Decir que las series de
televisión están de moda es algo más que una perogrullada; que concitan pasiones
y seguidores, también; que se publican cada vez más libros y ensayos sobre el
tema, y desde un punto de vista cada vez más multidisciplinario, es la mejor
noticia. Hemos pasado de libros-guías y obras realizadas para fans a obras que
sitúan las series de televisión en su (adecuado) contexto (histórico), que no
se limitan a explicar tramas y hablar sobre personajes y actores, sino que
rastrean en sus fuentes, en sus referentes, en sus aportaciones a una variedad
de materias cada vez más amplia, y que ayudan a reflexionar y a comprender
mejor el mundo que nos rodea. Las series de televisión –como el cine y la
literatura– se adscriben a un período concreto, reflejan las inquietudes de las
personas que vivieron en ese período y plantean preguntas (y no siempre dan
respuestas) sobre el contexto político, social y cultural que retratan episodio
tras episodio… y en el propio contexto de creación de la serie. Las series políticas (en el más
amplio sentido del género) están en boga: El ala oeste de la Casa Blanca,
House of Cards (especialmente la versión estadounidense), Homeland,
Borgen, State of Play, The Hour, Veep, Boss,
Secret State, The Good Wife, Scandal, Treme, The
Wire,.. y un largo etcétera, tratan desde diversos ámbitos y aristas la
política nacional y local, la lucha contra el terrorismo, la inexperiencia
política o las ambiciones de poder, las relaciones entre intereses públicos e
intereses privados, el combate ideológico, las disputas entre los “tres
poderes” (e incluso el cuarto: el periodismo). Incluso una serie como Game
of Thrones tiene una lectura política muy clara y ha permitido reflexionar
sobre la gestión del poder y el mantenimiento del mismo.