20 de enero de 2015

Crítica de cine: Sólo quiero caminar, de Agustín Díaz-Yanes


[1-XI-2008] 

En 1995 Agustín Díaz Yanes se estrenó como director con Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, película que seguía las andanzas de Gloria Duque (Victoria Abril), una mujer que se metía en un fregado en México con la mafia local y a su regreso a España seguía enfangada hasta el fondo. Trece años después, y resarciéndose de la sensación agridulce de fracaso con Alatriste (2006), Díaz Yanes recupera al personaje, pero no intenta hacer una segunda parte, sino una película nueva, distinta, aunque camina sobre la misma senda que la anterior cinta: Sólo quiero caminar. La película se inicia con una ejecución, en el Mercado de Abastos de México, D.F., realizada por Gabriel (Diego Luna), un sicario de confianza de Félix (José María Yazpik), un mafioso local. Ya se nos ha presentado uno de los personajes principales: Gabriel, apodado el Arcángel o Babyface, que no tiene reparos en matar –siempre que no sean mujeres–, ni escrúpulos para planear el asesinato de su propio padre, ahora en prisión y que mató a su madre años atrás. La trama pasa entonces a España, Algeciras, un robo realizado por cuatro mujeres: Aurora (Ariadna Gil), su hermana Ana (Elena Anaya), Paloma (Pilar López de Ayala) y Gloria Duque (Victoria Abril). El golpe fracasa y Aurora es capturada y condenada a varios años de cárcel. Mientras tanto, Félix y Gabriel llegan a España, ampliando negocios: Félix se encapricha de Ana (y no por amor, sino por el sexo oral que le ha practicado) y decide casarse con ella (pretty woman, walking down the street... como en la película, el rico que se enamora de la prostituta). Pero Félix no es un marido atento y Ana anhela regresar a España. Cuando Félix tira a Ana a la carretera con el coche en cama, dejándola en coma, se iniciará la particular venganza de un grupo de tres mujeres…


Canciones para el nuevo día (1607/836): "Prophecies"

Philip Glass - Prophecies



Disco: Koyaanisqatsi: Original Motion Picture Score (2009)

14 de enero de 2015

Reseña de Odiseo. El retorno, de Valerio Massimo Manfredi

«Veía cuánto se había corrompido una estirpe gloriosa solo en tres generaciones: la de los argonautas, que habían viajado hasta los confines del mar y de la muralla de montañas inaccesibles, límites extremos para los mortales; la nuestra, que había destruido y despojado la más grande y poderosa ciudad del mundo; y, por último, la de los pretendientes que habían conquistado la despensa y las cocinas de una casa indefensa en la que comían y bebían, aprovechándose de un trono vacío, de una mujer sola y de un muchacho: hijos mimados y faltos de respeto y de humildad que habían crecido sin los padres. Pensaba, sin embargo, que también mi muchacho había crecido sin un padre, pero era, no obstante, prudente y valeroso, fiel a un recuerdo sin imagen ni voz. Por eso los pretendientes no me despertaban piedad. Habían tratado de matar a Telémaco. Todos ellos querían yacer en mi lecho, el que había encajado entre las ramas de un olivo, con mi esposa intachable. Gozar del amor con ella. Debían morir» (pp. 255-256).
Con Odiseo. El retorno (Grijalbo, 2014) se cierra el díptico –en realidad son una sola novela, aunque luego nos la hayan presentado en dos tomos– que empezara en 2013 con la primera parte, Odiseo. El juramento. Para el lector de la primera novela, que narra la vida de Odiseo antes de y durante la guerra de Troya, queda claro que en este segundo tomo, y con ese subtítulo, el tema a tratar es el regreso a casa, a Ítaca. En pocas palabras, la Odisea. Y esta novela recoge y resigue la trama del poema homérico, casi canto a canto, añadiéndose una parte final en la que Manfredi fabula sobre el último viaje de Odiseo, la última aventura, la más desconocida… y la más etérea. Las últimas veinticinco páginas pueden ser interpretables a voluntad de cada lector… y sobre las que no voy a incidir.

Canciones para el nuevo día (1603/832): "Los cantantes"

Leiva - Los cantantes



Disco: Pólvora (2014)


10 de enero de 2015

Crítica de cine: Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia), de Alejandro G. Iñárritu

Tras sus cuatro películas melodramáticas (y muy dramáticas), Alejandro González Iñárritu decide probar con la comedia. Pero, desde luego, con la comedia a su manera. Ya no cuenta con Guillermo Arriaga como su guionista de cabecera (partieron peras tras Babel) y sigue con sus juegos visuales: si Amores perros, 21 gramos y la citada Babel eran películas en las que las historias entrecruzadas y la cronología no lineal eran marcas de la casa (Biutiful es un punto y aparte), Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia) utiliza el plano secuencia como elemento que vehicula la narración (¿se acuerdan ustedes de La soga de Hitchcock y su encadenado d planos secuencias o de la primera secuencia de Snake Eyes de Brian de Palma?); un plano secuencia a lo Sokurov El arca rusa y que, cámara en mano, acompaña a los personajes de esta comedia dramática (Iñárritu no podía de dejar del lado el elemento dramático) alrededor de un antiguo actor de cine de acción que trata de reconvertirse en alguien respetable en un escenario de Broadway. Riggan Thomas fue Birdman en tres películas, un superhéroe con disfraz de pájaro, dos décadas atrás y ahora trata de reivindicarse como actor y director con una obra de Raymond Carver (De qué hablamos cuando hablamos de amor). La ironía inicial de la película está en que Michael Keaton, Batman de Tim Burton, se pone en la piel de Riggan; y como Riggan su carrera en las últimas dos décadas también ha estado muy dependiente de aquel éxito del cine de superhéroes, de las críticas, la fama efímera, el abandono de la industria cinematográfica y la búsqueda de un papel que le redimiera como actor. Keaton e Iñárritu, pues, nos guiñan el ojo con el primer planteamiento de esta película.

