7 de febrero de 2018
6 de febrero de 2018
Reseña de El jinete pálido. 1918: La epidemia que cambió el mundo, de Laura Spinney
Esta reseña parte de la lectura del original en inglés. Notas entre paréntesis, al final de la reseña.
La mal llamada "gripe española" (1) provocó entre 50 y 100 millones de muertos en el período 1918-1920: más que las dos guerras mundiales juntas. Las primeras evidencias de la pandemia surgieron en Camp Funston, Kansas, en marzo de 1918, en un entorno castrense y de soldados que estaba previsto enviar al frente de la guerra en Francia. Quizá por ello la enfermedad saltó con virulencia en Étaples, en el frente occidental; en abril la enfermedad, que ya se había extendido por el Medio Oeste estadounidense, había llegado a las trincheras del frente occidental; a finales de mayo la gripe se había extendido por el resto de Francia, Italia, España (el rey Alfonso XIII enfermó, pero se recuperó), Reino Unido y Alemania (la blitzkatarrah, como la llamaron los soldados alemanes), Polonia, Ucrania y el sur de Rusia. Se extendió al norte de África, desde donde avanzó hacia el este, la India, China y Japón. A finales de julio llegó a Australia y entonces comenzó a remitir. Fue la primera oleada de la epidemia y se circunscribió en aquellos meses a la evolución de la guerra y a un escenario bélico en el que la llegada de tropas y el movimiento de las mismas se consideró un catalizador de una enfermedad que, no obstante, sorprendió por su extensión y estragos: alrededor de un millón de soldados alemanes enfermaron y no pudieron participar en las operaciones de primavera que conformaron la última ofensiva de las Potencias Centrales en el frente occidental.
5 de febrero de 2018
3 de febrero de 2018
Crítica de cine: El hilo invisible, de Paul Thomas Anderson
Si nos acercáramos a una sala de cine a ver una película sin saber quién es su creador, quizá nos llevaríamos más de una sorpresa, porque por estilo hay películas que no parecen propias de la filmografía de un cineasta. Por supuesto, es una primera impresión que, si nos ponemos a escudriñar a fondo esa película, a la postre se acaba desvaneciendo: pues un creador siempre deja su marca personal, sus obsesiones incluso, en todo aquello que crea. Han pasado un par de décadas desde que Paul Thomas Anderson nos maravillara con ese auténtico peliculón que es Boogie Nights (1997), película coral sobre personajes alrededor de la industria del cine porno en las décadas de 1970 y 1980. Con aquel filme, Anderson anunció que tenía mucho que decir –su ópera prima, Sydney (1996) ya era un anticipo–, y aún tendría mucho más que decir con Magnolia (1999), sin duda su mejor filme: personajes desamparados en el Valle de San Fernando y una lluvia de ranas que era metáfora visual de muchas cosas. ¿Y qué haces cuando no has llegado a los treinta años de edad y has parido dos obras maestras? (porque ambas lo son). Puedes darle un nuevo significado a la comedia romántica con Embriagado de amor (2002) y luego tomarte un tiempo para realizar una película como Pozos de ambición (2007), una historia sobre la esencia del capitalismo, en la que por primera vez partía de una obra que no era suya (la novela de Upton Sinclair). Cinco años después llegó The Master, quizá su película más compleja hasta el momento, sobre el fundador de la Iglesia de la Cienciología (con otro nombre, por si acaso) y en 2014 se permitió un divertimento tan psicodélico como Puro vicio (2014), basado en la novela de alguien tan inclasificable como Thomas Pynchon. Y ahora llega la película “menos Paul Thomas Anderson” de su filmografía… ¿pero realmente es una película tan poco “suya”? Pues ni tanto ni tan poco…
2 de febrero de 2018
Crítica de cine: El cuaderno de Sara, de Norberto López Amado
Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
En la selva del Congo, unos reporteros de prensa fotografían, ocultos en la arboleda, a una guerrilla en un rito de iniciación de niños soldados y recolectores de coltán. De pronto, entre los soldados armados y los jóvenes con el rostro enharinado, se ve a una joven de piel blanca. ¿Quién es’ ¿Qué hace allí? Los reporteros apenas pueden sacar una foto antes de poder huir, perseguidos por los soldados furiosos. Esa foto es la de Sara (Marián Álvarez), colaboradora de una ONG que despareció en el África Central hace unos años. Su hermano, Laura (Belén Rueda), viajará a Kampala (Uganda) para seguir el rastro de esa hermana que lo dejó todo, familia incluida –con un padre (Ramón Barea) ya con el síndrome de Alzheimer y a quien se evoca, de manera algo artificiosa, en un par de flashbacks–, para ayudar a los demás. Pero Sara se esfumó y su rastro será tan difícil de seguir para Laura como peligrosa para su propia será la misión a emprender. En la selva africana, entre grupos militares rebeldes sedientos de sangre y liderados por fanáticos generales que tratan de crear una imagen prácticamente legendaria, Laura conocerá de cerca la realidad de la zona y vivirá de cerca el dolor de sus gentes.
