2 de septiembre de 2020

Crítica de cine. Little Monsters, de Abe Forsythe

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

No está la cartelera veraniega demasiado llena de títulos que inciten a visitar una sala de cine y con las debidas medidas de seguridad sanitaria; si acaso resulta más seductora la promesa del aire acondicionado. Pero ello no quiere decir que, si no te pones muy exigente, puedas pasar un buen rato, y si escarbas un poco hasta puede que encuentres algo resultón: total, si más de un millón de espectadores han acudido a ver Padre no hay más que uno 2 de Santiago Segura, película familiar que no engaña a nadie, igual hasta puedes ser algo más ambicioso en tu elección. Y quizá Little Monsters, segunda película del australiano Abe Forsythe y que pasó con nota por las ediciones de 2019 de los festivales de Sundance y Sitges, sea esa película que buscas para superar la canícula veraniega... o ya metidos en un mes de septiembre que parecer ser que será impredecible ante los estragos de la pandemia; puede que el refugio en una sala de cine para desconectar del mundo exterior sea la mejor opción en estos tiempos, quién sabe...


No engaña este filme que, perfectamente, podría resumirse como una comedia negra familiar con zombis y muchos tacos, si es que la fórmula no resulta en sí un oxímoron en toda regla. ¿Y de qué va la cosa? Pues de un músico treintañero y bastante inmaduro, Dave (Alexander England), que tras discutir por enésima vez con su novia y refugiarse en casa de su hermana, lleva a su sobrino Felix (Diesel La Torraca, nombre real que está a la altura del Kevin Costner de Jesús de los Morancos) y conoce a su profesora, la señorita Audrey Caroline (Lupita Nyong’o). Dave queda prendado por la maestra y no dudará en exagerar sus méritos para estar cerca de ella. La cosa se pondrá a punto de caramelo cuando Dave se una a la señorita Caroline para acompañar a sus alumnos a la típica excursión a una granja y allí se encontrarán con dos cosas: un ídolo infantil de la televisión, Teddy McGiggle (Josh Gad), que en realidad es una desagradabilísima persona cuando no le enfoca una cámara, y una horda de zombis que se han escapado de lo que parece una instalación militar cercana y asedia la granja. Dave y Audrey deberán proteger a los niños mientras ven como el pequeño mundo que les rodea se desmorona y el insufrible Teddy pierde la cabeza. 



Sobre el papel (del guion) podría parecer que estamos ante una película que en sus tiempos habría firmado el mismísimo Kevin Smith, pero pronto nos encontramos con que la capa de comedia negra de zombies tiene una envoltura de filme familiar que, a priori, podría parecer que no pegan ni con superglú. Pero cuando ves a Lupita agarrarse los machos para darle lo suyo a unos zombis tontainas y a cámara lenta con la misma eficacia con la que toca el ukelele y canta una versión del “Shake It Off” de Taylor Swift, convertida en canción fetiche, te das cuenta de que quizá no vayas a ver la mejor película del año, pero sí que vas a pasar un buen rato. Y la fórmula funciona, no sólo con la señorita Caroline llenando la pantalla con ese vestido amarillo que a gritos está pidiendo que se llene de sangre zombi, sino con el voluntarioso Dave ganándose los laureles y el insufrible de Teddy/Nathan de nombre real ciscándose en todo lo que se menea, así como con unos niños que, por una vez, no son lo insoportables que temías que fueran. 



El resultado es una película que tiene el alcance que tiene y la trama la profundidad que se pretende echando mano del piloto automático a ratos; pero cogiendo los códigos del cine de terror zombi a los que se da una vuelta cómica (¡y familiar!), el resultado es un filme que deja frescura y bastante de un buen rollo que, mira por dónde, puede que sea lo que necesitemos ahora. Pura evasión. Y desde luego ya no vas a volver a ver a Lupita de la misma manera con una pala en la mano…

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