23 de enero de 2018

22 de enero de 2018

Reseña de The Doomsday Machine: Confessions of a Nuclear War Planner, de Daniel Ellsberg

[Notas entre corchetes, al final de la reseña].

Al final de la película Marea roja [Crimson Tide] (Tony Scott, 1995), y antes de los créditos finales, se sobreimpresiona sobre pantalla un mensaje, que es el colofón a una trepidante historia ambientada en un submarino estadounidense equipado con armamento nuclear y en el que estalla un motín. El mensaje reza lo siguiente (traducimos): "Desde enero de 1996, la principal autoridad y la capacidad para lanzar misiles nucleares ya no quedará en los comandantes de los submarinos de los Estados Unidos... el control principal residirá en el Presidente de los Estados Unidos". ¿La causa? Ante una crisis internacional, en la que unos rebeldes rusos se han hecho con el control de varios submarinos nucleares y amenazando con utilizarlos, el sumergible estadounidense se ve en la “necesidad” de efectuar un ataque preventivo. El comandante de la nave, el capitán Ramsey (Gene Hackman) es quien tiene el poder de decisión, que deberá ser ratificado por el oficial que tiene acceso a las armas nucleares, y quiere lanzar el torpedo. Su segundo al mano, el teniente Hunter (Denzel Washington), es más cauto y prefiere esperar a que se confirme un mensaje cifrado que ha quedado interrumpido. La película escenifica la lucha entre dos opciones, lanzar o no lanzar armas que provocarán una reacción en cadena que conducirá a un holocausto nuclear, que es paralela a una disputa en la cadena de mando. Finalmente, se recibe un mensaje que anuncia la derrota de los rebeldes rusos y que no se autoriza un lanzamiento; todos los tripulantes del submarino respiran, se han salvado de iniciar una guerra mundial devastadora. El mensaje que aparece al final de la película incide en un aspecto poco conocido para el público en general: los comandantes de submarinos estadounidenses con capacidad para utilizar armamento nuclear ya no tendrán la autorización principal para hacerlo, sino que estará únicamente en manos del presidente de la nación. Como demuestra Daniel Ellsberg en este libro, dicha autoridad única por parte del presidente de los Estados Unidos ha sido y sigue siendo una falacia: uno de los principales temores, y puntos a analizar en este libro, es la diversidad de personas que tienen autorización para lanzar misiles con cabezas nucleares. ¿Cuántos dedos controlan el botón rojo?, denuncia Ellsberg.

Canciones para el nuevo día (2391/1620): "Ay, doctor"

Maná - Ay, doctor

 Disco: Revolución de amor (2002) 

20 de enero de 2018

Crítica de cine: Los archivos del Pentágono, de Steven Spielberg

El 13 de junio de 1971 el periódico The New York Times comenzó a publicar algunos extractos de un extensísimo informe clasificado por el Departamento de Defensa (varios miles de páginas), encargado por el ex secretario Robert McNamara con fines internos y académicos (a priori). El informe, que con el tiempo sería conocido como “los papeles (o archivos) del Pentágono”, contenía un relato histórico muy detallado sobre la implicación de Estados Unidos en Vietnam entre 1945 y 1967, demostrando que varias Administraciones (de Harry Truman a Lyndon B. Johnson), habían mentido al pueblo estadounidense al ocultar las intenciones de intervenir en dicho territorio de Indochina y, además, al declarar sistemáticamente, desde que los “observadores” de la época de Kennedy se convirtieron en soldados enviados a combatir con Johnson en el poder, unos progresos que distaban de ser reales; en pocas palabras, que la guerra estaba perdida, se luchó más bien para evitar una humillación y la consecuencia fue que se sacrificaron decenas de miles de vidas de soldados americanos, además de, por supuesto, las de los combatientes vietnamitas (de ambos países) y centenares de miles de civiles (cuando no millones), en un conflicto que Estados Unidos nunca pudo ganar. La Administración Nixon, que tenía sus propios planes para acabar con una guerra que se había prometido terminar tres años antes (y que vio, en cambio, como se extendió a países como Laos y Camboya hasta 1973), contratacó acudiendo a los tribunales federales para bloquear la publicación de más extractos del informe. Un tribunal federal ordenó el cese de las publicaciones, pero otro juez federal anuló dicha orden, y el Times recurrió al Tribunal Supremo. Al mismo tiempo, el discreto periódico The Washington Post, propiedad de la familia Graham, inició el 18 de junio su propia publicación de extractos del informe; el Gobierno emprendió una demanda que un juez federal que rechazó la pretensión de Nixon y sus abogados de impedir la publicación del Post. El Gobierno recurrió también al Tribunal Supremo, que convocó a ambos medios en una sesión el 26 de junio. Los periodistas apelaron a la defensa de la Primera Enmienda (que garantizaba la libertad de expresión y de prensa); el Gobierno, a la seguridad nacional.

