23 de julio de 2019

Crítica de cine: Entendiendo a Ingmar Bergman, de Margarethe von Trotta, Felix Moeller y Bettina Böhler

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Ingmar Bergman (1918-2007) es EL director de cine sueco por antonomasia. Por supuesto, hubo un cine antes y después de él, y sobre todo durante su propia vida, y sería injusto obviar la obra de otros muchos cineastas del país escandinavo. Cierto es que, si le preguntamos al común de los mortales con cierta curiosidad por el cine, su nombre sería el primero que le vendría a la cabeza al respecto de cineastas suecos. “Sí, hombre, el de El séptimo sello, la partida de ajedrez con la muerte, ¡esa la ponían mucho en el cine club de la facu!”, dirían muchos, “¡Fresas salvajes!”, responderían otros. “¡El manantial de la doncella!”, sugeriría alguien. “¡Fanny y Alexander, que antes la ponían mucho por televisión!”, terciaría alguien. “¡Persona! ¡Cómo no podéis mencionar Persona!”, se rasgaría alguno las vestiduras. La disputa, hasta cierto punto gafapasta, quizá acabaría con un duelo a las doce junto a los Carmelitas Descalzos, o puede que a la una detrás del Luxemburgo, si la cosa va muy apurada. Sea como fuere, Ingmar Bergman fue uno de los grandes cineastas de la historia (ganador de tres Oscars en la categoría de mejor película de habla no inglesa y varias nominaciones más en la dirección y el guion original), y su obra ha influido en otros tantos, realizando también una notable carrera como director de teatro, su otra gran pasión. Cine y teatro formaban parte de un mismo todo para Bergman y nutrieron una vida que, en lo personal, también fue compleja: casado en cinco ocasiones, mantuvo también largas relaciones con algunas de las actrices habituales de sus películas (Liv Ullmann y Bibi Andersson, por ejemplo), y tuvo nueve hijos. La vida y la obra de Bergman merecían no uno, sino muchos documentales.

Canciones para el nuevo día (2782/2001): "Walk"

Foo Fighters - Walk 

Disco: Wasting Light (2001)


17 de julio de 2019

Crítica de Apolo 11, de Todd Miller

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

El 16 de julio de 1969, a las 9:32 hora de Houston (13:32 horas UTC), la misión Apollo 11 despegó desde la plataforma 39 del centro espacial John F. Kennedy en Cabo Cañaveral, Florida. Un millón de personas, aproximadamente, se habían trasladado a la zona y, a varios kilómetros de distancia, observaron el lanzamiento de la nave formada por el módulo de mando (Columbia), en el que viajaban los tres astronautas de la misión –el comandante de la misión Neil Armstrong, el piloto del módulo de mando Michael Collins y el piloto del módulo lunar (Eagle) Edwin E. “Buzz” Aldrin–, el módulo de servicio, el citado módulo lunar y el cohete Saturn V (que constaba de tres fases), el cohete más potente de la historia y equivalente a 180 millones de caballos de vapor. El conjunto de la nave, de 111 metros de altura y casi 3.000 toneladas de peso, se elevó sin problemas; tres minutos después se desprendió la primera fase del cohete y se encendió la segunda; a los nueve minutos del despegue se separó esta segunda fase y se produjo la ignición de la tercera; a los once minutos (9:43 horas) se apagaron el motor de la tercera fase y la nave entró en la órbita terrestre, donde se mantuvo durante dos horas y media (y realizó dos vueltas al planeta), tiempo necesario para comprobar que todos los sistemas funcionaban a la perfección. A las dos horas y cuarenta cinco minutos del despegue (12:22 horas), la nave encendió el motor de la tercera fase del Saturn V y mantuvo la ignición durante seis minutos para poder establecer la trayectoria correcta hacia la Luna. Todo salió según lo previsto y se realizó la maniobra de transposición: el Apollo 11 se liberó de la tercera fase del Saturn V, giró sobre sí mismo y se acopló al módulo lunar en forma de araña y que previamente se había sacado de su “envoltorio” (operación que habremos visto en películas como Apollo 13 [Ron Howard, 1995], por ejemplo), entre las 13:01 y las 13.49 horas. El Apollo 11 abandonó la órbita terrestre e inició un viaje de tres días hasta la Luna, a 380.000 kilómetros de distancia.

Canciones para el nuevo día (2778/1997): "Thunder Road"

Bruce Springsteen - Thunder Road 

Disco: Born to Run (1975)


15 de julio de 2019

Crítica de cine: An Accidental Studio, de Kim Leggatt, Ben Timlett y Bill Jones

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Para el común de los mortales quizá las palabras Handmaid Films no le resulten conocidas; pero si digo La vida de Brian (Terry Jones, 1979) la cosa ya cambia. Y es que uno puede dejar de recordar la película de los Monty Python, que de principio a fin nos regala momentos cumbre: el sermón de Jesús (“¡bienaventurados los gansos!”), la lapidación del blasfemo, la pintada en el muro de la fortaleza romana (“¿gente llamada romanos ir la casa?”), el Frente Popular de Judea (o la burla de la división endémica de la izquierda: “¡idisidente!”), la discusión sobre qué han hecho los romanos por nosotros, Pijus Magnificus (Diggus Bockus, en el original), la parodia del mesianismo … y tantas otras secuencias magistrales de una de las grandes comedias que se han realizado en el cine. Sin embargo, la película de los Python corrió el serio riesgo de no realizarse: es más, la productora inicial, EMI Films, se “rajó” al conocer el guion (y habiendo empezado ya el rodaje en Túnez), que malinterpretó –no es una crítica de la fe religiosa, sino de la intolerancia y el dogmatismo religiosos– y se apartó del proyecto ante las críticas que temía que recibiría el filme cuando se estrenase… si es que se estrenaba. Los Python se quedaron sin financiación y hacían falta 3 millones de libras (de la época) para terminar el rodaje y encarar la posproducción y la promoción. La salvación llegó de la mano de George Harrison, integrante de los Beatles y un fan declarado de todo lo que hacían los Monty Python, quien, en colaboración con su mánager, Denis O’Brien, creó la productora Handmade Films –originalmente iba a llamarse Handmade British Films, “películas británicas hechas a mano”–, puso el dinero (Harrison hipotecó su casa) y permitió que viera la luz el que es, sin duda, el mejor filme del sexteto británico-estadounidense (la cuota de Terry Gilliam) y un hito en la historia del cine. 

Canciones para el nuevo día (2776/1995): "Gentleman Jack"

O'Hooley & Tidow - Gentleman Jack 

Disco: The Fragile (2012)

12 de julio de 2019