Con su primera temporada, Utopia (Channel 4,
2013) mostró suficientes alicientes como para erigirse en una serie del
año 2013. Quedamos atrapados, sobre todo, por un episodio piloto –y un
inicio que nos dejaba sin aliento–, en el que nos preguntábamos dónde estaba Jessica Hyde, y seguíamos la huida de cuatro personajes en pos de un
cómic. Un cómic maldito que trazaba la senda de un virus que podía
reducir la fertilidad de la especie humana y que, por tanto, planteaba
un exterminio encubierto de la humanidad. El capítulo final destapaba la
conjura, separaba a los forzosos cuatro amigos y dejaba a Jessica en
manos de quienes la habían perseguido, en especial de esa maquiavélica
mujer, Milner, que descubría que la propia Jessica era portadora del
virus. Nos quedamos con ganas de más, aunque la temporada tuviera unos
episodios intermedios en los que el ritmo declinaba. Pero nos interesó
la estética comiquera –esos colores vivos–, la parafilia conspiranoica y
distópica y el rol prácticamente de videojuego de unos personajes que
tenían que superar pruebas para desenredad la madeja, comenzando por la
propia Jessica Hyde. Un año y medio después, ha llegado una segunda
temporada que se ha iniciado con dos episodios en una misma semana y
que, ya de entrada, suponen el mejor arranque serial de este verano.
Dennis Kelly sabe que es difícil superar el listón de la primera
temporada y que el camino de baldosas amarillas ya nos suena. Por ello
ha empezado la segunda tanda con un episodio que en sí es un desafío:
digamos, para resumir, que se trata de un flasback de 53 minutos, un
larguísimo flashback, que lleva al espectador a conocer de primera mano
aquello que se descubría, paso a paso, en los anteriores seis episodios.
Es decir: ¿cómo se concibió el virus Janus? ¿Quién era Philip Carvel,
su creador? ¿Cómo acabó el virus en el organismo de Jessica? ¿Quién era
Milner? ¿Y cuáles fueron los orígenes de Arby? Para responder a las
preguntas que el espectador se hacía desde esos primeros seis episodios,
Kelly ha escrito un episodio que es un collage visual de ficción e
imágenes de noticiarios de los años setenta; pues ahí surge todo, entre
1974 –y el momento en que se conocen unos jóvenes Carvel y Milner– y
marzo de 1979, cuando en unos pocos días todo se hunde para el creador
del virus Janus, Jessica y Arby son unos niños y Milner mueve los hilos
para que la conjura de La Red (The Network) empiece a volar. Es la época
del asesinato de Aldo Moro por las Brigadas Rojas en Italia, la moción
de censura contra el Gobierno laborista de James Callaghan en el Reino
Unido (y las elecciones que llevan a Margaret Thatcher a Downing
Street), los atentados del IRA (o el INLA) que acaban con la vida de
Airey Neave (el asesor de confianza de la líder del Partido Conservador)
y la fuga radiactiva de la central nuclear de Three Mile Island, en el
estado norteamericano de Pennsylvania. De un modo u otro, todo está
relacionado con La Red y Carvel. La controversia que surgió en la
primera temporada con la secuencia de la masacre en un colegio, mientras
Arby persigue al pequeño Grant, junto a la elevada dosis de violencia
de la propia serie, se ha vuelto a repetir a causa de la (según se ha
denunciado) utilización del asesinato de Airey Neave por parte de Kelly;
o la muerte, que casi parece real, de un conejo para visualizar la
desinhibición moral del pequeño Arby. Sea como fuere, el primer
episodio, con una fotografía de colores sepia y una rugosidad que trata
de evocar los años setenta, y un enfoque visual que parece de
documental, ha sorprendido muy gratamente y nos deja imágenes para el
recuerdo: Carvel. Arby y el conejo; el carácter resolutivo (por encima
del amor, incluso) de Milner; la huida de la central nuclear de Three
Mile Island (y el pequeño Arby con los brazos en alto), o el origen del
cómic y el final de Carvel en un manicomio. Ante semejante episodio, un
punto y aparte en la serie, quedaba ver cómo continuaba la serie.
Y es en el segundo episodio donde Kelly demuestra que es capaz de
sorprender, como ha hecho con ese collage setentero, y recordarle al
espectador que el juego continúa. La trama comienza un tiempo después de
donde la dejamos un año antes: Jessica Hyde es prisionera de La Red,
torturada e interrogada para que desvele cuáles son los ajustes del
virus que tiene inoculado en la sangre; Becky ha desaparecido, al menos
para los demás; Ian vuelve a su aburrida vida laboral, mientras esconde a
Grant, que todo el mundo cree muerto; y Wilson comienza a trabajar para
Milner. La sorpresa es Arby, que ha dejado atrás su trabajo de sicario
para La Red, aunque el pasado siempre vuelve… y se le obliga a recuperar
su rol. Todas las piezas vuelven a situarse en el tablero para que la
partida vuelva a comenzar. Y recuperamos esos colores vivos –ese morado
de la secuencia inicial, el verde de los prados, el amarillo de la
mochila de Arby–, junto a los viejos planos abiertos y de gran angular
que eran tan propios de la primera temporada. Los silencios en medio de
las ciudades del interior de Inglaterra, las calles vacías, las casas
que parecen abandonadas, los lugares de trabajo con poca gente. Todo
parece recordarle al espectador el temor que supone el virus Janus: la
extinción de la humanidad y la elección de los que salvarán mediante el
azar. La violencia que sacude cuando menos lo esperas vuelve a ser una
de las señas de identidad de la serie, con Arby forzado a realizar
aquello que pretendía dejar atrás, aunque le queda la opción de elegir
el bando en el que quiere luchar. Jessica Hyde, prisionera pero
controlando su enclaustramiento con sus propias reglas, se enfrenta
directamente a una Milner que sigue siendo tan implacable y despiadada
como la primera vez, y que utiliza y sacrifica a políticos y acólitos
para los fines de La Red.
El resultado, pues, es un doble episodio inicial de temporada que pone las cosas muy difíciles a Dennis Kelly para poder igualar la tensión y las expectativas creadas en los espectadores. ¿Mantendrán los restantes episodios esa intensidad o sucederá como en la anterior temporada y se producirá un valle narrativo en el que el ritmo decrece (pero no el interés)? Sea como fuere, seguiremos atentos a la pequeña pantalla para descubrir, paso a paso, las andanzas de Jessica Hyde y el grupo de protectores del cómic… aunque esta vez sus caminos están separados y son divergentes.
El resultado, pues, es un doble episodio inicial de temporada que pone las cosas muy difíciles a Dennis Kelly para poder igualar la tensión y las expectativas creadas en los espectadores. ¿Mantendrán los restantes episodios esa intensidad o sucederá como en la anterior temporada y se producirá un valle narrativo en el que el ritmo decrece (pero no el interés)? Sea como fuere, seguiremos atentos a la pequeña pantalla para descubrir, paso a paso, las andanzas de Jessica Hyde y el grupo de protectores del cómic… aunque esta vez sus caminos están separados y son divergentes.
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