El tema del cruising gay suele ser tabú en la cinematografía al uso y comercial (dejemos a un lado el cine porno). Alguna novela ha tratado el dogging, pero en relaciones heterosexuales, como La isla de los perros de Daniel Davies (Anagrama, 2010), pero lo que es la temática de esta práctica homosexual suele quedar en la nebulosa; tabú decía, pues se trata de simples contactos para mantener sexo con desconocidos, y que suele suceder en espacios ya categorizados como lavabos públicos, parques, bosques, etc. Por tanto, que una película como El desconocido del lago se acerque a esta temática podría considerarse "novedoso", sobre todo porque el director, Alain Guiraudie, lo hace de una manera "natural". ¿Y qué quiere decir esto? Pues que para mostrar con naturalidad lo que es el cruising, hay que coger el asunto con valentía y que el espectador vea lo que es. Y de este modo hay planos con lo que el género pornográfico se llama el money shot, o el plano de la eyaculación, o incluso una felación con la cámara a escasos centímetros de la "acción". De modo que si el espectador tiene reparos a este tipo de secuencias, puede sentirse más que incómodo, aunque resultan necesarias para dotar de naturalidad a la aproximación al tema. Y eso es lo que Guiraudie ha hecho, aunque sin abusar de esos planos, para los que se han contado con dobles de los actores protagonistas; de hecho, si alguien esperaba largas secuencias de sexo homosexual como en La vida de Adèle, probablemente se quedará con las ganas (si las tenía). No va a ser todo como Nymphomaniac del amigo Lars... y ahí nos escamotearon una hora y media del montaje original.
Pero dejando al margen la cuestión "naturalista" o incluso provocadora, ¿de qué va El desconocido del lago? Pues de personajes que se buscan y repelen en un espacio concreto, que es la orilla de un lago, lugar de encuentro de hombres gays. Aparcan el coche cada mañana, en una rutina que la película destaca con cierta insistencia, se bañan en el lago, toman el sol, entablan conversaciones, se van a los bosques aledaños para hacer lo que realmente han ido a buscar...Franck (Pierre Deladonchamps) es uno de ellos. Durante unos días de verano deja por un lado sus ocupaciones para acudir al lago y encontrar ese contacto sexual, unas veces con éxito, otras volviendo a casa tal y como llegó. Franck actúa con naturalidad: sabe a lo que ha ido y espera encontrarlo, y le sorprende la actitud de alguien como Henri (Patrick D'Assumçao), un hombre maduro y que escapa al estereotipo del homosexual de revista (pasado peso, poco interesado en llamar la atención o en entablar relaciones); ello no le impide establecer una particular amistad con él, a la que Henri, solitario y (se intuye) necesitado de amigos, aunque no hay atraccion física entre ambos. La relación de amistad de Franck y Henri, diaria y alimentada con conversaciones sencillas, contrasta con el contacto del primero con Michel (Christophe Paou), atractivo y oscuro, y de quien Franck, paulatinamente, se va enamorando; de manera muy callada, apelando primero al sexo y luego a una cierta complicidad que deriva en obsesión cuando Franck ve a Michel haciendo algo que lo cambiará todo...
Sexo, amor y crimen, estos son los tres elementos de esta película. Un crimen (¿pasional?) sucede de pronto en la aparente rutina (e incluso monotonía) de la "vida" en el lago. Incluso lo que para el espectador era una película de personajes homosexuales que satisfacen sus deseos en un espacio que deviene coto privado, el crimen cambia su propia percepción de lo que ve en la película o de cómo seguir viéndola. La aparición de un curioso inspector, que recuerda en ocasiones a Colombo por su manera de actuar, pone a los tres personajes principales en alerta, sobre todo a Franck, que duda en cuál es el siguiente paso a realizar. Pero en Franck hay una pasión por encima del miedo y se deja llevar por ella cueste lo que cueste. Guiraudie dosifica la trama, introduce la tensión propia de un thriller e incluso el suspense de un relato detectivesco. Para llegar a un final abierto, previsible quizá en ese fundido a negro dentro de la oscuridad, y que deja un cierto mal cuerpo en el espectador.
La película, con ese recital de cuerpos masculinos desnudos en la orilla del lago, puede parecer aburrida a algunos espectadores. Es interesante como Guiraudie, del mismo modo que presenta el sexo gay con naturalidad, aporta un extra de esa misma naturalidad en las cuestiones formales. La fotografía se adapta a la luz natural del lago y su entorno, no hay efectos de luz que mejoren la imagen, pues esta depende de la propia luz del día. Tampoco hay música ni efectos sonoros: el bosque y el lago suenan como son. La rutina del plano de la llegada en coche cada día no esconde una cierta sensación de déjà vu, de que ya hemos visto lo que sucede e incluso de que estamos ante un día de la marmota (en este caso del lago). Prima el silencio por encima de los diálogos, el ruido cotidiano de un escenario natural sólo roto por los chapoteos en el lago o los jadeos y gemidos entre los matorrales. Los personajes pueden parecer incompletos: sólo conocemos su vida en el lago, no sabemos nada de qué hacen cuando no están en el lago, y lo poco que cuentan sobre sus trabajos o familias es lo que telegráficamente nos cuentan, voluntaria o involuntariamente; y sin embargo de todo ello se desprende una imagen de veracidad: los personajes son como aparecen, quizá sea su rutina de buscar el sexo fácil lo que les defina, peor también hay un deseo de que esa etiqueta no les categorice del todo (ello se nota en los interrogatorios del inspector con Franck, Michel y Henri).
Película inquietante, mezcla de géneros (una historia de amor, un thriller), El desconocido del lago no es una película apta para todos los públicos (es evidente por la carta de presentación), pero sí un ejercicio muy interesante de cómo abordar las relaciones homosexuales con naturalidad (vaya, se repite otra vez esta palabra).. y cómo acercarnos a unos personajes que más allá del estereotipo modulan su comportamiento en una situación inesperada.
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