En 2022, como se sabe prácticamente hasta el hartazgo, se conmemoraron la doble efeméride que justamente marcan el inicio y el final de este libro: los doscientos años del desciframiento de la escritura jeroglífica y los cien del descubrimiento de la tumba de Tutankamón. Son hechos que han jalonado la historia de la egiptología y que abrieron las puertas, por un lado, para poder “leer” las miles de inscripciones jeroglíficas que se han conservado de la civilización faraónica; y, por otro, fueron el aldabonazo de la popularización (a escala masiva) de la cultura egipcia en la sociedad contemporánea, ayudada por los medios de comunicación (prensa, cine, radio, después televisión, finalmente Internet). Tutankamón es quizá el faraón más conocido de la historia y todo lo que le rodea, desde su enigmática vida, su muerte a una edad muy joven, la damnatio memoriae que sufrió por parte de sus sucesores y el olvido que comportó el abandono y erosión del Valle de los Reyes, le auguraron un aura de misterio hasta que aparecieron, en otros yacimientos arqueológicos, evidencias de su existencia, lo cual agudizó el interés de algunos (Theodore Davis primero, después Howard Carter) para hallar su tumba; una tumba que sorprendería, aun siendo más pequeña que en otros faraones, por el hecho de no haber sido saqueada y por unos tesoros que hoy en día siguen fascinando. Si añadimos la carrera entre un francés, Champollion, y un británico, Young, en los primeros años 1820 para descifrar los jeroglíficos de una piedra, la de Rosetta, hallada dos décadas atrás, la cosa se pone también emocionante; lo curioso, como explica Wilkinson en el primer capítulo de
A World Beneath the Sands: Adventurers and Archaeologists in the Golden Age of Egyptology, (W.W. Norton & Company, 2020; manejamos la edición de bolsillo de Picador [PanMacmillan], 2021) es que, sin los trabajos de Young, Champollion no habría descifrado esos jeroglíficos, por lo que la exposición de datos en público y la publicación de los mismos ayudó, al margen de la lucha por ser el primero en llegar a la meta, a que la carrera se realizara con éxito.