«Los eubeos conocíamos las aventuras de Odiseo por nuestros aedos (poetas cantores) del Egeo, y algunos las habíamos oído de labios del mismísimo Homero… Vivíamos en Eubea en chozas de adobe con una abertura en la cubierta vegetal, para encender fuego dentro, con algunos animales descansando en un rincón, con los hijos y la mujer durmiendo calentitos entre pieles… Así los encontraba yo al regresar al hogar tras compartir historias y vino con otros hombres en torno a una fogata en la playa… Visité a una de mis abuelas en la isla de Chíos, donde Homero tenía su hogar natal. Y allí, una noche, le escuché cantar la Odisea… Se hizo el silencio, ¡y oí el genuino final de la Odisea, hoy perdido…!».
Extractos de una entrevista a Robin Lane Fox en La Vanguardia, 26-VI-2009.
Robin Lane Fox (n. 1946) se ha convertido recientemente en todo un autor best-seller en España. En 2007, Crítica publicó El mundo clásico: la epopeya de Grecia y Roma, un manual general que consiguió buenas críticas y enormes ventas. Paralelamente. El Acantilado editó a finales de ese año Alejandro Magno: conquistador del mundo, una biografía publicada por el autor en 1973 y revisada y actualizada en 2004 (aprovechando, posiblemente, el estreno de la película de Oliver Stone, de la que Lane Fox fue asesor histórico). Y en este 2009 nos ha llegado Héroes viajeros: los griegos y sus mitos.
El libro, grosso modo, se estructura en dos grandes partes: en la primera, Lane Fox, con los hallazgos arqueológicos de los últimos 50 años en su mano, sigue el viaje de los marinos y comerciantes griegos (esencialmente, procedentes de la isla de Eubea) a lo largo del Mediterráneo, desde las costas de Levante a Sicilia e incluso el estrecho de Gibraltar (las Columnas de Hércules). De este modo, observamos que, ya en los siglos X y IX a.e.v., los inicios de la llamada Edad Oscura griega, naves griegas surcaron el Mediterráneo, contactando, intercambiando, saqueando, conociendo y batallando con diversos pueblos. De este modo, en cierto modo en paralelo a los fenicios, marinos griegos entraron en contacto con pueblos del Levante, de Chipre, de Asia Menor, de Libia, de Egipto, de Italia y de Iberia. Los hallazgos arqueológicos denotan contactos e intercambios con estos pueblos ya desde finales del siglo X a.e.v. Para el siglo VIII, el siglo de Homero, los viajes de estos marinos griegos se documentan por todo el Mediterráneo y son una prueba de que la llamada Edad Oscura, en realidad, no lo era tanto.
En una segunda parte, y siguiendo el rastro de estos viajes, Robin Lane Fox documenta el origen de gran parte de los mitos griegos – de Belerofonte a Mopso, de Jasón a Heracles – en los contactos con estos pueblos del Próximo Oriente, del norte de África y de Italia. Los mitos, pues, muchos de ellos, se convierten en historias ad hoc, originadas en función de estos contactos, relacionadas también con mitos propios de estos pueblos, construidos y recreados en el imaginario griego a lo largo de varios siglos. Para cuando Homero, (o los Homeros) en algún momento del siglo VIII a.e.v., fijó por escrito las historias orales que se iban repitiendo durante generaciones y dieron pie a la Ilíada y la Odisea, o para cuando Hesíodo escribió, a finales de ese siglo, obras como Los trabajos y los días o La teogonía de los dioses, los principales mitos griegos ya estaban en la mente del colectivo egipcio, se iban repitiendo, reconstruyendo, expandiendo e incluso confundiendo con relatos y narraciones (muthoi de otros pueblos (asirios, cilicios, sirios, judíos, itálicos, etc.).
El interesante punto de vista de Lane Fox está en la idea de que los viajes (no siempre de exploración y comercio, a veces de puro saqueo) de marinos griegos (euboicos, en principio) fueron el origen de la creación de los principales mitos y, ya desde el siglo VIII, abrieron el camino para las oleadas colonizadoras por toda el Mediterráneo y el Mar Negro. De este modo, superamos viejos conceptos, como el silencio y la decadencia tras el final de las civilizaciones minoica y micénica, así como la famosa guerra de Troya, a finales del siglo XII a.e.v. Entonces, según la tradición, se produjeron los siglos oscuros, hasta que con Homero y Hesíodo, la consolidación de las poléis (ciudades-estado), la stásis (disensiones internas) y las colonizaciones, los griegos salieron de su mundo egeo para viajar por ese mar Mediterráneo, para ser esas ranas alrededor de una charca, como comentaba Platón.
Nos encontramos, pues, con un libro interesantísimo, que atrapa desde la primera página, que no aburre para nada con el rastreo de los viajeros griegos a través de lo que la arqueología ha podido encontrar y datar. Observamos una nueva interpretación de unos siglos oscuros, ponemos en relación las primeras referencias escritas (básicamente los poemas homéricos) con lo que los héroes viajeros dejaron en la cultura material. Y todo ello con un rigor no enfrentado a la amenidad y el entretenimiento. El libro de Lane Fox no se lee, se disfruta, se devora, nutre nuestro conocimiento. Ciertamente, puede ser un libro de lectura algo ardua para neófitos en la materia, pero sin duda se convierte en una apasionante lectura para los que conocen y aman la cultura griega. Los mitos, a tenor del viaje de los marinos griegos (y del propio Lane Fox, que ha dedicado muchos años a la elaboración de este libro), adquieren una luz diferente ante el nuevo panorama. Nuevo, quizá, entre comillas, pues no en balde en libro es fruto de las investigaciones de diversos profesores y académicos británicos, norteamericanos, griegos y franceses en los prácticamente últimos 50 años. No sorprenderá, entonces, que Lane Fox rinda homenaje en estas páginas a maestros como John Boardman, por ejemplo.
En definitiva, un libro más que recomendable, casi de obligada lectura para los interesados del mundo antiguo, en general, y de los griegos, en particular.
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