1 de febrero de 2018
31 de enero de 2018
30 de enero de 2018
29 de enero de 2018
28 de enero de 2018
Crítica de cine: Call Me by Your Name, de Luca Guadagnino
Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
Pocas películas han generado tanta atención en redes sociales como Call Me by Your Name –¿por qué se mantiene el título original en inglés cuando tranquilamente se podría traducir como Llámame por tu nombre?–, la película de Luca Guadagnino que, estrenada hace un año en el Festival de Cine de Sundance, finalmente llega a las salas españolas. Una película que, a priori, podría provocar más de una polémica en este mundo tan políticamente correcto de hoy en día: la historia de amor (y de sexo) de un adolescente de 17 años con un estudiante universitario (muy) mayor de edad, y que transcurre en la casa familiar del muchacho en el norte de Italia. Sea como fuere (la controversia sería bastante fútil), con esta cinta, más que de una historia de amor homosexual, lo que tenemos es un drama sobre el autodescubrimiento personal y la tolerancia. Y eso, amigos, sí que es mucho más destacable.
27 de enero de 2018
Crítica de cine: C'est la vie!, de Olivier Nakache y Éric Toledano
Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
El cine francés goza desde hace décadas de un saludable equilibrio entre la taquilla y la crítica, sobre todo en aquellos productos más de tipo mainstream. Y tiene lo que quizá el cine español no acaba de conseguir: una industria consolidada, con apoyo estatal y que es capaz de generar éxitos que son vistos por millones de espectadores y son fácilmente exportables a otros países; incluso generan más de uno (y de dos, y de tres…) remakes por parte de las productoras de Hollywood a la caza de ideas (a menudo les faltan): quién no recuerda, por ejemplo, Tres solteros y un biberón (Coline Serreau, 1985) y en el remake (sin tanta gracia ni trasfondo social) estadounidense, Tres solteros y un bebé (Leonard Nimoy, 1987). Más recientemente la pareja de directores Olivier Nakache y Éric Toledano directamente lo “petaron” con Intocable (2011), película que no sólo llenó las salas francesas, sino también las de prácticamente todos los países en las que se estrenó, logrando rentabilizar su discreto presupuesto (en clave europea, claro) de 9,5 millones de euros y transformarlos en 360 millones de taquillaje, cosechando premios dentro y fuera de Francia, abriendo la puerta a varios remakes en otros países y convirtiendo a Omar Sy, especialmente, y a François Cluzet en estrellas. Un pelotazo como éste es difícil de repetir, pues son tantas las expectativas generadas en películas de estos dos directores y en otras claramente identificables con su cine, que la respuesta puede ser “meh, no es como Intocable. Así, Samba (2014), de nuevo con Sy acompañado esta vez por Charlotte Gainsbourg y Tahar Rahim, no cumplió las ansias de los espectadores que se acercaron a una sala de cine a verla. Tampoco parece que ambos directores vayan a reeditar los laureles con su película más reciente, C’est la vie! (2017), que, pásmese el espectador hispano, no es el título original de la cinta –Le Sens de la fête, “el significado (o el sentido] de la fiesta”–, sino una adaptación sui generis que quizá algún distribuidor algún día nos explique.
