¿La
«verdadera historia» de Julio César?
Nota: esta reseña, en cierto modo un ensayo, ha «crecido» a medida que se reflexionaba y escribía, y quizá por ello el formato HTML de un blog no sea el más adecuado para leerla: el
scroll del ratón puede acabar por convertirse en una tortura. Para el lector que desee leerla en un formato más "agradable", puede descargarla completa en un PDF desde
aquí. Las traducciones castellanas de las fuentes griegas y romanas citadas proceden de la Biblioteca Clásica Gredos.
«En muchos sentidos el trabajo de un crítico es fácil: arriesgamos poco porque gozamos de una posición que está por encima de los que exponen su trabajo y a sí mismos a nuestro criterio. Nos regodeamos en las críticas negativas, que son divertidas de escribir y de leer. Pero el hecho más amargo que debemos afrontar los críticos es que, a la hora de la verdad, cualquier producto mediocre tiene probablemente más sentido que la crítica en la que lo tachamos de basura.»
Anton Ego
I
Desde
hace ya un tiempo, la novela histórica se ha convertido, dentro de esa ecuación
que combina la forma literaria con un fondo histórico, más en un receptáculo de
lo segundo que en un expositor de lo primero: es decir, en muchos casos ya no
es una muestra del talento y la capacidad de un novelista para recrear una (h)istoria en la que el contexto histórico es lo más verosímil posible y forma
parte relevante de la trama que se desarrolla. Un contexto, un ámbito, una
época, que nos trasladen al pasado, muy a menudo el de la antigüedad
grecorromana, y que nos hagan «sentir» durante el tiempo que leemos la novela
que «estamos» allí, que «reconocemos» o nos dejamos «llevar» por lo que
asumimos que «es» ese momento histórico en el que transcurre la trama.