Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.
Para el común de los mortales quizá las palabras Handmaid Films no le resulten conocidas; pero si digo La vida de Brian (Terry Jones, 1979) la cosa ya cambia. Y es que uno puede dejar de recordar la película de los Monty Python, que de principio a fin nos regala momentos cumbre: el sermón de Jesús (“¡bienaventurados los gansos!”), la lapidación del blasfemo, la pintada en el muro de la fortaleza romana (“¿gente llamada romanos ir la casa?”), el Frente Popular de Judea (o la burla de la división endémica de la izquierda: “¡idisidente!”), la discusión sobre qué han hecho los romanos por nosotros, Pijus Magnificus (Diggus Bockus, en el original), la parodia del mesianismo … y tantas otras secuencias magistrales de una de las grandes comedias que se han realizado en el cine. Sin embargo, la película de los Python corrió el serio riesgo de no realizarse: es más, la productora inicial, EMI Films, se “rajó” al conocer el guion (y habiendo empezado ya el rodaje en Túnez), que malinterpretó –no es una crítica de la fe religiosa, sino de la intolerancia y el dogmatismo religiosos– y se apartó del proyecto ante las críticas que temía que recibiría el filme cuando se estrenase… si es que se estrenaba. Los Python se quedaron sin financiación y hacían falta 3 millones de libras (de la época) para terminar el rodaje y encarar la posproducción y la promoción. La salvación llegó de la mano de George Harrison, integrante de los Beatles y un fan declarado de todo lo que hacían los Monty Python, quien, en colaboración con su mánager, Denis O’Brien, creó la productora Handmade Films –originalmente iba a llamarse Handmade British Films, “películas británicas hechas a mano”–, puso el dinero (Harrison hipotecó su casa) y permitió que viera la luz el que es, sin duda, el mejor filme del sexteto británico-estadounidense (la cuota de Terry Gilliam) y un hito en la historia del cine.