17 de enero de 2018

Crítica de cine: Tres anuncios en las afueras, de Martin McDonagh

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Una mujer conduce por una carretera (muy) secundaria de camino a casa, a las afueras del pueblo en el que vive. Tres vallas de anuncios permanecen vacías y como si no se hubiera ninguno en décadas (¿quién pasa por allí para verlos a menos que se haya perdido o sea idiota?, se comenta un par de veces). La mujer tiene una idea, contratar las tres vallas para insertar unos anuncios durante un año, y la pone en práctica. La sorpresa vendrá cuando los anuncios sean tres interpelaciones directas a un caso criminal no resuelto aún y al sheriff local encargado de la investigación: “Violada mientras moría”. “Y todavía sin detenciones”. “¿A qué espera, jefe Willoughby?”. La mujer que ha puesto los anuncios es Mildred (Frances McDormand), madre de la chica violada y asesinada (quemada viva), y el caso sigue abierto siete meses después sin que haya visos de que se pueda resolver (apenas hay un rastro de ADN que dé pistas de las que tirar). Una “madre coraje” se ha cansado de esperar respuestas (y justicia) y dirigirá sus dardos tanto contra el jefe de policía de Ebbing (Missouri), Bill Willoughby (Woody Harrelson), como respecto a la inoperancia de su cuerpo de agentes, entre los que destaca el violento y lenguaraz Jason Dixon (Sam Rockwell). La película es Tres anuncios en las afueras –traducción parcial de Three Billboards Outside Ebbing, Missouri–, escrita y dirigida por Martin McDonagh y se ha convertido (y va a serlo también por nuestros lares) en el fenómeno en la carrera hacia los Óscars que nos acompañará en los próximos dos meses. Y quien esto escribe lo secunda: es una película magistral (y eso utilizo con cuentagotas este adjetivo, pues detesto la banalización que surge de la proliferación de “obras maestras” aparecidas cada dos por tres); de lo mejor que he visto y con la que mejor me lo he pasado en bastante tiempo.

Canciones para el nuevo día (2389/1618): "Say What You Want"

NOTA: A Maná le debió de gustar esta canción pues los acordes para su hit "Eres mi religión" (perteneciejnte al álbum Revolución de amor, de 2002) recuerdan demasiado a los de "Say What You Want"; por ejemplo, compárese el inicio de la canción de Texas con varios momentos de "Eres mi religión" (por ejemplo, el puente a partir del minuto 2:21 o desde 4:11).

Texas - Say What You Want

Disco: White on Blonde (1997) 

14 de enero de 2018

Crítica de cine: El instante más oscuro, de Joe Wright

9 de mayo de 1940: sesión en la Cámara de los Comunes del Parlamento británico. Plano cenital, la cámara se mueve para bajar a ras de suelo, retroceder y mostrarnos la escena: un halo de luz que entra por las ventanas superiores ilumina la bancada en la que los enfervorecidos diputados del Partido Laborista escuchan entre aspavientos de todo tipo, el discurso de su líder, Clement Attlee (David Schofield). Son numerosos los gestos en pie, las manos que mueven pañuelos, las muestras de furia hacia la bancada opuesta, donde se halla sentado el primer ministro conservador, Neville Chamberlain (Ronald Pickup), que soporta con estoicismo el abucheo generalizado, mientras detrás suyo hay diputados tories que responden los ataques de la oposición… y otros se unen a los ataques laboristas. Desde la llamada Peers Gallery (o Galería de los Lores) , el vizconde de Halifax (Stephen Dillane) observa el espectáculo; miembro del Gabinete, como ministro de Asuntos Exteriores, forma parte de la Cámara de los Lores y, según los usos constitucionales británicos, no es un MP (“Member of the Parliament”) y no tiene derecho a ocupar un escaño entre los Comunes. Halifax es consciente que su buen amigo Chamberlain ha perdido la confianza de los Comunes, desde que se iniciara la sesión dos días atrás y a causa de la desastrosa campaña en Noruega frente a la Alemania nazi. Chamberlain está dispuesto a asumir las consecuencias, dimitir, sobre todo cuando Attlee anuncia que su partido no entrará en un Gobierno de Coalición si él continúa presidiéndolo. En puridad, el responsable de la debacle en Noruega no es el primer ministro, sino el primer Lord del Almirantazgo (o ministro de la Marina Real), Winston Churchill (Gary Oldman), cuyo asiento en la bancada del Gabinete está vacía, pero la última responsabilidad recae en el PM (“Prime Minister”) y sólo queda una decisión: dimitir. La duda es: ¿quién liderará la país como PM en unos momentos en que la supervivencia del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, del propio Imperio Británico, está en juego ante los avances del poderoso Ejército alemán?

12 de enero de 2018

Crítica de cine: Loving Vincent, de Dorota Kobiela y Hugh Wenchman

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
 
En 2013 el videoartista y cineasta Gustav Deutsch realizó una película que en sí misma fue todo un desafío: lograr que el espectador se “metiera” en una serie de cuadros de Edward Hopper (1882-1967); y para ello la técnica utilizada fue recrearlos con actores reales, de carne y hueso, pero mimetizando hasta el último detalle el estilo, los colores y el entorno de varias de las obras del pintor estadounidense. Y así surgió Shirley. Visiones de una realidad (tráiler): una fascinante película que no sólo permitía que los cuadros de Hopper “cobraran vida”, sino también contar la historia de Shirley, ficticia “constructora” de un relato que se ubicaba entre 1931 y 1963, y con una voz en off sacada de noticiarios de radio que contextualizaba cada secuencia/cuadro. Una apuesta cinematográfica muy atractiva que no tuvo demasiado recorrido por nuestro país cuando se estrenó, en el verano de 2014, pero que valía la pena. Confiemos ahora en que Loving Vincent (2017), con coproducción anglo-polaca, tenga una mayor visibilidad en la cartelera española, pues también supone todo un tour de force artístico… y cinematográfico: recrear algunos cuadros del pintor neerlandés en un filme “pintado al óleo”. Y para ello 125 artistas de todo el mundo pintaron a mano más de 65.000 fotogramas animados, logrando que el estilo, el trazo, la técnica de Van Gogh “reviva” y parezca casi real. Tan real como que la película se rodó primero con actores de carne y hueso y posteriormente se “pintó” para adquirir la textura de los cuadros del pintor.

Canciones para el nuevo día (2385/1614): "Echo de menos"

Kiko Veneno - Echo de menos

Disco: Échate un cantecito (1992)