Muerte de Harold II, Tapiz de Bayeux, ca. 1082-1096, Museo del Tapiz de Bayeux, Bayeux. |
Un 14 de octubre de 1066 las tropas del duque de Normandía, Guillermo el Bastardo (en adelante, Guillermo I el Conquistador) derrotaron a las del último rey anglosajón de Inglaterra, Harold II, que murió en combate, en la batalla de Hastings. Las pugnas entre Guillermo y Harold por el trono de Inglaterra venían de lejos, pues ambos ansiaban ser el sucesor de Eduardo el Confesor (1042-1066). Eduardo III de Wessex, de hecho, es considerado el último soberano inglés de esta dinastía (con permiso de Egar II, que pretendió ser su heredero), aquella que fundara Alfredo I el Grande cerca de dos siglos antes; una dinastía que con dificultades se mantuvo en el trono del reino de Inglaterra, formado por Alfredo a finales del siglo IX, ante las invasiones danesas y la conformación, de hecho, de un reino de Dinamarca, Noruega e Inglaterra con el vikingo Canuto el Grande (1016-1035). Guillermo (nacido en el año 1035) era pariente de Eduardo a través del duque normando Ricardo I y siempre tuvo aspiraciones al trono inglés; de hecho, en el año 1051, Eduardo designó a Guillermo como su heredero. Pero el duque normando topó con la oposición de Godwin, descendiente del hermano de Alfredo el Grande, conde de Wessex (por designación de Canuto el danés) y padre de Harold, además de uno de los hombres más poderosos de Inglaterra. Por su parte, Harold, había heredado el condado de Wessex (recordemos, el reino que fue el origen de la dinastía anglosajona y que posteriormente se devaluó a condado con el nuevo reino de Inglaterra) a la muerte de Harold, en el año 1053, y aglutinó a gran parte de la nobleza contra las aspiraciones de Guillermo, el pretendiente “extranjero”.
Invasión normanda de Inglaterra, 1066. Clicar encima para agrandar. |
Eduardo el Confesor no tenía hijos (ni esperanzas de tenerlos) y aunque había prometido la herencia y designado a Guillermo como su sucesor, pero a su muerte a principios del año 1066 Harold se adelantó a su rival y logró el reconocimiento del propio Eduardo en su lecho de muerte. Coronado como rey de Inglaterra, Harold tuvo que hacer frente primero a las ambiciones de su hermano Tostig, conde de Northumbria (en el exilio), y a las reclamaciones de Edgar II Atheling y del propio rey de Noruega; Harald III. De hecho, Harald le puso las cosas muy complicadas a Harold en Inglaterra: no sólo se alió con Tostig, que desembarcó en mayo en la isla de Wight para comprobar que tenía pocos apoyos y retirarse entonces a Escocia, sino que él mismo invadió Inglaterra con una fuerza noruega y de nuevo en alianza con Tostig. Harold reaccionó con contundencia y derrotó a ambos pretendientes, el 25 de septiembre, en la batalla de Stamford Bridge, en Yorkshire, donde ambos murieron. Pero no pudo evitar que, apenas unos días después (28 de septiembre), Guillermo, que llevaba meses preparando su propia invasión de Inglaterra, desembarcara con una importante fuerza de unos 6.000 (quizá 9.000) hombres y un número indeterminado de jinetes en Pevensey, Sussex. Harold tuvo noticias de la invasión normanda el 1 de octubre y desde el norte del país acudió con presteza a Londres, reuniendo por el camino una fuerza de entre 6.000 y 7.000 soldados. De Londres, donde recaló el 11 de octubre, Harold se dirigió a Hastings y se asentó en la colina de Senlac, dispuesto a obstaculizar e impedir el avance de Guillermo a la capital del reino. El 14 de octubre tuvo lugar el choque armado.
