Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
En la terminología política en inglés el front-runner es el candidato en una carrera electoral que va en cabeza y con mucha distancia respecto a sus competidores. Así fue considerado Gary Hart (n. 1936) cuando se presentó a las elecciones presidenciales de 1988. No era su primera campaña presidencial: ya había optado a las primarias en 1984 pero no fue el candidato elegido por los demócratas en la Convención del partido en San Francisco el 16 de junio de aquel año: se optó por Walter Mondale, quien había sido vicepresidente en el único mandato de Jimmy Carter y que, como el propio Hart anticipó, fue vapuleado por Ronald Reagan en noviembre en cuanto a votos electorales: 525 para el presidente republicano y sólo 13 para Mondale, uno de los peores registros en la historia de las elecciones presidenciales del país (sólo superado por Alf Landon en 1936, devorado por Franklin D. Roosevelt en su primera reelección y que sólo pudo llevase 8 votos electorales; las cosas fueron más parejas en votos populares, pero estos no llevan a un candidato a la Casa Blanca, como bien sabe Hillary Clinton). En aquellas elecciones de 1972, Hart fue el director de campaña de McGovern y aprendió algunas lecciones de aquella debacle, aunque no las suficientes como para convencer al electorado demócrata en 1984. Paciencia, se dijo: era joven (más de lo que fue Kennedy en 1960), tenía mucho tiempo por delante y experiencia que ganar. Una experiencia que atesoró como senador por Colorado entre 1975 y 1987 durante dos mandatos.