Como ya sucediera con su anterior (y
espléndida) película, César debe morir (2012), Maravilloso Boccaccio
de los veteranísimos hermanos Paolo y Vittorio Taviani
llega con un cierto retraso a las salas españolas, pues fue estrenada
en Italia en 2015; y es probable que la película, que presumiblemente se
estrenará en pocas salas, pasará desapercibida en estos tiempos en el
que lo que abunda es el cine de superhéroes, precuelas y secuelas, y
comedias gamberras, que suelen ser los géneros en boga para el público
que suele ir semanalmente a las salas de unos (también presumiblemente)
multicines en un centro comercial: la gente joven. Por ello, películas de corte artesanal, de sello argumental más
contemplativo, películas más “relajadas” (aburridas, se dirá),
preciosistas en ocasiones, suelen pasar de puntillas por la cartelera y
apenas duran un par de semanas antes de convertirse en veneno para la
taquilla. Reconozcámoslo, el cine (en un porcentaje altísimo) está hecho
para ganar dinero, vender palomitas y retroalimentarse constantemente
con remakes y franquicias. Y, sin embargo, queda hueco para películas
diferentes (antes no lo eran, lo “diferente” era lo que abunda hoy en
día). Dejemos aquí, por tanto, la pataleta.