15 de junio de 2022

25 de mayo de 2022

«Reseña» de Roma soy yo, de Santiago Posteguillo

¿La «verdadera historia» de Julio César?

Nota: esta reseña, en cierto modo un ensayo, ha «crecido» a medida que se reflexionaba y escribía, y quizá por ello el formato HTML de un blog no sea el más adecuado para leerla: el scroll del ratón puede acabar por convertirse en una tortura. Para el lector que desee leerla en un formato más "agradable", puede descargarla completa en un PDF desde aquí. Las traducciones castellanas de las fuentes  griegas y romanas citadas proceden de la Biblioteca Clásica Gredos.

«En muchos sentidos el trabajo de un crítico es fácil: arriesgamos poco porque gozamos de una posición que está por encima de los que exponen su trabajo y a sí mismos a nuestro criterio. Nos regodeamos en las críticas negativas, que son divertidas de escribir y de leer. Pero el hecho más amargo que debemos afrontar los críticos es que, a la hora de la verdad, cualquier producto mediocre tiene probablemente más sentido que la crítica en la que lo tachamos de basura.»
Anton Ego

I

Desde hace ya un tiempo, la novela histórica se ha convertido, dentro de esa ecuación que combina la forma literaria con un fondo histórico, más en un receptáculo de lo segundo que en un expositor de lo primero: es decir, en muchos casos ya no es una muestra del talento y la capacidad de un novelista para recrear una (h)istoria en la que el contexto histórico es lo más verosímil posible y forma parte relevante de la trama que se desarrolla. Un contexto, un ámbito, una época, que nos trasladen al pasado, muy a menudo el de la antigüedad grecorromana, y que nos hagan «sentir» durante el tiempo que leemos la novela que «estamos» allí, que «reconocemos» o nos dejamos «llevar» por lo que asumimos que «es» ese momento histórico en el que transcurre la trama.