8 de noviembre de 2012

Reseña de La maldición de Tutankamón. La historia de un rey egipcio, de Joyce Tyldesley

En un telegrama enviado el 6 de noviembre de 1922, Howard Carter apremiaba a Lord Carnarvon, el acaudalado millonario (aunque a la postre no tanto) que financiaba las excavaciones en el Valle de los Reyes, para que acudiera inmediatamente a Egipto si, como era de esperar, quería quería estar presente en la apertura de la tumba de Tutankamón: «Al final hemos hecho maravilloso descubrimiento en el Valle STOP Una magnífica tumba con los sellos intactos STOP Recuperaré algo para su llegada STOP Felicidades FIN».

La urgencia de mensaje de Carter no ocultaba la emoción que embargaba al arqueólogo encargado de las excavaciones (Carnarvon consiguió la concesión unos años atrás), tras largos esfuerzos en el Valle de los Reyes. Carter siempre intuyó que el Valle no estaba agotado, que quedaban tumbas por descubrir, y además intactas. Los aficionados a la egiptología recordarán, casi como un mantra, las emocionantes palabras de Carter cuando abrió la tumba, con Carnarvon y su hija a su lado, el 26 de noviembre de 1922:
«Había llegado el momento decisivo. Con las manos temblorosas abrí una abertura diminuta en la esquina superior izquierda. La oscuridad y un espacio vacío, en toda la extensión que podía alcanzar una varilla de hierro de prueba, mostraron que lo que había más allá estaba hueco, y no relleno, como el pasadizo que acabábamos de despejar. Se hizo la prueba de la vela, como precaución para los posibles gases nocivos, y luego, abriendo un poco el agujero, introduje la vela y miré dentro. Lord Carnarvon, lady Evelyn y Callender estaban de pie detrás de mí, ansiosos, esperando oír el veredicto. Al principio yo no veía nada, porque el aire caliente que escapaba de la cámara hacía parpadear la llama de la vela, pero al final, cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, los destellos de la habitación que había dentro fueron surgiendo lentamente de la niebla, extraños animales, estatuas y oro… por todas partes el brillo del oro. Durante un momento (a los demás que estaban esperando les debió de parecer una eternidad) me quedé mudo por el asombro, y cuando lord Carnarvon, que ya  no podía soportar más el suspense, me preguntó ansiosamente: “¿Ve algo?”, lo único que pude hacer fue murmurar las palabras: “Sí, cosas maravillosas”». (Howard Carter, La tumba de Tutankamón)

Canciones para el nuevo día (1034/262): "Live and Let Die"

James Bond Week (IV):
Paul McCartney & Wings - Live and Let Die



Disco: Live and Let Die - soundtrack (1973)

7 de noviembre de 2012

Crítica de cine: El ladrón de palabras, de Brian Klugman y Lee Sternthal


De tanto en tanto el cine presenta un juego de matrioshkas: películas dentro de películas. Pasó con Adaptation o Las horas, por citar dos ejemplos recientes; o incluso juegos metanarrativos jugando con la ciencia-ficción como Origen. Son películas muy diferentes entre sí. Pero también hay juegos literarios; a nivel hispánico tenemos a José Carlos Somoza con novelas como Dafne desvanecida y La caverna de las ideas, ambas recomendabilísimas. ¿Por qué no jugar a lo literario en el cine? El falsario, por ejemplo, todo un personaje (bien lo sabe Umberto Eco en su reciente (y magnífica) El cementerio de Praga). Y esa es la propuesta de Brian Klugman y Lee Sternthal, que además de escribir el guión se ponen tras la cámara y dirigen esta arriesgada película. 

Clay Hammond (Dennis Quaid), autor de éxito, presenta y lee varios fragmentos de su última novela (una práctica muy extendida fuera de nuestros lares; en Alemania suelen hacerlo... y también los libros suelen ser más baratos, pero me enrollo). Trata de un novelista frustrado, Rory Jansen (Bradley Cooper), que ha conseguido triunfar con una novela y disfruta de las mieles del éxito. Pero Rory no es el autor de la novela, sino que encontró un manuscrito en una vieja cartera de piel, la ha copiado y la ha publicado con su nombre. Pero no puede imaginar que alguien, el auténtico escritor de la novela (Jeremy Irons) aparecerá... 

Canciones para el nuevo día (1033/261): "You Know My Name"

James Bond Week (III):
Chris Cornell - You Know My Name



Disco: Casino Royale - soundtrack (2006)

4 de noviembre de 2012

Novedades editoriales: noviembre de 2012 (I)

Llegó noviembre y en los próximos días llegan más novedades. Mucho libro que llega, se acumula en las mesas de novedades de las librerías, y tan poco presupuesto a nuestra disposición...

