25 de julio de 2016

Canciones para el nuevo día (2001/1230): "Also Sprach Zarathustra"

Richard Strauss -  Also Sprach Zarathustra (Einleitung, oder Sonnenaufgan)


Disco: Richard Strauss: Boston Symphony Orchestra, William Steinberg ‎– Also Sprach Zarathustra (1971)




24 de julio de 2016

Crítica de cine: La leyenda de Tarzán, de David Yates

Crítica publicada previamente en Fantasymundo.

El mito del buen salvaje tiene en El libro de la selva de Rudyard Kipling (1894) y Tarzán de Edgar Rice Burroughs (1912) dos ejemplos literarios que lograron fama eterna con sus adaptaciones literarias… y en este 2016 hemos tenido dos claros ejemplos. Tarzán evoca la idea decimonónica del hombre que crece en la jungla/selva y al margen de una gran ciudad/mundo occidental en plena expansión; el hombre solitario que creció desde la más tierna infancia en contacto con una naturaleza que de entrada se le va a mostrar contraria pero con la que acabará conviviendo en armonía y respetando; el hombre que se cría entre animales, que forman su familia y a los que acaba, en cierto modo, “liderando”: "Tarzán de los monos" es más que el título de una película, es la idea del hombre que todo lo puede y domina, pero que a su vez se erige en una metáfora de la naturaleza que puede hacer frente a una sociedad urbana e industrial que todo lo devora a su paso. Johnny Weissmüller popularizó al personaje en doce ocasiones en los años treinta y cuarenta, y no fue el único. Nos acostumbramos a su alarido y sus paseos por la selva liana en mano, conocimos a Jane, la mujer con la que «volvió» a su componente humano, e incluso a su hijo Boy (sí, en cuanto a nombres no se lo curraron demasiado), y cómo no a la mona Chita. Pues he aquí que, tras numerosas adaptaciones cinematográficas –alguna que otra paródica, como George de la jungla (1997), y alguna que otra muy meritoria, como Greystoke, la leyendas de Tarzán, el rey de los monos (1984), llega a la gran pantalla una nueva versión. Dirigida por David Yates, que ya demostró sus dotes para la espectacularidad en la franquicia Harry Potter, La leyenda de Tarzán promete y da precisamente eso: un elaborado artificio visual que, no obstante, acaba por provocar aburrimiento y a la postre indiferencia. Y es que a estas alturas, más de uno se preguntará qué tiene Tarzán como para arrastrarnos a una sala de cine.

19 de julio de 2016

16 de julio de 2016

Crítica de cine: Ice Age: El gran cataclismo, de MIke Thurmeier

Catorce años han pasado desde que un mamut (Manny), un tigre sable (Diego) y un perezoso (Sid) nos conquistaran en una sala de cine tratando de devolver a un bebé humano a su familia. Y una ardilla (Scrat) y su bellota, sobre todo. Mamut, tigre sable y perezoso se conocían y enfrentaban, pero al final se hacían amigos y cumplían con el objetivo. La amistad prevalecía por encima de las diferencias de “clase” animal, entre herbívoros y carnívoros, y aquí paz y después gloria. Catorce años han pasado desde Ice Age: La Edad de Hielo (2002), pues; y del enorme éxito para la Fox, entonces en plena competencia con Dreamworks Studios (que también tenían su franquicia con Shrek) y Pixar (que siempre ha jugado en Champions dentro del mismo deporte), surgieron la secuelas, que metódica y exitosamente se han ido sucediendo. Películas que ampliaban el elenco de personajes (la mamut Ellie y la tigresa Shira para emparejar a los protagonistas, la comadreja tuerta Buck, una “hija” para Manny y Ellie e incluso una ardilla hembra para Scrat, que de todos modos siempre ha ido por libre), “avanzaban” las tramas (el deshielo, la extinción de los dinosaurios, la formación de los continentes) y seguían siendo muy rentables para la Fox; más que suficiente para continuar con una saga de películas que, en lo argumentalmente, sí han perdido algo de fuelle: catorce años no pasan en balde. Pues he aquí que llega Ice Age: El gran cataclismo en este 2016, quinta entrega de la serie. El paraíso terrenal en el que viven los diversos animales que componen esta peculiar familia de animales, en convivencia con otros muchos, puede desaparecer cuando, tras la aparición de un objeto en el cielo, la comadreja Buck encuentra una estela antigua que profetiza el fin del mundo: un enorme asteroide se dirige a la Tierra (échenle la culpa a Scrat), el mundo que estos animales prehistóricos han conocido puede cambiar radicalmente, la supervivencia no está asegurada.