechos del personaje. Esta es la historia de
Al encuentro de Mr. Banks. Tiene más sentido el título original: Saving Mr. Banks, a tenor de lo que realmente trata la película.
Canciones para el nuevo día (1345/574): "Blame It on the Boogie"
Michael Jackson's Week (y V):
The Jacksons - Blame It on the Boogie
Disco: Destiny (1978)
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