27 de abril de 2019

Crítica de cine: El joven Picasso, de Phil Grabsky

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.


Nota: este documental llega a las salas de cine como evento cinematográfico. Exhibidores como Yelmo, Grup Balañà y los Cines Verdi en Barcelona, lo emitirán los días 28, 29 y 30 de abril, vinculado a una programación cultural especial; consúltese también en FilmAffinity para saber en qué otros cines se emitirá. 


Sobre Pablo Picasso (1881-1973) sabemos mucho, lógicamente, al tratarse de unos de los artistas universales más reconocidos, y documentales, libros e incluso alguna película han versado sobre su vida y obra. Incluso ha sido protagonista en series de televisión recientes, como en la segunda temporada de Genius (National Geographic: 2018), serie de antología que versó sobre la figura del pintor malagueño, interpretado por Antonio Banderas (que ganó una nominación a los Premios Emmy en la categoría de mejor actor en serie limitada) en su madurez y vejez y por Alex Rich en su etapa joven (grosso modo, hasta la década de 1920). La serie se centraba sobre todo con su biografía y la relación con las diversas mujeres de su vida, pero aquellos espectadores que la vieron y se acerquen a ver El joven Picasso, documental dirigido por Phil Grabsky, ya curtido en estas lides, todo les resultará bastante familiar.

Retrato de Picasso en 1900, por Ramon
Casas, MNAC, Barcelona.
Y es que el documental que Grabsky escribe y dirige retrata la infancia y juventud de un pintor que, por muy tópica que suena la frase, cambió el arte del contemporáneo: no en balde, Picasso creó el cubismo y el Guernica (1937) es una de los iconos del siglo XX. Una primera parte del documental se centra en su infancia en Málaga y el aprendizaje de la mano de su padre, José Ruiz Blasco, pintor y profesor de arte; el traslado a La Coruña en 1891, donde el joven Picasso ya mostró un talento para la pintura de corte realista, y el posterior traslado de la familia (siempre a remolque de las oportunidades laborales del padre) a Barcelona en 1895, donde Pablo consiguió una plaza en la Escuela de Bellas Artes y donde, a pesar del interés paterno en que profundizara en un formalismo académico, el joven Picasso ya dio señales de querer romper con lo establecido y transitar por caminos que, con el tiempo, le llevarían a la ruptura del arte figurativo que el cubismo representa en el seno de las vanguardias. Con todo, en esta etapa barcelonesa, de plena formación, Pablo dejó huella en la pintura realista con obras como Ciencia y caridad (1895). Dos años después fue aceptado en la Academia de San Fernando de Madrid, pero pronto abandonó las aulas, prefiriendo conocer de primera mano a los pintores expuestos en el Museo del Prado, que visitó en numerosas ocasiones. 

Pablo ya empezaba a “viajar” por su cuenta en la formación artística, a experimentar y a dejar atrás los postulados academicistas que consideraba una rémora en un panorama del arte que se metía de lleno en las vanguardias en los estertores de un siglo XIX pronto a finalizar. De regreso a Barcelona, Pablo frecuentó los círculos de artistas modernistas, se prodigó por Els Quatre Gats y entabló amistad con otro joven pintor, Carles Casagemas. Junto con este (cuyo suicidio unos meses después afectaría de lleno a Picasso), Pablo realizó su viaje a París en octubre de 1900, evento que abre la segunda parte del documental que, tras repasar sus períodos azul y rosa, el contacto con Gertrude Stein, su participación en la escenografía de los ballets de Sergéi Diáguilev y su interés por las máscaras africanas, pone su punto final en la creación de Las señoritas de Avignon (1907). 



Es en la evolución que lleva en doce años de una pintura realista a otra que rompe radicalmente con ese estilo en Las señoritas de Avignon donde radica la esencia de este fascinante documental, ideal para estudiantes de bellas artes o de historia del arte, además del espectador interesado y curioso por la figura de Pablo Picasso, desde luego. Grabsky viaja con su equipo de Málaga a la Coruña, a Barcelona y París, y rastrea qué dejaron estas ciudades en el joven Picasso y cómo influyeron de diversa manera en su formación artística. El documental se enriquece con la colaboración de historiadores del arte y curadores de varias instituciones –el Museo Picasso y la Fundación Picasso–Museo Casa Natal de Málaga, el Museu Picasso y el Museu Nacional d’Art de Catalunya en Barcelona y el Musée national Picasso de París–, se nutre de cartas de Picasso y sus amigos, y cuenta con la participación del nieto del pintor, Olivier Widmaier Picasso. 

El resultado es una muy amena pieza documental sobre la formación de un joven artista de la talla de Picasso, su evolución hacia la ruptura del arte figurativo, sus viajes y estancias en varias ciudades, su a menudo convulsa vida privada y su manera de entender un arte en plena transformación. Un documental sobre los 26 primeros años de vida y la obra de un Pablo Ruiz Picasso que desde entonces, y en las siguientes décadas, no dejaría de experimentar como creador artístico, de indagar en su propia manera de pintar y que se convertiría en una de las figuras más destacadas del arte de todos los tiempos. Pero antes hay que conocer al joven pintor… 

Imprescindible.

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