Aprovechando que Ediciones Península reedita este libro el próximo mes de abril, recupero esta breve reseña mía, de las primeras que publiqué en Hislibris.
En 1962 la escritora estadounidense Barbara W. Tuchman publicó dos
libros: Los cañones de agosto y La torre del orgullo (1890-1914): una
semblanza del mundo antes de la Primera Guerra Mundial. El primero,
por el que recibió el Premio Pulitzer (aunque no trata un tema
estrictamente norteamericano, como es preceptivo), narra, literalmente
hablando, los primeros cuarenta días de la Primera Guerra Mundial. El
estilo de Tuchman, muy particular, fue desde entonces aclamado, por su
claridad, amenidad y ritmo, y marcó tendencia en una interesante obra
historiográfica. De hecho, las obras de Tuchman entroncan perfectamente
con una historia narrativa popular, alejada de corsés conceptuales, y
que ha conseguido muchos adeptos en todo el mundo. La segunda obra de ese año trata los apenas veinticinco
años anteriores al estallido de la Primera Guerra Mundial con ese estilo
al que ya estamos acostumbrados. No espere el lector un repaso de los
sucesos de ese período, al más puro estilo de histoire évenementielle,
porque no lo encontrará.
Estructurado en ocho capítulos, el libro
selecciona una serie de países –como en Los cañones de agosto– como
escenarios de la acción: Reino Unido, Francia, Alemania, Estados Unidos y
Rusia. Y en cada capítulo hay un hilo argumental diferente:
– los líderes conservadores Salisbury y Balfour y la aristocracia británica para el primer capítulo (Reino Unido, 1895-1902);
– el anarquismo europeo del período 1890-1914 para el segundo capítulo;
– el presidente de la Cámara de los Representantes estadounidense
Thomas L. Reed y el final del sueño “no imperialista” en Estados Unidos
entre 1890 y 1902 (tercer capítulo);
– el affair Dreyfus y la fragilidad de la III República francesa a finales del siglo XIX (capítulo cuarto);
– los proyectos de una paz general en los años anteriores al estallido del conflicto mundial (1899-1907, quinto capítulo);
– Richard Strauss y la Alemania bifronte, músico-militarmente hablando, en los años 1890-1914 (sexto capítulo);
– el descontento obrero y el cambio de gobierno –de conservadores a
liberales– en la Inglaterra de la primera década del siglo XX (séptimo
capítulo);
– y Jean Jaurès y las luchas internas del socialismo europeo en el octavo capítulo.
De este modo, el libro de Tuchman nos ofrece, como ya se menciona en
el subtítulo, una semblanza, una panorámica de esta época, la llamada
‘belle époque’: unos años no tan glamorosos como la historiografía
tradicional tiende a señalar, con profundas heridas y con luchas entre
los diversos países, que finalmente desembocaron en las trincheras de la
Gran Guerra. Los gobernantes de entonces, enrocados en su torre del
orgullo, no pudieron/supieron/quisieron superar los conflictos latentes y
se abalanzaron, junto con millones de soldados y civiles, en una
durísima guerra, de la que no supieron calibrar la duración o sus
consecuencias.
Nos hallamos, pues, con un libro que, aunque tiene ya cuatro décadas y
media sobre sus páginas, mantiene la frescura del primer momento. Una
frescura que se nota en una prosa ágil, entretenida, amena, llena de
matices, con jugosas anécdotas; de tal modo que el lector se
tele-transporta a los salones de la nobleza británica de finales de la
época victoriana, al fragor de la lucha en las calles parisinas durante
el caso Dreyfus o a las visiones de compositores como Richard Strauss o
políticos como Thomas L.Reed y Theodore Roosevelt. Un libro que merece
ser disfrutado en cada página y que deja un sabor de boca muy agradable.
En definitiva, La torre del orgullo es una de esas raras obras
historiográficas que aúnan placer con rigor, amenidad con análisis,
sapiencia con arte. Un libro que os recomiendo muy encarecidamente y
que, estoy convencido, no decepcionará. Como no lo hace Los cañones de
agosto.
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