En un temario de historia del siglo XX, el crash
de 1929 suele ser un hueso duro de roer. Entender qué pasó, cuál fue el
camino hacia el desplome de la Bolsa de Nueva York en octubre de 1929,
cuáles fueron las consecuencias en los primeros años treinta y cómo se
salió de la Gran Depresión, no es fácil. No es un tema que se preste a
un debate entre profanos en economía, aunque cada vez estamos más
informados al respecto. Incluso el libro clásico sobre el tema, El crash de 1929
de John Kenneth Galbraith (1954) requiere de unos ciertos conocimientos
previos de un lector que, si no está un poco avezado en cuestiones
económicas más o menos básicas, puede perderse. Sin embargo, es posible
trazar la senda que llevó al desplome del sistema capitalista en el
período de entreguerras y a su posterior recuperación. Hubo señales,
precedentes (en 1907 se produjo el anterior crash), la
posguerra afectó a las economías de los países en liza (Alemania,
especialmente) y, económicamente hablando, sólo hubo un vencedor,
Estados Unidos. Pero las actuaciones de cuatro hombres encendieron la
mecha que, mediante la década de los años veinte, conduciría a la Gran
Depresión. Los señores de las finanzas. Los cuatro hombres que arruinaron el mundo
de Liaquat Ahamed (Deusto, 2010) es algo más que un libro de historia
económica focalizado en un período de tiempo determinado (entre la
Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión). Es también una pequeña
colección de pequeñas historias personales.