26 de enero de 2018
Crítica de cine: Sin amor, de Andrey Zvyagintsev
Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
El director ruso Andrey Zvyagintsev se ha establecido como una de las principales figuras de la cinematografía rusa en los últimos años y no siendo precisamente un cineasta cómodo para el régimen de Vladimir Putin; buena muestra de ello es Leviatán (2014), su anterior cinta, ganadora del Globo de Oro a mejor película de habla no inglesa y nominada a los Oscars de ese año en la misma categoría, y que diseccionaba la corrupción institucionalizada en la Rusia actual. La mirada social, de hecho, siempre ha estado presente en el cine de Zvyagintsev: ya su debut como director, El regreso (2003), planteada a modo de una road movie a través de la deshabitada Siberia, muestra influencias del cine de Andréi Tarkovski. Con Sin amor (Нелюбовь en cirílico), de este modo, se da un paso más en la radiografía de la sociedad rusa, centrándose en esta ocasión en el egoísmo personal y sin sean necesarias demasiadas sutilezas en diálogos, silencios y ambientaciones de bosques nevados y ríos gélidos.
25 de enero de 2018
24 de enero de 2018
Reseña de Hué 1968. El punto de inflexión en la guerra del Vietnam, de Mark Bowden
Esta reseña parte de una lectura del original en inglés.
La batalla de Huế (31 de enero-3 de marzo de 1968) —a grandes rasgos, el libro de Bowden termina con la reconquista de la
Ciudadela o el Palacio imperial de Huế el 25 de enero y la retirada de
las fuerzas atacantes de Vietnam del Norte una semana después— formó parte de las operaciones militares que, bajo el epígrafe de la “Ofensiva del Tet”, llevaron a cabo el Ejército de Vietnam del Norte y el Frente Nacional de Liberación de Vietnam [del Norte] (FNLV) –conocido popularmente como el Vietcong– como invasión de la República de Vietnam (del Sur) y que tomó por sorpresa tanto al ejército survietnamita como a las fuerzas estadounidenses –oficialmente, meras aliadas del Ejército de la República de Vietnam (ERVN). La Ofensiva se alargaría, en sus tres fases, hasta finales del verano de 1968 y acabaría siendo una derrota operacional de Vietnam del Norte. Pero también fue una victoria pírrica para unos Estados Unidos que, con un presidente Lyndon B. Johnson que no optaría a la reelección, el asesinato de Robert Kennedy, quien pudo ser el candidato demócrata a las elecciones de noviembre, y un clima de oposición creciente a la participación estadounidense en la guerra de Vietnam, comenzaría a plantearse la necesidad de retirarse del Sudeste asiático ante una sensación de que la guerra librada, como así acabó sucediendo, no sería ganada. Bowdense centra en la fase I de la Ofensiva, en la que la contrainteligencia vietnamita logró despistar a las fuerzas estadounidenses. La batalla por Huế sería uno de los objetivos principales de esta primera fase y se convertiría, en los siguientes veinticuatro días, en un escenario de combate sin cuartel, calle a calle, edificio a edificio, que no se recordaba desde Stalingrado durante la Segunda Guerra Mundial.
23 de enero de 2018
Canciones para el nuevo día (2392/1621): "Anyone Who Knows What Love Is (Will Understand)"
Irma Thomas - Anyone Who Knows What Love Is (Will Understand)
22 de enero de 2018
Reseña de The Doomsday Machine: Confessions of a Nuclear War Planner, de Daniel Ellsberg
[Notas entre corchetes, al final de la reseña].
