21 de febrero de 2020
20 de febrero de 2020
19 de febrero de 2020
18 de febrero de 2020
Reseña de Esparta. Ciudad de las artes, las armas y las leyes, de Nicolas Richer
Nota: esta reseña parte de la lectura del original en francés, Sparte. Cité des arts, des armes et des lois (Perrin, 2018), por lo que mantenemos los títulos de los capítulos en francés.
Debe confesar quien esto escribe que, cuando ve en las librerías un volumen nuevo sobre Esparta, no puede evitar arrugar el entrecejo. «Otro libro más sobre espartanos… ¿será más de lo mismo?»,* me digo a mí mismo, como si no hubiéramos tenido suficiente con el boom del tema a raíz del estreno de la película 300 (Zack Snyder, 2007), filme que adapta el cómic (o novela gráfica) homónima de Frank Miller. Una película siempre es una oportunidad para que se publiquen libros –recordemos cuando, tres años antes, se estrenó Troya (Wolfgang Petersen, 2004) y todo hijo de Zeus se puso a comprar libros sobre el tema, se llegaron a agotar las ediciones de Heródoto en las librerías (hasta ediciones concretas sobre el episodio de las Termópilas salieron a la venta), lo cual no quiere decir que se leyeran, claro está–, pero radica un problema de fondo cuando, por un lado, el espectador/lector no tiene claro qué es un filme de corte histórico y qué un pastiche que se basa en una obra de ficción y en la que elementos de corte fantástico están presentes; y cuando, por otro, se establece una imagen idealizada, sesgada e incompleta de los espartanos, su ciudad, costumbres e instituciones.
Debe confesar quien esto escribe que, cuando ve en las librerías un volumen nuevo sobre Esparta, no puede evitar arrugar el entrecejo. «Otro libro más sobre espartanos… ¿será más de lo mismo?»,* me digo a mí mismo, como si no hubiéramos tenido suficiente con el boom del tema a raíz del estreno de la película 300 (Zack Snyder, 2007), filme que adapta el cómic (o novela gráfica) homónima de Frank Miller. Una película siempre es una oportunidad para que se publiquen libros –recordemos cuando, tres años antes, se estrenó Troya (Wolfgang Petersen, 2004) y todo hijo de Zeus se puso a comprar libros sobre el tema, se llegaron a agotar las ediciones de Heródoto en las librerías (hasta ediciones concretas sobre el episodio de las Termópilas salieron a la venta), lo cual no quiere decir que se leyeran, claro está–, pero radica un problema de fondo cuando, por un lado, el espectador/lector no tiene claro qué es un filme de corte histórico y qué un pastiche que se basa en una obra de ficción y en la que elementos de corte fantástico están presentes; y cuando, por otro, se establece una imagen idealizada, sesgada e incompleta de los espartanos, su ciudad, costumbres e instituciones.
*Cuando leí el libro de Richer aún no había hecho lo propio con el volumen de Javier Murcia Ortuño, Esparta (Alianza Editorial, 2017) [me temo que sigue en lecturas pendientes], ni se había publicado El mito de Esparta. Un itinerario por la cultura occidental de César Fornis (Alianza Editorial, 2019) [que sí leí hace unos días], dos títulos que parecen llenar, en cuanto a obras recientes, el panorama sobre el universo espartano por una buena temporada.
17 de febrero de 2020
Canciones para el nuevo día (2930/2149): "Me quedo contigo (Si me das a elegir)"
Manu Chao - Me quedo contigo (Si me das a elegir)
Disco: Baionarena (2009)
14 de febrero de 2020
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