Empiezo por dos títulos de Akal que me han llamado poderosamente la atención. Primero, Hispania y Bizancio. Una relación desconocida, de Margarita Valejo Girvés. El ámbito bizantino es apasionante; y si hace unos meses  pudimos disfrutar del libro de Giorgio Ravegnani sobre Bizancio y Venecia, he aquí un volumen dedicado a  «la relación que existió entre el mundo bizantino y la península Ibérica, antes, durante y después del propio dominio que el imperio mantuvo en Hispania. De su mano, la comprensión este importante y muy desconocido periodo de la historia de España y del Mediterráneo se nos ilumina de forma clara y accesible». A priori, y echándole un vistazo al índice, el libro me parece muy interesante: «a mediados del siglo VI d.C. el poderoso Imperio bizantino, en plena reconquista de lo que fueran las principales provincias del extinto Imperio romano, ocupó el sur de la península Ibérica. Aquel dominio peninsular que los bizantinos establecieron apenas se mantuvo durante setenta y cinco años (dos centurias en el caso de Ceuta y algunas más en el de las islas Baleares) siendo el comienzo de una relación que se mantendría hasta largo tiempo después y que tenía sus orígenes en la política de Renovatio Imperii del emperador Justiniano».

Crítica de cine: Skyfall, de Sam Mendes

Skyfall estuvo en el limbo durante un año. Crisis de los estudios, la franquicia en stand-by, un guión que no existía, en busca de un director. Y todo ello se nota en esta película, en el sentido de que es una película que surge de retazos, abandonos y vueltas al clasicismo. Abandono de la trama de fondo de las dos películas anteriores, Casino Royale y Quantum of Solace: nos olvidamos (¿momentáneamente?) de la organizaciòn Quantum (la nueva Spectra) para terminar de pulir a este nuevo James Bond... y volver a unas ciertas raíces, aunque puestas al día. Era lógico reinventarse: nuevo escenario geopolítico (el discurso de M ante las autoridades en esta última entrega es la culminación de un largo proceso), nuevas mentalidades (el sexismo/el machismo/la misoginia del personaje, aun estando presente, ya casa poco con nuevas generaciones de espectadores), nuevas maneras de concebir el cine de acción (Jason Bourne mediante; incluso los juguetitos de Q resultaban autoparódicos en las entregas de Pierce Brosnan), nuevas maneras de captar al espectador y llevarlo a una sala de cine. Internet lo cambió todo y hay que reciclarse o morir. Y el reboot de la saga Bond es una buena muestra. 

2 de noviembre de 2012

Reseña de Septimio Severo: el emperador africano, de Anthony R. Birley

Anthony R. Birley (n. 1937) es un historiador de larga trayectoria. Para el lector hispano su reconocimiento llegó con la publicación de su biografía sobre Adriano (Península, 2003, reeditado por Gredos en 2010; original de 1997). Posteriormente llegó otra biografía imperial, la de Marco Aurelio (Gredos, 2009), recuperada en castellano desde sus diversas reediciones en los años setenta y noventa. Para entonces, quizá pocos, fuera del ámbito académico, conocieran los importantes trabajos de Birley sobre la Britania romana (que de un modo u otro se comentan en su biografía adrianea). Septimio Severo: el emperador africano (Gredos, 2012) es a la postre otra biografía revisada y reeditada en el mercado anglosajón desde su publicación en 1971 –y que también incide en sus trabajos sobre Britania– y que llega (tarde) a nuestras manos, pero que bien merece la atención de los lectores interesados en el período imperial romano.

Canciones para el nuevo día (1030/258): "I Dreamed A Dream"

Not (Yes) ANother Gleek Week (y V):
I Dreamed A Dream



31 de octubre de 2012

Reseña de La Segunda Guerra Mundial, de Antony Beevor

«Si somos americanos, pensamos que “la guerra” fue algo que empezó con Pearl Harbour en 1941 y terminó con la bomba atómica en 1945. Si somos británicos, recordamos el Blitz de 1940 y la liberación de Belsen. Si somos franceses, nos acordamos de Vichy y de la Resistencia. Si somos holandeses, pensamos en Anne Frank. Incluso si somos alemanes, solo conocemos una parte de la historia». Anne Applebaum, The New York Review of Books, 11 de noviembre de 2010.
Probablemente el lector que pasea por una librería, lee las páginas culturales o suplementos en la prensa o está un poco al tanto de lo que se publica se preguntaría, en ocasión de la publicación de este libro «¿otro libro (más) sobre la Segunda Guerra Mundial?»; y probablemente la sensación sea compartida por lectores de mucho pelaje. Pero en este caso se coaligan dos factores: por un lado, es una historia global de un conflicto que empezó antes del 1 de septiembre de 1939 y que formalmente no ha terminado (no hubo tratados de paz, pero sí una rendición incondicional, disposiciones sobre las potencias derrotadas y juicios a algunos de sus militares y jerarcas por crímenes contra la humanidad); y por el otro, estamos ante un libro de Antony Beevor (n. 1946), todo un best-seller del género.