6 de enero de 2015

Crítica de cine: The Imitation Game, de Morten Dyldum

En su reciente ensayo Ingenieros de la victoria: los hombres que cambiaron el destino de la Segunda Guerra Mundial (Debate, 2014; título original: The Turn of Tide), Paul Kennedy nos cuenta una historia "diferente" de la Segunda Guerra Mundial entre enero-marzo de 1943 y el verano de 1944. Apenas quince meses, una ventana temporal en la que se implementaron novedades y avances técnicos y se entablaron batallas decisivas que cambiarían las tornas de una guerra en la que, hasta entonces, el Eje (sobre todo Alemania en Europa) llevó la delantera. Para Kennedy las claves del éxito de los Aliados fueron la adaptabilidad a diversos e imprevisibles escenarios, la capacidad para confiar en el talento de “ingenieros” de muy diverso tipo (pilotos, científicos, altos mandos militares), y el aprovechamiento y mejora de la tecnología existente. Hitler confió hasta el final en las “armas milagrosas”; los Aliados en una cultura del estímulo, el uso eficaz de los recursos disponibles y la idea de que de los reveses se aprende. El autor se desmarca de la tesis de que, es cierto, los Aliados ganaron la guerra porque dispusieron de más aviones, más tanques, más barcos, más submarinos y más soldados que Alemania o Japón. Pero tener mucho más que el enemigo no hizo cambiar las cosas, pues había desafíos (la geografía, la distancia, la logística) a los que enfrentarse y problemas que resolver. Uno de ellos fue la batalla del Atlántico, que desde el año 40 controlaron los alemanes con sus manadas de lobos, sus submarinos, que atacaban de repente y hundían los convoyes de suministros que desde Estados Unidos se enviaban al Reino Unido, el último resistente en Europa al avance de los alemanes. Escoltar convoyes de barcos y neutralizar la operatividad de los U-Booten... una labor en la que los servicios de Inteligencia o el descifrado de los códigos criptográficos no fueron (quizá) tan esenciales como pudiera parecer. Descifrar Enigma fue una de las operaciones más importantes realizadas desde la retaguardia: romper el código de la máquina encriptadora alemana y poder adelantarse a los alemanes, que durante casi tres años llevaron la delantera a los Aliados en este terreno y sembraron el pánico en el océano y los despachos de las diversas entidades británicas: romper el bloqueo era esencial para la supervivencia británica. Y detrás del desciframiento de Enigma, aunque no sólo él, estuvo Alan Turing. The Imitation Game (título que remite a un célebre artículo de Turing) se centra en dos etapas de la vida de Turing: su papel esencial en la ruptura de Enigma durante la Segunda Guerra Mundial y sus años finales, cuando fue acusado de indecencia (el término legal para referirse a la homosexualidad, penada con cárcel) y finalmente se suicidó (devorando una manzana a la que había inyectado una dosis letal de cianuro). En ambos temas, sin embargo, la película, aunque interesante y con buen ritmo, se queda a medias.

Canciones para el nuevo día (1597/826): "Push the Button"

Sugababes - Push the Button



Disco: Taller in More Ways (2005)


5 de enero de 2015

Reseña de Marco Didio Falco. La guía oficial, de Lindsey Davis

[Reseña escrita el 16-IV-2011; publicada originalmente en un blog que ya no existe.]

«Dos Falcos en apenas dos semanas, vaya, qué lujo», me dije al terminar el segundo de los dos que se han publicado en este mes de abril. Bueno, maticemos: un Falco y medio, pues, tras Némesis, Lindsey Davis (n. 1950) regaló a los numerosos fans de la serie un libro extra, Marco Didio Falco. La guía oficial (Edhasa, 2011), que no es propiamente una novela de Falco… en realidad es la suma de todas. Comentaba en la reseña de Némesis que «veinte años no es nada», a lo Gardel. Pero sí, veinte años es mucho. Veinte novelas para ser exactos. Veinte momentos para acercarnos a la Roma de Vespasiano de la mano de un particular private-eye. Único, inigualable. No siempre mostrándonos lo mejor de sí mismo. En ocasiones, irregular. En otras tantas, fantástico. Para todos esos Falcos, llega ahora este companion, un género en la disciplina histórica muy anglosajón. Un manual, un compendio, un vademécum sobre Marco Didio Falco. Un detective que tras veinte novelas (y algo menos de diez años de "vivencias") se da un descanso por un tiempo...

Canciones para el nuevo día (1596/825): "Gold Digger"

Kanye West ft. Jamie Foxx - Gold Digger



Disco: Late Registration (2005)