13 de mayo de 2020

Reseña de Return to the Reich: A Holocaust Refugee’s Secret Mission to Defeat the Nazis, de Eric Lichtblau

Es posible que el lector de este libro recuerde la historia de Frederick “Freddy” Mayer (1921-2016) por un documental, The Real Inglorious Bastards (Min Sook Lee, 2012),  emitido hace unos años (en España, por la 2, febrero de 2015, por ejemplo; disponible en YouTube con doblaje castellano sobre el original en inglés). Un documental que toma el nombre de la película Inglourious Basterds [Malditos bastardos] de Quentin Tarantino (2009), que cuenta la peripecia (ficticia) de un grupo de judíos que, en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial, se infiltra en la Francia ocupada aún por los nazis –París fue liberado en agosto de 1944, por tanto, la acción de la película debe transcurrir antes–, y que traza incluso un paralelismo entre la patrulla que lidera Aldo Raine (Brad Pitt) y los protagonistas de la Operación Greenup que Mayer, exiliado alemán en Estados Unidos, el también exiliado y neerlandés Hans Wijnberg (1922-2011) y el prisionero de guerra austriaco (y desertor) Franz Weber, desarrollaron en el Tirol entre finales de febrero y principios de mayo de 1945.

Eric Lichtblau.
Las coincidencias entre ambas historias son mínimas, a pesar de ese título: Mayer, Wijnberg y Weber, a diferencia de los “bastardos”, no se dedicaron a masacrar oficiales nazis, sino que realizaron una labor de espionaje e infiltración en los alrededores de Innsbruck, y, por supuesto, no “mataron” a Hitler y su círculo de colaboradores en un cine en París, como se fabula en el filme de Tarantino. Lo único que relaciona ambos hechos, el ficticio y el real, es que Mayer acepta la rendición de un alto mando de las SS en Innsbruck, cuando la guerra está en sus últimos estertores, del mismo modo que Raine acepta la rendición del coronel Hans Landa (Christoph Waltz) al final de la película… no sin dejarle marcada la esvástica en la frente con un cuchillo y de manera permanente; de hecho, el propio documental también plantea algunas diferencias entre lo que sucedió en realidad y lo que a posteriori se magnifica.*
*El documental recoge los hechos y testimonios de los protagonistas de la historia que se relata en el manuscrito de Lichtblau, pero también se le dota de un excesivo dramatismo y de algunas afirmaciones más que discutibles, pensadas para atraer al espectador habitual del género bélico y que aún tiene fresca en la memoria la película de Tarantino. Mencionemos un par de detalles:
  • Fred Mayer dice al principio: «Sentía que era mi deber aprovechar la oportunidad de hacer lo que mejor se me daba: matar nazis», algo que llama la atención pues en el manuscrito no se menciona que Mayer mate a nadie: Choca este comentario de Mayer, especialmente cuando hacia el final del documental el hijo de Franz Weber le pregunta: «¿Negociaste la rendición de Innsbruck?» y él responde: «Sí». «¿Sin un solo disparo?». «Ni uno, sin derramar sangre». 
  • «Fueron “los doce del patíbulo de su época”», dice uno de los entrevistados, mientras se ve de fondo una recreación que evoca una secuencia del principio de Malditos bastardos (Quentin Tarantino, 2009), cuando Raine “alecciona” a los (futuros) “bastardos”. «Un tipo lo resumió a la perfección: es el grupo de hombres más loco con el que he estado. Y su pasión común era contraatacar a la Alemania nazi», se dice a continuación. Cierto es que los reclutados por la OSS fueron adiestrados a fondo, pero de ahí a que fueran unos “locos”...
Sea como fuere, estamos ante una historia muy atractiva: cómo tres soldados, dos de ellos exiliados en Estados Unidos desde 1937 y 1939, respectivamente, se lanzaron desde un avión en paracaídas sobre un glaciar del Tirol para infiltrarse en la zona e informar sobre aspectos diversos que podían ser de vital importancia para los Aliados (estadounidenses, sobre todo) en la etapa final de la Segunda Guerra Mundial. Mayer y Wijnberg fueron reclutados por la OSS, la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) –antecesora de la CIA– en 1943 tras haberse alistado en el Ejército estadounidense a finales de 1941. Una historia que Eric Lichtblau reconstruye en Return to the Reich: A Holocaust Refugee’s Secret Mission to Defeat the Nazis (Houghton Mifflin Harcourt, 2019).