Al final de la película Marea roja [Crimson Tide] (Tony Scott, 1995), y antes de los créditos finales, se sobreimpresiona sobre pantalla un mensaje, que es el colofón a una trepidante historia ambientada en un submarino estadounidense equipado con armamento nuclear y en el que estalla un motín. El mensaje reza lo siguiente (traducimos): "Desde enero de 1996, la principal autoridad y la capacidad para lanzar misiles nucleares ya no quedará en los comandantes de los submarinos de los Estados Unidos... el control principal residirá en el Presidente de los Estados Unidos". ¿La causa? Ante una crisis internacional, en la que unos rebeldes rusos se han hecho con el control de varios submarinos nucleares y amenazando con utilizarlos, el sumergible estadounidense se ve en la “necesidad” de efectuar un ataque preventivo. El comandante de la nave, el capitán Ramsey (Gene Hackman) es quien tiene el poder de decisión, que deberá ser ratificado por el oficial que tiene acceso a las armas nucleares, y quiere lanzar el torpedo. Su segundo al mano, el teniente Hunter (Denzel Washington), es más cauto y prefiere esperar a que se confirme un mensaje cifrado que ha quedado interrumpido. La película escenifica la lucha entre dos opciones, lanzar o no lanzar armas que provocarán una reacción en cadena que conducirá a un holocausto nuclear, que es paralela a una disputa en la cadena de mando. Finalmente, se recibe un mensaje que anuncia la derrota de los rebeldes rusos y que no se autoriza un lanzamiento; todos los tripulantes del submarino respiran, se han salvado de iniciar una guerra mundial devastadora. El mensaje que aparece al final de la película incide en un aspecto poco conocido para el público en general: los comandantes de submarinos estadounidenses con capacidad para utilizar armamento nuclear ya no tendrán la autorización principal para hacerlo, sino que estará únicamente en manos del presidente de la nación. Como demuestra Daniel Ellsberg en este libro, dicha autoridad única por parte del presidente de los Estados Unidos ha sido y sigue siendo una falacia: uno de los principales temores, y puntos a analizar en este libro, es la diversidad de personas que tienen autorización para lanzar misiles con cabezas nucleares. ¿Cuántos dedos controlan el botón rojo?, denuncia Ellsberg.
Al final de la película Marea roja [Crimson Tide] (Tony Scott, 1995), y antes de los créditos finales, se sobreimpresiona sobre pantalla un mensaje, que es el colofón a una trepidante historia ambientada en un submarino estadounidense equipado con armamento nuclear y en el que estalla un motín. El mensaje reza lo siguiente (traducimos): "Desde enero de 1996, la principal autoridad y la capacidad para lanzar misiles nucleares ya no quedará en los comandantes de los submarinos de los Estados Unidos... el control principal residirá en el Presidente de los Estados Unidos". ¿La causa? Ante una crisis internacional, en la que unos rebeldes rusos se han hecho con el control de varios submarinos nucleares y amenazando con utilizarlos, el sumergible estadounidense se ve en la “necesidad” de efectuar un ataque preventivo. El comandante de la nave, el capitán Ramsey (Gene Hackman) es quien tiene el poder de decisión, que deberá ser ratificado por el oficial que tiene acceso a las armas nucleares, y quiere lanzar el torpedo. Su segundo al mano, el teniente Hunter (Denzel Washington), es más cauto y prefiere esperar a que se confirme un mensaje cifrado que ha quedado interrumpido. La película escenifica la lucha entre dos opciones, lanzar o no lanzar armas que provocarán una reacción en cadena que conducirá a un holocausto nuclear, que es paralela a una disputa en la cadena de mando. Finalmente, se recibe un mensaje que anuncia la derrota de los rebeldes rusos y que no se autoriza un lanzamiento; todos los tripulantes del submarino respiran, se han salvado de iniciar una guerra mundial devastadora. El mensaje que aparece al final de la película incide en un aspecto poco conocido para el público en general: los comandantes de submarinos estadounidenses con capacidad para utilizar armamento nuclear ya no tendrán la autorización principal para hacerlo, sino que estará únicamente en manos del presidente de la nación. Como demuestra Daniel Ellsberg en este libro, dicha autoridad única por parte del presidente de los Estados Unidos ha sido y sigue siendo una falacia: uno de los principales temores, y puntos a analizar en este libro, es la diversidad de personas que tienen autorización para lanzar misiles con cabezas nucleares. ¿Cuántos dedos controlan el botón rojo?, denuncia Ellsberg.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)