11 de mayo de 2019

Crítica de cine: La tragedia de Peterloo, de Mike Leigh

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Es probable que muchos que no conozcan al detalle la historia del Reino Unido busquen en Google la palabra Peterloo cuando la escuchen o sepan del estreno de este filme (me temo que para muchos de los hijos de la Gran Bretaña tampoco signifique demasiado hoy en día). Fue una masacre que sucedió en un espacio abierto de Manchester, St Peter’s Field (actualmente es una plaza), el lunes 16 de agosto de 1819 (este año se conmemora el segundo centenario del acontecimiento). Se había convocado a miles de personas para escuchar a un orador procedente de Londres, Henry Hunt, y los temas a tratar eran diversos: las Leyes de Cereales –Corn Laws; por cierto, qué mal traducido corn como «maíz» en los subtítulos de la película, cuando en el inglés británico significa cereal en general– aprobadas en 1815 y que imponían aranceles a la producción importada, a la vez que repercutía en los consumidores, que debían hacer frente a la consecuente subida de precios; las pésimas condiciones laborales en las fábricas de Manchester, ciudad que ya era uno de los espolones de proa de la Revolución Industrial en el Reino Unido; o el hecho de que la propia ciudad, una de las más populosas del país, no tuviera un representante en la Cámara de los Comunes –a diferencia de los llamados «burgos podridos» (rotten boroughs), vetustas poblaciones que cada vez estaban cada vez más despobladas y que desde siglos atrás eran las que tradicionalmente enviaban diputados. Las demandas de regular el mercado de cereales y de una reforma electoral que se amoldara a los nuevos tiempos (y con un sistema electoral censitario que dejaba fuera a la mayor parte de la población británica) se unieron al hambre y un aumento del desempleo, consecuencia también de la desmovilización de tropas tras el final de las guerras napoleónicas en 1815. La población británica lo estaba pasando mal, pero el Gobierno de Su Majestad –un Jorge III incapacitado (moriría en 1820) y un príncipe regente (futuro Jorge IV) abotargado y preocupado exclusivamente por sus placeres–, presidido por el conde de Liverpool apostó por la represión ante lo que consideraba un clima de creciente insurrección.

5 de mayo de 2019

Crítica de cine: Leonardo V Centenario, de Francesco Invernizzi

Nota: este documental llega a las salas de cine como evento cinematográfico. Exhibidores como Yelmo, Grup Balañà y los Cines Verdi en Barcelona, lo emitirán los días 6 y 7 de mayo, vinculado a una programación cultural especial; consúltese también en FilmAffinity para saber en qué otros cines se emitirá.

Esta semana, concretamente el 2 de mayo, se cumplieron quinientos años de la muerte de Leonardo da Vinci (1452-1519), uno de esos genios que a lo largo de la historia lograron destacar en prácticamente en cualquier disciplina en la que trabajaron; para el caso del personaje en cuestión, tenemos que se dedicó a la pintura, la escultura, la arquitectura y el urbanismo, indagó en la anatomía, la ingeniería y la botánica, y cultivó también la poesía, la música y la música, y probablemente nos dejemos algo más en el tintero. Desde luego, la etiqueta de «hombre del Renacimiento» se le queda corta. Y es que Leonardo era un curioso por encima de todo y muchos de sus dibujos conservados son una buena muestra de aquellas materias del conocimiento que trabajó a fondo, llevado por esa curiosidad y por el sueño de llevar al ser humano hacia adelante. La Última Cena (c. 1495-1498) y La Mona Lisa –o La Gioconda– (c. 1503-1519) constituyen dos piezas únicas en la historia del arte y son quizá dos de sus obras que nos vienen a la cabeza cuando pensamos en su nombre; y añadiríamos a una lista de cuadros suyos obras como La dama del armiño (1490), La Virgen, el Niño Jesús y Santa Ana (c. 1510-1513), el San Juan Bautista (c. 1508-1513) o La Anunciación (1472-1473), pintura de su período de formación y que nos sirve para, en comparación con sus óleos posteriores, comprobar hasta qué punto evolucionó Leonardo en su arte.