Franz Weber, Hans Wijnberg y Frederick Mayer.


Una primera parte del libro (capítulos uno a seis) trata como ambos, siendo adolescentes, viajaron al otro lado del Atlántico –Mayer con su familia completa, Wijnberg sólo con su hermano gemelo, perdiendo paulatinamente contacto con sus familiares de Holanda– y se convirtieron en ciudadanos estadounidenses, pero no olvidaron sus raíces europeas: ambos ansiaban regresar a Europa y participar en la liberación de sus países de la ocupación y la opresión alemanas. La vida militar no fue lo que esperaban: dos años de entrenamiento en varias bases en territorio estadounidense (en Alabama, Florida y Tennessee), sin apenas hacer nada, hasta que se les reclutó en la OSS.  Para la OSS que dirigió William “Wild Bill” Donovan, hombres como Freddy y Hans podían ser muy útiles como espías infiltrados: sabían idiomas (alemán y holandés, respectivamente), conocían los escenarios de guerra (grosso modo…) y estaban dispuestos a lo que fuera por un poco de acción. También Donovan (y el presidente Franklin D. Roosevelt) eran conscientes de que necesitaban desarrollar un tipo de operaciones de inteligencia para las que hasta entonces no habían tenido ni recursos ni oportunidades. En una localización secreta en el interior de Maryland, el “Área F”, Freddy y Hans se conocieron y fueron debidamente adiestrados como agentes de campo; dos figuras contrapuestas: el más activo y agresivo Freddy, por un lado, deseoso de entrar en combate; y el más tranquilo y aficionado a la química Hans. Ambos recibirían un entrenamiento aparte, por sus conocimientos lingüísticos y de sus países de origen. Tras el desembarco de Normandía, en junio de 1944, fueron trasladados al norte de África y de ahí a Nápoles, primero, y Bari, más tarde. En Nápoles, Freddy “reclutó” a Franz Weber en un campamento de prisioneros alemanes: la OSS necesitaba un desertor alemán (o en este caso austriaco) para que las operaciones de infiltración contaran con información relevante del terreno por oriundos; y Weber, desencantado del Reich nazi desde prácticamente la invasión de Polonia por la brutalidad de la Wehrmacht (y las SS), era el candidato adecuado. 

Con detalle a partir del capítulo cuarto, se trazan los objetivos de estos tres soldados, la Operación Greenup: conseguir información en el Tirol sobre una supuesta “fortaleza” alemana en los Alpes austriacos (Alpenfestung), en el paso del Brennero: una zona de fábricas, almacenes de munición y campamentos para tropas en el interior de las montañas y que servirían de último reducto en caso de perderse Italia y para proteger el avance aliado sobre Baviera; un plan de Himmler que finalmente no se materializó.  Para ello, los tres debían se lanzaron en paracaídas sobre el glaciar Sultztal, a unos 3.100 metros de altura; tras caminar varias horas con temperaturas bajo cero y pasar una noche en un refugio de montaña, llegaron a la localidad de Oberperfuss, cerca de Innsbruck, donde residieron varias semanas ocultos.