Harold llegó cansado, así como sus tropas, después de derrotar, apenas dos semanas antes, una invasión precedente del país; y Guillermo lo sabía. Harold tenía bajo su mando a soldados veteranos sajones, pero también a milicianos con un armamento inferior; quizá si Harold hubiera convocado a soldados de Londres y no se hubiera confiado tras vencer con facilidad a Tostig y Haldrad, hubiera logrado una fuerza militar más imponente. Por su parte, Guillermo, bregado ya en un estilo de guerra continental que apostaba por la caballería pesada, contaba con arqueros bien adiestrados y un número elevado de hombres de a pie de sus aliados bretones, franceses y flamencos. De buena mañana en ese 14 de octubre, Guillermo tomó la iniciativa y, tras una andanada de sus arqueros, con poco éxito (respondido hábilmente por los sajones con jabalinas y flechas), envió a sus hombres de a pie a tomar la colina. Sajones e invasores chocaron, logrando los primeros hacer huir a los soldados bretones de Guillermo, que reaccionó enviando a su caballería; rodeados por los jinetes normandos, la avanzada sajona fue aniquilada. Guillermo, poco confiado en vencer entonces, reagrupó sus tropas y retrocedió. La primera fase de la batalla se resolvió con unas ciertas tablas. En el mediodía, Guillermo atacó la colina con la caballería pesada, apoyado por los arqueros y los soldados de a pie, pero la lucha fue azarosa y sin resultados claros, pues los sajones resistían con fiereza. A la una, los soldados franceses y flamencos retrocedieron; la cosa entonces se puso peliaguda para Guillermo, que incluso perdió su caballo, mientras los anglosajones, ante el rumor de que el duque normando había muerto, avanzaron. A las dos de la tarde Guillermo detuvo el combate, reagrupó sus tropas y las alimentó; Harold aprovechó la coyuntura para fortalecer sus líneas. La situación estaba lejos de ser favorable para Guillermo, que había perdido gran parte de su caballería, pero no cejó en su empeño; a las tres volvió a subir la colina y atacó con fuerza con todo lo que tenía. Los hombres de Harold flaquearon ante el embate: su muro de escudos empezó a tener demasiadas brechas, que los soldados de Guillermo aprovecharon para atacar con todo lo que tenían. A las cuatro de la tarde los anglosajones de Harold no pudieron mantener ya la unidad y se disgregaron en grupos menores que paulatinamente los invasores masacraron. El propio Harold murió al recibir un flechazo en un ojo; muerto el rey anglosajón, los soldados que le quedaban, aun combatiendo con valor, se vieron obligados a retroceder y finalmente a huir. Guillermo ganó la batalla, pero las bajas entre ambos ejércitos fueron bastante parejas.
Inglaterra y Normandía a la muerte de Guillermo I el Conquistador (1087). Clicar encima para agrandar. |
La consecuencia de la victoria en Hastings de Guillermo, ahora el Conquistador, fue que por una nueva dinastía se hacía con el poder en la mayor parte de la isla Gran Bretaña (Gales y Escocia, al margen claro está) y mantendría un dominio a ambos lados del canal de la Mancha: en Normandía y en Inglaterra. En las semanas posteriores a la batalla las tropas invasoras acabaron con cualquier resistencia anglosajona en su avance hacia Londres, donde el monarca fue coronado como Guillermo I de Inglaterra (ya era II de Normandía) en la abadía de Westminster el día de Navidad de 1066. La resistencia sajona se prolongaría durante varios años en el interior, tema que el cine y la literatura histórica popularizarían, mostrando a unos arrogantes invasores normandos, que se hicieron con las principales propiedades de los nobles anglosajones, ahora desposeídos de sus tierras. El feudalismo a la francesa se instaló en una Inglaterra que vivió unos años convulsos, no sólo durante el reinado de Guillermo I (1066-1087), sino sobre todo de su hijo Guillermo II Rufo (1087-1110) y en los inicios del hermano de éste, Enrique I Beauclerc (1100-1135). De las décadas finales del siglo XI e inicios del XII son los numerosos castillos que, al estilo continental, nutrieron los condados ingleses. Se produjo una transferencia de la gran propiedad, como decíamos antes, que tuvo en el Domesday Book su principal libro de registros, y el establecimiento de una monarquía sólida, a diferencia de la anglosajona del último siglo y medio. Inglaterra, en manos de los normandos en primer lugar y, tras la inestabilidad del reinado de Esteban I de Blois (1135-1184), posteriormente con los angevinos a partir de Enrique II Plantagênet (1154-1189), se erigió en un poderoso imperio en Europa occidental y en rival de unos reyes de Francia que inicialmente no vieron con malos ojos que el duque de Normandía se estableciera allende el canal de la Mancha: mejor, pensaron, un peligroso “vasallo” bien lejos.
Por otro lado, Hastings se convirtió en glorioso fruto de la invasión con el paso del tiempo, a pesar de que fue una batalla reñida. El hecho de que los sajones quedaran prácticamente aniquilados en la batalla aseguró la estabilidad (en general) del monarca normando. Hasta otra “gloriosa” invasión, esta vez a finales de 1688, Inglaterra crearía la ficción de que se mantenía como un reino insular impenetrable desde fuera durante siglos. Lo cierto es, sin embargo, que las invasiones de Inglaterra no cejaron en los siglos siguientes: Enrique Bolingbroke, primo de Ricardo II, lo hizo en 1399 para hacerse con el trono (bajo el nombre de Enrique IV). Otro Enrique, Tudor, lo hizo en 1485 en la etapa final de la Guerra de las Dos Rosas, y se estableció como rey (Enrique VII) tras derrotar a Ricardo III en la batalla de Bosworth; y su reinado no fue tranquilo, pues hubo al menos dos invasiones que no lograron triunfar en nombre de pretendientes York al trono inglés. Pero los normandos llegaron para quedarse –mal que le pesara unas décadas después al Wilfred de Ivanhoe de Walter Scott– y, haciéndolo, crearon las bases de la Inglaterra sobre todo rural.
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