En la película La vida de Pi (Ang Lee, 2012), basada en la novela homónima de Yann Martel (2001), hay una curiosa (y graciosa, valga la rima) secuencia: el protagonista, Piscine Molitor Patel, decide llamarse Pi pues sus compañeros de clase se mofan de su nombre y lo llaman Pis (en la versión original, los “amigos” de Pi lo llaman Pissing , "meón", que suena prácticamente igual que Piscine). Pero Pi no se conforma con soportar las burlas y en las presentaciones de cada clase “cuenta” una “historia” de por qué se llama así. Así, en la primera clase se dirige al encerado, escribe en él y dice: «buenos días, soy Piscine Molitor Patel, pero todo el mundo me llama Pi. Decimosexta letra del alfabeto griego que también se usa en matemáticas para representar la relación entre la longitud de una circunferencia y su diámetro: un número irracional infinito que suele redondearse en tres dígitos, que son 3,14. Pi». El profesor del día se queda atónito y sus compañeros de aula callan, aunque uno le recuerda «lo has intentado… Pis». Pi insiste en cada clase, a lo largo del día, en la misma historia, aumentando los decimales de la constante numérica: de los veinte decimales en Geografía pasa a rellenar tres pizarras con una serie de números en Matemáticas, y que son pronunciados con fervor por sus compañeros y ante la sorpresa de dos profesores, uno de los cuales comprueba en un enorme volumen que la sucesión es correcta.
Inevitablemente me vino esta escena cinematográfica a la cabeza mientras leía este corto y muy ameno libro sobre π, el número irracional y una de las constantes más importantes de las matemáticas. Quién a estas alturas no habrá recurrido a su memoria de las clases de EGB (o la ESO de hoy) para recitar mentalmente “3,141592…”, los primeros decimales de la sucesión periódica de este número; lo más probables es que sea lo único que recuerda de ese número y de lo que significa. No deja también de ser curioso que se haya declarado oficialmente el 14 de marzo (3.14, en inglés) como el Día de π, por la aproximación de sus tres primeros dígitos, y como cuenta con no poca sorna (prácticamente en todo el libro) Pietro Greco, que “comparte” con esta constante el hecho de que en italiano esta sea llamada “Pi greco” (sin duda, este señor estaba “destinado” a escribir este libro…).
Pietro Greco. |
Storia di π (Carocci Editore, 2016) es un curiosísimo libro que interesará no sólo a los nerds matemáticos (que los hay) sino también a los lectores curiosos por las anécdotas históricas y la propia historia de la ciencia. De hecho, la lectura de este librito supone conocer la historia de este número irracional periódico, los intentos por definir su valor desde el antiguo Egipto y hasta las modernas computadoras informáticas, al mismo tiempo que deviene un “paseo” (selectivo) por la historia de las matemáticas (o de la física, en la que π es un número esencial). Para Greco el “definidor” de este número es Arquímedes de Siracusa (c.287-212 a.C.) y el estudio de esta constante fue casi una obsesión en el mundo antiguo, especialmente en el ámbito griego y helenístico, con los precedentes egipcios y babilonios, y el trabajo previo de los filósofos presocráticos (Tales de Mileto, por ejemplo), Pitágoras de Samos, Eudoxio de Cnido, Euclides y Diofanto de Alejandría, entre otros (como Teón, el padre de la filósofa y “científica” Hipatia, asesinada en 415).
Arquímedes resulta, especialmente, el “héroe” particular del autor y quién fijó el valor de π de la manera más cercana a la exactitud durante casi dos milenios, del cálculo infinitesimal de Newton y Leibnitz y, ya en el siglo XX, de la segunda mitad del siglo XX, que vio como (con la ayuda de las computadoras) se ampliaba “periódicamente” el número de cifras decimales de esta constante: de las apenas dos mil cifras en 1949 a los diez billones en 2011. Pero no se centra el autor en lo que π ha significado en la ciencia occidental, sino que también recoge las aportaciones de los ámbitos indio, chino y especialmente islámico, que desarrollaron (con los precedentes antiguos) el álgebra moderna. Cómo la ciencia islámica “recuperó” la ciencia antigua y la amplió con sus propias aportaciones, hasta el “redescubrimiento” del Renacimiento y la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII es otra parte muy interesante de este libro, que en su parte final deriva a los cálculos de la era moderna computacional y a cuestiones como la “naturaleza” de π (¿qué es exactamente?). Y todo ello con un estilo ameno, socarrón y asequible para lectores profanos en la materia, especialmente los que hace tiempo que dejaron atrás las matemáticas; quizá las fórmulas matemáticas que aparecen a menudo en el libro puedan ser más duras de digerir, pero Greco consigue explicar las cosas con suficiente claridad y lograr que el lector no se “pierda”.
"Precedentes" babilonios del número π en tablillas cuneiformes. |
Como libro de divulgación científica y como colección de pequeñas historias y anécdotas históricas en las que, gustosamente, el autor suele “perderse” (para luego siempre “volver” al tema del libro, que es el número pi), la obra cumple sobradamente y me parece que puede tener un hueco en alguna de las colecciones de Ariel, junto a las obras de Sam Kean que se han publicado en los últimos años, por ejemplo, o, ya específicamente, 50 cosas que hay que saber sobre matemáticas de Tony Crilly (2014), Fútbol y matemáticas: aventuras matemáticas del deporte rey de David Sumpter (2016) y ¡Que las matemáticas te acompañen! de Clara Grima Ruiz (2018). Las matemáticas suelen ser tema de muchos libros que se han publicado en los últimos años y en pos de una amena (y rigurosa) divulgación: del recentísimo Mentes maravillosas. Los matemáticos que cambiaron el mundo de Ian Stewart en Crítica (2018), a los que suelen aparecer en la remozada colección de bolsillo de Alianza Editorial: Carnaval matemático y Nuevos pasatiempos matemáticos de Martin Gardner, Curiosidades matemáticas de Liz Strachan, todos ellos también en 2018, o Las matemáticas ocultas de Robin Jamet y Breve historia de las matemáticas de Jacqueline Stedall (ambos en 2017).
Un libro específico sobre π, su historia y valor, puede ser un paso más en este interés por publicar obras sobre las matemáticas, acercándolas a lectores de todo tipo y convirtiéndolas en algo ameno y curioso, mucho más que la imagen que solemos tener a menudo sobre esta disciplina. Y si además cuenta con el sentido del humor y la pluma incisiva de un autor como Pietro Greco… qué más se puede pedir*: una obra que en sí misma ya resulta única y diferente, y que hará las delicias no sólo de los lectores aficionados a la historia de la ciencia, sino también a los curiosos por la historia en general.
*No está el autor exento de cometer algunos errores, como cuando dice «Tolomeo di Sotere» (p. 44) en referencia a Tolomeo I, primer monarca de la dinastía lágida en Egipto: Sóter no es un lugar ni un nombre dinástico, sino un título, Sóter, que significa “Salvador”; o cuando dice, en la página 47, «[…] altro generale di Alessandro, Attalo (269-197 a.C.)», en referencia a Átalo I de Pérgamo y que es posterior al rey macedonio (que vivió en la centuria anterior).
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