Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
Hay momentos en que el cine se convierte en tributo y reconocimiento al valor y el esfuerzo reales. Héroes en el infierno –adaptación ya de por sí tópica de un título original que tampoco brilla por su originalidad, Only the Brave– es un claro ejemplo de ello y lo hace de una manera honesta, más contenida y sobria de lo que podría parecer a primera vista, pero también con un arco narrativo que ahonda en demasiados lugares comunes. Quizá esto último sea lo que pueda lastrar una película de generoso metraje (dos horas y cuarto), con altibajos en cuanto al ritmo y un meollo de la cuestión que se deja para la última media hora. Y también quizá este sea un filme que se podrá valorar en su justa medida desde una perspectiva local, netamente estadounidense, aunque desde luego hay valores que son universales y cualquiera que haya trabajado en un cuerpo militar o policial, en un hospital, en un cuerpo de bomberos o como voluntario en las labores de apagar un incendio, sabe claramente cuáles son: el esfuerzo, el coraje, la voluntad de servicio, el sacrificio incluso... hasta ciertos límites, claro.
Tras la cámara de esta película tenemos a John Kosinski, joven director que debutó con Tron: Legacy, sobre la que hubo muchas expectativas en 2010 y que dejó a bastantes espectadores decepcionados tras su estreno (y que, sin embargo, gana mucho en su revisionado). Su siguiente filme, Oblivion (2013), siguió en el entorno tecnológico y sci-fi, y en él Kosinski pareció sentirse más cómodo (o quizá el baño de realidad tras la película de Disney le sirvió de estímulo). A priori, sorprende encontrarle ahora cargo de una película como esta, tan arraigada al suelo y echando mano de un realismo intenso; pero también es verdad que, en lo visual, Kosinski pone toda la carne en el asador y sale ganador. El guion, a cargo de Ken Nolan (Black Hawk derribado) y Eric Warren Singer (La gran estafa americana, mano a mano con el sobrevalorado David O. Russell), resulta algo rutinario adaptando un artículo de Sean Flynn sobre el incendio de Yarnell Hill, Arizona (junio de 2013), en la revista GQ. Pero en la conjunción de firmeza en la cámara, drama de coraje y superación, y buenos actores la película se sabe ganadora y logra llegar al espectador (además de golpearlo emocionalmente).
Planteada a modo de un larguísimo flashback en sus prácticamente noventa minutos, la película de Kosinski nos cuenta la historia del equipo de bomberos forestales Mountain Granite Hotshots de la ciudad de Prescott, en Arizona. No hay una figura española equivalente a los “hotshots”, que en Estados Unidos se refiere, en algunos estados, a escuadrones de veinte bomberos de élite especializados en incendios forestales y con habilidades que van más allá de la forma física, acreditados por organismos especializados y que se dedican exclusivamente a hacer frente a estas catástrofes naturales (a veces provocadas por la mano humana). Para Eric Marsh (Josh Brolin), superintendente –es el máximo grado– de esta unidad, lograr la acreditación de “hotshots” es su máximo empeño, y en la primera parte del filme veremos hasta qué punto desea lograr tal reconocimiento. Dirige con firmeza y algo de mano ancha a un grupo de veinte hombres, a los que se une el novato Brendan McDonough (Miles Teller), sobre el que se erigirá como una especie de mentor, pues le recuerda a sí mismo años atrás, y cuenta con el apoyo de Duane Steinbrink (Jeff Bridges), supervisor del departamento de áreas silvestres. La formación de novatos como Brendan, pronto apodado “Donut” por sus compañeros, se combina con el trabajo más burocrático a cargo de Eric y Duane, en previsión de que el equipo pueda ser evaluado y lograr la distinción de “hotshots”, lo cual significaría que desarrollarían su labor en los puntos cruciales de un incendio como unidad especializada.
El principal problema de esta película es el dilatado metraje que se dedica a perfilar los personajes y en situar al espectador en un mundo del que probablemente sea poco conocedor. El tecnicismo sobre incendios forestales y las conversaciones de vestuario se entremezclan, a la vez que se profundiza en historias de redención como la de “Donut”: un muchacho sin oficio ni futuro, que abusa de las drogas y ha dejado embarazada a una chica del pueblo. Ver cómo el joven aprende de sus errores, asume que debe esforzarse al máximo para ser digno de pertenecer al equipo de Marsh y como futuro padre, ahonda en lo previsible, así como su rivalidad con uno de los “hotshots”, Mack (Taylor Kitsch), que pronto se convierte en amistad fraternal. Del mismo modo, lo rutinario se instala en el retrato de Marsh y su esposa (Amanda), veterinaria de caballos, y en sus pormenores como matrimonio: avanzar, debatir sobre si tener hijos, decidir qué es lo mejor para ambos en lo profesional, etc. Las historias personales son importantes para conocer a los personajes, pero en esta ocasión se abusa demasiado de ellas y se resta espacio para escenas de acción más propias de una película que trata sobre incendios; a diferencia de Llamaradas (Ron Howard, 1991), en Héroes sobre el infierno la épica está bastante contenida, pero también lo está la acción: apenas dos grandes secuencias (en las que se pone mucho esfuerzo, que conste) a mitad y hacia el final del filme se antojan escasas en una película que justamente pretende reivindicar el coraje, la pericia y el reconocimiento a quienes ponen sus vidas en peligro por un bien común.
Los Granite Mountain Hotshots en la película... y en la realidad. |
Con todo, el dilatado metraje y la irregularidad de su puesta en escena en el último tramo no lastran completamente una película que cumple eficazmente con su propósito y mantiene al espectador en vilo (sobre todo si no sabe absolutamente nada de la historia real que reconstruye). En el realismo de las secuencias de fuego (y alguna imagen potente como la del infográfico oso en llamas) y en una espléndida fotografía están lo mejor de una película que probablemente pasará bastante desapercibida por nuestras salas. Pero cuenta con un buen plantel de actores y una eficacia de medios, suficientes como para plantearse verla en la gran pantalla… y luce muy bien en una pantalla enorme de cine. Impactará en su última media hora, eso sí. Y quizá le haga replantearse muchas ideas preconcebidas sobre lo que significa hacer frente a un incendio forestal.
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