Frederick "Freddy" Mayer (1921-2016).
La segunda parte del volumen (capítulos siete a doce) detalla las operaciones realizadas. Freddy realizó el trabajo de campo, infiltrándose como oficial de la Wehrmacht –conseguiría información sobre trenes dispuestos para el frente italiano, sobre el búnker de Hitler en Berlín y sobre una fábrica de aviones Messerschmitt de reacción en Kermaten, en la que incluso trabajó haciéndose pasar por un mecánico francés–, mientras Franz buscaba y se reunía con resistentes antinazis, y Hans enviaba la información recogida (y encriptada) a Bari como operador de radio. La temeridad de Freddy finalmente le pasó factura y fue capturado por la Gestapo, entregado al Gauleiter del Tirol, Franz Hofer, fue interrogado (perdería la dentadura), pero no delató a nadie: se declaró ciudadano francés y en este idioma respondió a las largas sesiones de interrogatorio. Ya eran las últimas semanas de la guerra y Hofer era consciente de que la derrota era inevitable: Mussolini había sido linchado y los soviéticos habían ocupado Viena y consideró que sería más rentable para él ofrecer la rendición del Tiron a los estadounidenses. Mayer podía ser el enlace con estos. De este modo, y tras solicitar el permiso de la OSS, Mayer aceptó la rendición de Hofer, y por tanto de la zona que controlaba, el 3 de mayo de 1945. Un alto cargo nazi rindiéndose a un oficial de bajo rango judío. 

A pesar de la brevedad de este manuscrito, estamos ante un volumen muy jugoso y tremendamente ameno: se devora con interés y casi parece que estemos viendo la película sobre Freddy, Hans y Franz. Interesa la imagen de los dos primeros: hijos de familias judías que acabaron refugiándose en Estados Unidos –y siendo, en muchos sentidos, “más estadounidenses que los propios estadounidenses”– y residiendo en Brooklyn, Nueva York, nunca olvidaron sus raíces y se alistaron para combatir a los nazis en Europa. De perfiles y actitudes opuestas –Freddy el temerario, Hans el taciturno– representan un perfil con aptitudes ideales para trabajar en una organización de inteligencia aún en pañales como la OSS: judíos dispuestos a pelear con rabia,  políglotas y conocedores de los escenarios bajo control alemán; a ellos se añadiría Franz, el desertor austriaco que trataría de “redimirse” colaborando con la OSS y, una vez en casa, contactar con opositores al régimen nazi. 

La Operación Greenup, en palabras del futuro director de la CIA William Casey, sería «de lejos, la más exitosa de las operaciones montadas desde Bari»,  a pesar de que en aquellos meses finales de la guerra los resultados no habían acompañado a la OSS y, precisamente por ello, había que recordarle a Freddy que «estaba en una misión de inteligencia, no actuando en una película de Errol Flynn» (cap. 5). El libro no es precisamente el primero en mostrarla: al libro de Schwab que mencionamos en la nota a pie de página habría que añadir el de Patrick K. O’Donnell, They Dared Return: The True Story of Jewish Spies Behind the Lines in Nazi Germany (Boston: Da Capo Press, 2009), citado en las notas finales y que cuenta con bastante más detalle esta y otras operaciones de la OSS. El interés de este libro va más allá de la operación en sí: pone el foco en el trasfondo familiar y nacional de los personajes, en sus motivaciones (y sus obsesiones), en los preparativos de la misión y el origen de la OSS. Dirigido a un público amplio, no necesariamente interesado en los intríngulis operacionales, cuenta una historia de exilio y retorno, y también una trama que desafía nuestra propia incredulidad ante hasta dónde llegó Freddy Mayer para alcanzar sus objetivos. 

No parece, como decíamos antes, que Freddy matara a nazis (no se vislumbra en el libro), pero sí que se preparó a fondo para una misión que requería audacia y aplomo. Y que fue más allá de lo esperado, hasta el punto de soportar la tortura, para vencer a aquellos que habían echado a su familia de su país de origen. Freddy Mayer quizá no sea un “maldito bastardo” como los de la película de Tarantino, pero, y perdón por el coloquialismo, que nos aspen si la suya (y la de Hans y Franz) no es una historia que vale la pena contar.

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