Crítica publicada también en el portal Fantasymundo.
Nota: este documental llega a las salas de cine como evento cinematográfico. Exhibidores como Cinesa y Yelmo a nivel nacional, y Grup Balañà y los Cines Verdi en Barcelona, lo emitirán los días 12 o 13 de febrero, en algún caso (los Cines Verdi) vinculado a una programación cultural especial; consúltese sus webs para saber en qué cines se emitirá.
Paul Cézanne (1839-1906) constituye una figura de transición en el arte pictórico de la segunda mitad del siglo XIX: bebiendo de los pintores impresionistas, con quienes mantuvo una cierta distancia (admiraba, sin embargo, a Camille Pissarro y Pierre-August Renoir), fue uno de los paladines del postimpresionismo, como Paul Gauguin y Vincent van Gogh, e influyó en el fauvismo de Henri Matisse y el cubismo de Pablo Picasso y Georges Braque. Su estancia en París en la década de 1860, cuando desairó las aspiraciones paternas de dedicarse a la banca –quien, sin embargo, le pasó una pensión mensual de 125 francos–, le permitió conocer de cerca los trabajos de Gustave Courbet y Edouard Manet, cultivando el paisajismo.
Autorretrato, hacia 1879-1880. |
Retrato del padre leyendo L'Événement (1866). |
La colección de retratos que aparece en la exposición que resigue el documental nos permite también observar los cambios físicos (y emocionales) de Cézanne en sus propios autorretratos y en algunas obras que pintó en serie durante años (retratos de su mujer Hortènse, por ejemplo, vestida de rojo y con el cabello recogido): del joven pintor con los ojos enrojecidos y gesto serio en la década de 1860 al artista que perfecciona su mirada personal, queriendo captar diversas perspectivas (alguna de ellas imposible como el autorretrato con paleta) y que muestra los estragos del tiempo en su cabeza calva y la hirsuta barba que encanece un par de décadas después, pasando por una cierta estilización (autorretrato con bombín).
Resulta especialmente interesante la evolución de un artista como Paul Cézanne, que como pintor que supo realizar espléndidos cuadros de bodegones y naturalezas muertas –el inicio del documental, en el taller que parece estar en el mismo estado que conoció el artista, es muy elocuente al respecto–, así como escenas de paisaje de los alrededores de la Provenza de la que le costó desapegarse durante toda su vida. Pero también del retratista de pinceladas sencillas, a veces algo toscas, prefigurando los estilos de vanguardias del cambio de siglo (fauvismo, cubismo), y siendo considerado un pintor muy apreciado por los artistas de las primeras décadas del siglo XX, pero un artista poco conocido en vida por el público. Quizá su tendencia a la soledad y el aislamiento, además de las pocas relaciones que tuvo con exhibidores y marchantes de arte, así como sus reticencias a la pintura impresionista que conoció de cerca, no le permitieron llegar más lejos (al menos por su parte). Este documental, sin embargo, nos acerca a su biografía, estilo y a una parte de su obra centrada en los retratos. Vale la pena verlo.
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